La pérdida auditiva se ha convertido en uno de los principales desafíos de salud global, no solo impactando las habilidades de comunicación y calidad de vida de una persona, sino también estando fuertemente asociada con disfunción cognitiva, depresión y aislamiento social. Afecta profundamente la educación y el empleo también.
Como una condición que afecta a las personas a lo largo de sus vidas, la pérdida auditiva se caracteriza por altas tasas de prevalencia, una tendencia ascendente continua y un alcance global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.500 millones de personas en todo el mundo experimentan actualmente algún grado de pérdida auditiva, un número que podría aumentar a 2.500 millones para 2050, con más de 700 millones de personas (o 1 de cada 10) proyectadas para sufrir pérdida auditiva discapacitante.
En las próximas décadas, se espera que el número de personas con pérdida auditiva aumente significativamente, presentando un desafío más urgente que nunca. Por lo tanto, es esencial reconocer que casi un tercio de los casos de pérdida auditiva se deben a factores prevenibles, lo que hace que las medidas de salud preventivas sean más significativas y rentables que el tratamiento.
En los últimos años, el impacto potencial de la dieta y la nutrición en la salud auditiva ha recibido cada vez más atención. Cada vez hay más evidencia que sugiere que los hábitos alimenticios y la ingesta nutricional no solo afectan la salud general de una persona, sino que también pueden influir en la función auditiva a través de mecanismos biológicos complejos. El sistema auditivo, en particular las estructuras del oído interno, depende de la salud general y del buen estado metabólico.
La relación entre la dieta, las bebidas y la salud auditiva implica múltiples mecanismos biológicos, que incluyen la defensa antioxidante, la regulación inflamatoria y el apoyo metabólico. Los antioxidantes, las vitaminas y los minerales dietéticos pueden proteger el sistema auditivo al reducir la producción de radicales libres y mantener la salud coclear. Los factores dietéticos y los nutrientes específicos, como los antioxidantes, los componentes antiinflamatorios, las vitaminas y los minerales, pueden desempeñar un papel clave en la protección del oído interno y el mantenimiento de la función auditiva.
Aunque estos mecanismos subyacentes se han confirmado inicialmente a través de estudios experimentales básicos, los resultados de las investigaciones a nivel de población aún no son concluyentes, lo que destaca la necesidad de evidencia más sistemática y completa para establecer un vínculo claro entre la ingesta de alimentos y bebidas y la salud auditiva.
Algunos estudios transversales y estudios de cohorte longitudinales han proporcionado evidencia preliminar que sugiere que los patrones alimenticios saludables pueden contribuir a la preservación de la audición, mientras que otros no han logrado encontrar asociaciones significativas. Para abordar estas cuestiones, un nuevo estudio realizó una revisión sistemática y un metaanálisis para sintetizar y evaluar la investigación existente sobre la relación entre los factores alimenticios y nutricionales y la pérdida auditiva.
Luego del análisis y evaluación de la literatura, los autores hallaron asociaciones negativas significativas entre la ingesta de vitamina B2, β-caroteno, carotenoides, β-criptoxantina, grasas, fibra y pescado, y el riesgo de pérdida auditiva. Por el contrario, la ingesta de minerales, carbohidratos, vitaminas A, C y E, té, café, alcohol y azúcar no mostró asociaciones significativas. “Estos resultados sugieren que, si bien los hábitos alimenticios pueden estar relacionados con la salud auditiva, los efectos de los diferentes nutrientes pueden variar según sus funciones biológicas y niveles de ingesta”, explican.
Los mecanismos por los cuales los factores dietéticos y nutricionales influyen en la salud auditiva son complejos y multifacéticos. Dentro de los que identifican como posibles mecanismos a través de los cuales la dieta, la obesidad y las enfermedades metabólicas contribuyen al daño coclear y la pérdida auditiva se encuentran: la enfermedad microvascular coclear, la dislipidemia, el desequilibrio del estrés oxidativo y las alteraciones en la señalización de la insulina.
“En general, los patrones dietéticos y nutricionales protectores que identificamos pueden involucrar múltiples aspectos, como la defensa antioxidante, la regulación de la inflamación, el soporte metabólico, el mantenimiento de la salud vascular y las interacciones entre genes y ambiente”, mencionan los expertos.
La vitamina B2 (riboflavina) actúa como una coenzima crucial en el organismo, participando en el metabolismo energético y el sistema de defensa antioxidante. Según la detallado por la evidencia analizada, la función en el oído interno puede estar asociada a la pérdida auditiva a través de dos vías.
