La anemia es uno de los trastornos nutricionales más prevalentes a nivel mundial, principalmente debido a la deficiencia de hierro. Según la Organización Mundial de la Salud, casi dos mil millones de personas, o aproximadamente el 25 % de la población mundial, padecen anemia, y aproximadamente la mitad de estos casos se deben a anemia ferropénica (ADH).
Entre los adolescentes, los factores de riesgo más significativos para la ADH incluyen los malos hábitos alimentarios, el sexo femenino, la menstruación, las infecciones parasitarias, la baja cualificación educativa y la baja situación económica.
La deficiencia de hierro es el principal predictor de anemia, seguida de otros factores como las hemoglobinopatías, la deficiencia de vitamina A y la deficiencia de zinc. La malnutrición, que incluye tanto la desnutrición como la sobrenutrición, desempeña un papel crucial en el desarrollo de la anemia.
La anemia afecta negativamente la función cognitiva en los adolescentes al interrumpir la producción de neurotransmisores, retrasar el desarrollo cerebral y afectar el procesamiento cognitivo. Abordar la anemia mediante una nutrición adecuada y tratamiento médico es esencial para promover un desarrollo cognitivo saludable durante esta etapa crucial de la vida.
Las deficiencias dietéticas son una causa importante de anemia, y las prácticas culturales y las percepciones sobre la dieta influyen significativamente en la elección de alimentos. Investigaciones en adolescentes han demostrado que, si bien existe cierta conciencia de que una mala alimentación puede provocar anemia, a menudo existe un conocimiento limitado sobre los elementos dietéticos específicos necesarios para prevenirla.
El consumo de comida chatarra agrava este problema al desplazar alimentos ricos en nutrientes en la dieta, lo que provoca mayores deficiencias nutricionales. Las adolescentes, en particular, son propensas a consumir refrigerios elaborados con cereales refinados y bebidas carbonatadas, mientras que muestran una menor inclinación hacia los cereales integrales, legumbres, frutas y verduras, que son fuentes esenciales de hierro y otros nutrientes vitales.
Alimentos populares como bocadillos callejeros, refrescos y ultraprocesados carecen de los nutrientes esenciales necesarios para mantener niveles saludables de hierro, lo que puede elevar el riesgo de anemia.
A pesar de estos conocimientos, la relación entre el consumo de comida chatarra y el desarrollo de anemia, especialmente en adolescentes, ha sido poco explorada. Es por ello que un nuevo estudio abordó este vínculo a fin identificar las deficiencias nutricionales causadas por la comida chatarra y su contribución al aumento de la incidencia de anemia.
De esta manera, comprender estas deficiencias resulta crucial para desarrollar intervenciones específicas y estrategias de salud pública para combatir la anemia, especialmente en poblaciones vulnerables como las adolescentes.
Los resultados principales revelan una asociación significativa entre el consumo frecuente de comida chatarra y un mayor riesgo de anemia, evidenciado por niveles más bajos de hemoglobina y una mayor incidencia de deficiencia de hierro. Además, se observaron hallazgos adicionales, como la influencia de factores sociodemográficos, hábitos alimentarios, obesidad, estilo de vida y actividad física, que se relacionaron con la anemia.
Las prácticas dietéticas juegan un papel crucial, con un alto consumo de comida chatarra y una baja ingesta de alimentos nutritivos como leche, huevos, vegetales de hojas verdes y frutas cítricas que contribuyen al riesgo de anemia.
Un estudio incluido en la revisión encontró que la ingesta diaria de alimentos nutritivos entre las adolescentes era baja, con solo el 16 % consumiendo lácteos, el 46 % comiendo carnes, el 44 % comiendo frutas y el 37 % comiendo vegetales. Por el contrario, las opciones densas en energía y pobres en nutrientes como bocadillos dulces, bocadillos salados, comidas rápidas y bebidas azucaradas fueron consumidas de cuatro a seis veces por semana por las niñas, respectivamente. Además, el 40% de las niñas reportaron que se saltaban el desayuno.
