El síndrome metabólico (MetS, por sus siglas en inglés) afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo. El diagnóstico se basa en la presencia de al menos 3 de 5 criterios cardiometabólicos: hipertensión, hiperglucemia, adiposidad central, hipertrigliceridemia o bajas concentraciones de colesterol de lipoproteína de alta densidad (HDL-C).
A medida que progresan los síntomas, las personas tienen un mayor riesgo de numerosas complicaciones de salud, como diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca y enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica, así como una alta carga de costos de atención médica. Existe una necesidad crítica de desarrollar estrategias para ayudar a mitigar estas disfunciones metabólicas para prevenir un mayor deterioro de la salud. Aunque la progresión de algunos síntomas se puede controlar con medicamentos, las intervenciones dietéticas de fácil acceso podrían ser beneficiosas y pueden mejorar la salud general.
La disfunción de la barrera intestinal y la inflamación crónica desempeñan un papel clave en la progresión del síndrome metabólico, que puede abordarse mediante intervenciones dietéticas como una posible estrategia para mitigar la enfermedad. La disfunción de la barrera intestinal se observa a menudo en personas con MetS y se asocia con una mayor permeabilidad intestinal, inflamación de la mucosa local y liberación de endotoxina bacteriana en la circulación.
Esta cascada de eventos puede amplificar aún más el estrés oxidativo, promover la inflamación intestinal, causar una pérdida de la integridad de la barrera intestinal y perpetuar la inflamación sistémica que puede dañar potencialmente tanto el hígado como el páncreas.
Gran parte de la población con síndrome metabólico están en riesgo de deficiencias de micronutrientes y factores dietéticos que incluyen vitamina E (α-tocoferol) y magnesio. Las almendras son accesibles, se incorporan fácilmente en una dieta como un refrigerio saludable, una "buena fuente" de vitamina E y también son ricas en muchos otros ingredientes bioactivos que incluyen polifenoles, ácidos grasos mono y poliinsaturados, fibra y minerales (por ejemplo, magnesio). Por lo tanto, las almendras pueden actuar como un alimento funcional potente y natural para ayudar a llenar los vacíos nutricionales encontrados en personas con MetS.
Aunque los datos sugieren que un mayor consumo de almendras puede mejorar las condiciones que definen el síndrome metabólico, aún no se sabe si el consumo de almendras puede disminuir la inflamación y la disfunción de la barrera intestinal en personas con síndrome metabólico que están en riesgo de enfermedad cardiometabólica.
Para comprobar la hipótesis de que las almendras mejoran la disfunción de la barrera intestinal y disminuyen la inflamación y el estrés oxidativo, un reciente estudio se propuso determinar en qué medida el consumo de almendras alteraba los indicadores de salud cardiometabólica, aumentaba el nivel de α-tocoferol y reducía la inflamación intestinal, la inflamación sistémica y el estrés oxidativo en 77 personas con síndrome metabólico.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a consumir almendras (56 g, enteras, tostadas) o galletas (grupo control, igual contenido calórico) como refrigerio diario durante 12 semanas, y se recogieron muestras.
Luego de analizar los resultados, observaron que, en personas con síndrome metabólico, el consumo diario de almendras mejora algunos indicadores de salud cardiovascular e intestinal, pero no modifica la inflamación sistémica ni el estrés oxidativo, como se había hipotetizado. Más específicamente, en participantes con síndrome metabólico y una inflamación intestinal elevada al inicio del estudio, se demostró por primera vez que 4 semanas de consumo de almendras disminuyeron la calprotectina fecal y la mieloperoxidasa, dos biomarcadores asociados con la inflamación intestinal y la disfunción de la barrera intestinal.
El consumo de almendras como snack en participantes con síndrome metabólico también disminuyó el colesterol total y el colesterol LDL, y provocó una ligera disminución de la circunferencia de la cintura. Sin embargo, no provocó cambios significativos en el peso ni en la ingesta calórica de los participantes.
“La alta tasa de cumplimiento y los escasos efectos adversos observados en este estudio demuestran que la incorporación de 2 raciones de almendras tostadas sin sal a la dieta diaria fue alcanzable y mejoró el estado de vitamina E y la ingesta de otros componentes dietéticos importantes, como los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, la fibra soluble, el magnesio, el cobre y la biotina”, resaltan los autores.
La disminución en la circunferencia de la cintura con el consumo de almendras observada fue pequeña (y solo una tendencia estadística en la semana 12), por lo que mencionan que este hallazgo puede no ser generalizable a otras poblaciones.
Por otra parte, señalan que “las conclusiones son consistentes con un meta-análisis reciente de estudios realizados en personas con diabetes tipo 2, que mostró que el consumo de almendras no afectó la glucosa en ayunas, la insulina o el HOMA-IR”.
El consumo de almendras también mejoró el estado de la vitamina E y la ingesta de varios nutrientes asociados con dietas de mayor calidad. “Quizás la observación más significativa desde el punto de vista nutricional es la mejora en el estado de la vitamina E, ya que esta se ha incluido continuamente como un nutriente de preocupación”, dejan ver los investigadores. “Es notable que el aumento relativamente pequeño en la ingesta de α-tocoferol (aproximadamente 10 mg por día) fuera suficiente para mejorar los parámetros”.
El actual estudio demostró que los participantes con MetS consumían menos de la cantidad recomendada de ácidos grasos poliinsaturados omega-6 al ingresar al estudio. “Agregar 2 porciones de almendras tostadas mejoró la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados y, de manera importante, mejoró la cantidad de ácidos grasos omega-6 consumidos a un valor recomendado por la American Heart Association”, enfatizan.
Se ha demostrado que el consumo de ácidos grasos omega-6, como el ácido linoleico, que es abundante en las almendras, mejora los perfiles de lipoproteínas en sangre, como se observó aquí en personas con MetS, y también se ha asociado con un riesgo reducido de enfermedad cardíaca coronaria.
“Si bien la progresión de diversos síntomas del síndrome metabólico, como la hipertensión o la hiperglucemia, puede controlarse con medicamentos, este trabajo es significativo porque sus resultados, junto con otras publicaciones, respaldan las recomendaciones dietéticas para animar a las personas con síndrome metabólico a aumentar su consumo de almendras, un alimento funcional accesible y natural, que podría ayudar a reducir la carga para la salud pública asociada con el síndrome metabólico”, subrayan los expertos.
En resumen, el presente trabajo identificó beneficios del consumo diario de almendras como refrigerio en personas con síndrome metabólico, los cuales podrían ayudar a retrasar el desarrollo de trastornos crónicos posteriores, como enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y otros trastornos asociados.