En primer lugar, la riboflavina favorece la defensa antioxidante. Actúa como coenzima de la glutatión reductasa, ayudando a mantener la actividad del glutatión, que neutraliza los radicales libres y reduce el daño oxidativo a las células ciliadas cocleares. “El estrés oxidativo está estrechamente relacionado con los procesos patológicos de la pérdida auditiva, y la deficiencia de riboflavina puede aumentar la peroxidación lipídica en las membranas celulares, acelerando la degeneración de las células cocleares”, enuncian.
En segundo lugar, la riboflavina contribuye a la función mitocondrial. Como vitamina esencial para la función mitocondrial, su deficiencia puede provocar alteraciones en el metabolismo energético celular, lo que perjudica la función y la supervivencia normales de las células ciliadas cocleares y aumenta el riesgo de pérdida auditiva inducida por ruido.
Los carotenoides, particularmente el β-caroteno, pueden eliminar directamente las especies reactivas del oxígeno (ROS) en las células ciliadas del oído interno, inhibiendo así el daño del ADN inducido por el estrés oxidativo y la peroxidación lipídica. Además, agregan que “los carotenoides reducen la inflamación del oído interno al suprimir la liberación de citocinas proinflamatorias como TNF-α e IL-1β”. La inflamación crónica es un factor patogénico potencial en la pérdida auditiva tanto relacionada con la edad como inducida por el ruido, y las propiedades antiinflamatorias de los carotenoides pueden ralentizar este proceso degenerativo.
Los carotenoides también mejoran la microcirculación, mejorando la función endotelial y aumentando el suministro de nutrientes a las células ciliadas del oído interno, lo que favorece el mantenimiento de la función coclear. “Las investigaciones indican que los antioxidantes pueden proteger las células del oído interno reduciendo la muerte celular autofágica”, subrayan los autores.
Las proteínas desempeñan un papel fundamental en la estructura celular, la transducción de señales y la regulación de los canales iónicos del oído. Como componentes integrales de las membranas celulares, los citoesqueletos y las enzimas, las proteínas son cruciales para mantener el equilibrio del líquido coclear y el intercambio iónico, ambos vitales para la función auditiva. Las células del oído interno requieren proteínas para la reparación de las estructuras dañadas, la síntesis de enzimas esenciales y la transmisión de moléculas de señalización.
La deficiencia de proteínas puede aumentar la vulnerabilidad celular, reduciendo la capacidad de resistir el estrés ambiental. Además, las proteínas participan en los mecanismos antioxidantes del cuerpo, ayudando a combatir el estrés oxidativo en el sistema auditivo. “El estrés oxidativo puede dañar las células ciliadas y provocar pérdida de audición”. “Ciertos aminoácidos, como el glutamato y la cisteína, son precursores de la síntesis de antioxidantes, que ayudan a proteger el oído interno del daño de los radicales libres”, expone el nuevo estudio.
Los investigadores apuntan a que la fibra dietética puede proteger la audición al mejorar el metabolismo y reducir la inflamación. La fibra dietética promueve la producción de ácidos grasos de cadena corta beneficiosos, como el butirato, regula la microbiota intestinal y mejora la función inmunitaria sistémica. Explican que “un sistema inmunitario sano es crucial para proteger la cóclea de la inflamación crónica y el daño oxidativo”. Asimismo, “una dieta rica en fibra ayuda a mantener la salud metabólica, reduciendo el riesgo de hiperlipidemia e hiperglucemia, lo que indirectamente disminuye la probabilidad de pérdida auditiva asociada con estos problemas metabólicos”.
La relación entre la ingesta de grasas y la pérdida auditiva es compleja y depende del tipo de grasa consumida. Identificaron que los ácidos grasos monoinsaturados y los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) se consideran beneficiosos, mientras que las grasas saturadas y las grasas trans se consideran poco saludables. Sin embargo, la actual falta de investigación exhaustiva sobre las grasas trans y las grasas saturadas ha dado como resultado “datos insuficientemente convincentes para confirmar el impacto de estas grasas en el riesgo de pérdida auditiva”.
En resumen, los expertos identificaron varios nutrientes con posibles efectos protectores, mientras que no se encontró evidencia sólida que respalde que los hábitos dietéticos representen un riesgo de pérdida auditiva. “La heterogeneidad de los hallazgos y las limitaciones inherentes a los diseños de estudios observacionales resaltan la necesidad de más investigaciones para confirmar estos resultados”, concluyen.