Teniendo en cuenta, este patrón de alimentación recién descripto, los autores sugieren una asociación significativa entre la frecuencia de consumo de comida rápida y la prevalencia de anemia en adolescentes. Explican que la mayoría de los adolescentes consumen comida chatarra a diario, lo que se correlaciona con niveles más bajos de hemoglobina.
Curiosamente, si bien la carne y los productos cárnicos se consumían típicamente unas tres veces por semana, la ingesta de comida chatarra tuvo un impacto negativo más pronunciado en los niveles de hemoglobina. “Los adolescentes con mayor consumo de comida chatarra tendían a presentar niveles más bajos de hemoglobina, lo que aumentaba su riesgo de anemia”, destacan.
Además, la revisión revela que los adolescentes que se saltaban el desayuno con frecuencia eran particularmente vulnerables a la anemia. Esto coincide con otros estudios que observaron tendencias similares, donde la frecuencia de consumo de comida chatarra menos de tres veces por semana o hasta tres veces por semana se asoció con un mayor riesgo de anemia. Además, investigaciones adicionales respaldan estos hallazgos, mostrando que las niñas que se saltaban comidas habitualmente, especialmente el desayuno, eran más propensas a desarrollar anemia
“Estos patrones subrayan el papel crucial de los hábitos alimentarios en la salud adolescente, particularmente en relación con la prevención de la anemia”, señalan los expertos.
Además de los patrones dietéticos observados, existen importantes mecanismos biológicos por los cuales el consumo de comida chatarra contribuye a la anemia por deficiencia de hierro.
Las dietas dominadas por alimentos ricos en energía y pobres en nutrientes carecen de micronutrientes esenciales como la vitamina C, que facilita la absorción de hierro no hemo, y en su lugar contienen inhibidores como fitatos, calcio y polifenoles que dificultan la biodisponibilidad del hierro.
Asimismo, comentan que el consumo frecuente de alimentos ricos en grasas, azúcares y procesados se ha relacionado con una inflamación sistémica de bajo grado, que puede estimular la síntesis hepática de hepcidina, una hormona reguladora que inhibe la absorción intestinal de hierro y la liberación de hierro de los macrófagos y las reservas hepáticas. “Los niveles elevados de hepcidina resultan en una deficiencia funcional de hierro, incluso cuando las reservas corporales totales de hierro pueden parecer suficientes”, desarrolla el nuevo estudio.
Por otra parte, la comida chatarra a menudo desplaza a los alimentos integrales ricos en hierro, como las carnes, las legumbres, los huevos y las verduras de hoja verde
En palabras de los investigadores, “estas interacciones biológicas subrayan la importancia no solo de reducir el consumo de comida chatarra, sino también de promover dietas equilibradas para prevenir y controlar la anemia, en particular entre los adolescentes”.
El estatus socioeconómico y el nivel educativo fueron identificados como factores de riesgo indirectos pero influyentes, ya que un estatus socioeconómico más bajo y un nivel educativo más bajo se asocian con un mayor riesgo de anemia.
Además, la edad y el género también se consideraron factores críticos. Específicamente, ser mujer y una edad más joven se asocia consistentemente con un mayor riesgo de anemia. Esto se ve respaldado por estudios incluidos que indican que las niñas, en particular aquellas que menstrúan, tienen un mayor riesgo.
En resumen, el estudio concluye que existe evidencia emergente que sugiere una relación entre el consumo de comida chatarra y la prevalencia de anemia entre adolescentes. Los hallazgos enfatizan la importancia de abordar los factores de riesgo dietéticos modificables, como el consumo de comida rápida y los malos hábitos alimenticios, en la prevención y el manejo de la anemia en adolescentes.
“La investigación resalta la necesidad de iniciativas integrales de salud pública dirigidas a disminuir la incidencia de anemia entre adolescentes y mejorar su estado general”, rematan los autores.