El estreñimiento es un trastorno gastrointestinal generalizado con efectos significativos en la calidad de vida que impone una carga considerable de atención médico. Los movimientos intestinales poco frecuentes, la dificultad para defecar y una sensación de evacuación incompleta son características distintivas del estreñimiento. Los estudios epidemiológicos estiman que, entre los adultos, el estreñimiento tiene una prevalencia de aproximadamente el 10 %, con tasas más altas observadas entre las personas mayores y las mujeres.
Se han identificado varios factores de riesgo primarios, incluidos los hábitos alimenticios, el estado socioeconómico, las opciones de estilo de vida, los niveles de actividad física, el uso de medicamentos y las condiciones de salud mental como la depresión, todos los cuales se han relacionado estrechamente con el estreñimiento. Entre estos, la dieta representa un factor modificable, lo que la convierte en un área clave de interés tanto para la prevención como para el manejo del estreñimiento.
Estudios previos han sugerido que la ingesta inadecuada de líquidos y el consumo excesivo de grasas saturadas y energía en la dieta pueden aumentar el riesgo de estreñimiento, mientras que una ingesta elevada de fibra soluble, selenio y una dieta de alta calidad en general pueden reducirlo. Estos hallazgos resaltan la utilidad de la regulación dietética como un medio eficaz para controlar el estreñimiento.
Las vitaminas B son vitaminas hidrosolubles que se encuentran comúnmente en varios alimentos. Las formas clave incluyen vitamina B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B6 (piridoxina), B9 (folato), colina y B12 (cobalamina). Funcionalmente, las vitaminas B sirven como cofactores y coenzimas en múltiples vías metabólicas, desempeñando papeles cruciales en el metabolismo energético celular, la transducción de señales, la biosíntesis de compuestos bioactivos y la regulación del sistema inmunitario. Además, son vitales para la función neurológica y la salud del sistema digestivo.
Teóricamente, las vitaminas del complejo B pueden ser capaces de influir en la motilidad intestinal modulando el control neural de los músculos intestinales, regulando el metabolismo inmunitario y mitigando la inflamación intestinal. Sin embargo, el vínculo específico entre el consumo de vitamina B y el estreñimiento sigue siendo en gran parte inexplorado.
De esta manera, para esclarecer esta asociación, un nuevo estudio se propuso analizar retrospectivamente el vínculo entre la ingesta dietética de varias vitaminas B y el estreñimiento en 13.885 participantes de 20 años o más. La ingesta dietética de vitaminas B1, B2, niacina, B6, ácido fólico, colina y B12 se evaluó mediante la primera entrevista de recordatorio dietético de 24 horas. El estreñimiento se definió con base en la Escala de Forma de Heces de Bristol (BSFS, por sus siglas en inglés).
Los resultados demostraron una relación inversa significativa entre la ingesta de vitamina B y el estreñimiento en adultos. Incluso tras ajustar por múltiples variables de confusión, la correlación negativa se mantuvo estadísticamente significativa para la ingesta de folato, niacina y colina.
La microflora intestinal está involucrada en los procesos fisiológicos y patológicos subyacentes al estreñimiento. Influye en la funcionalidad gastrointestinal a través de interacciones con el sistema inmunitario, el sistema nervioso entérico y central, a la vez que modula la secreción intestinal y el entorno hormonal.
La microbiota y sus metabolitos, incluidos los ácidos grasos de cadena corta, contribuyen a la regulación de la motilidad gastrointestinal, el mantenimiento de la homeostasis inmunitaria de la mucosa y la secreción de fluidos intestinales. “En individuos con estreñimiento, se suprimen las especies microbianas beneficiosas clave, mientras que aumenta la prevalencia de microorganismos potencialmente patógenos”, mencionan los autores.
En este sentido, estudios incluidos en la actual investigación han demostrado que la ingesta de vitaminas B influye en la diversidad, abundancia y funcionalidad de la microbiota intestinal. La microbiota intestinal no solo sintetiza vitaminas, proporcionando micronutrientes esenciales tanto para el huésped como para las comunidades microbianas, sino que también depende de las vitaminas como cofactores para la producción de energía, lo que puede mejorar el metabolismo bacteriano, estimular poblaciones microbianas específicas y mejorar su actividad biológica. La familia de la vitamina B desempeña un papel vital en las interacciones microbianas, los procesos metabólicos y la transducción de señales.
Más allá de sus efectos directos en la microbiota intestinal, las vitaminas B pueden modular indirectamente el riesgo de estreñimiento al mejorar la calidad general de la dieta. “Las personas con estreñimiento a menudo presentan malos patrones dietéticos caracterizados por una ingesta insuficiente de vitamina B y puntuaciones de índice de alimentación saludable (HEI-2015, por sus siglas en inglés) más bajas. En particular, las puntuaciones HEI-2015 más altas se han relacionado con un menor riesgo de estreñimiento”, indican los expertos.
De hecho, las personas con puntuaciones HEI-2015 más altas consumían mayores cantidades de alimentos ricos en fibra y agua, como frutas, verduras, cereales integrales y legumbres. Se ha demostrado que tanto la fibra dietética como el agua adecuada alivian el estreñimiento de manera efectiva.
“Esto sugiere que aumentar la ingesta de vitamina B no sólo puede mejorar la función intestinal directamente sino también mitigar el riesgo de estreñimiento al promover hábitos alimentarios más saludables”, enfatizan.
El análisis de subgrupos identificó además mediadores potenciales de la interacción entre la ingesta de vitamina B y el estreñimiento, especialmente con respecto a la interacción entre el consumo de alcohol y la ingesta de vitamina B1, folato, niacina y colina. Los investigadores explican que el consumo de alcohol puede comprometer la salud intestinal a través de varios mecanismos.
En primer lugar, el alcohol induce la contracción del núcleo de las vellosidades y la compresión de los vasos linfáticos yeyunales, lo que provoca daño a la mucosa y deterioro de la absorción de nutrientes. Por otra parte, el alcohol altera la composición de la microbiota intestinal, lo que provoca disbiosis. “Estas alteraciones pueden exacerbar los síntomas de estreñimiento, lo que sugiere que la suplementación con vitamina B podría ser particularmente beneficiosa para las personas que consumen alcohol regularmente”, puntualizan los autores.
“Estos hallazgos enfatizan que los factores del estilo de vida, como el consumo de alcohol, desempeñan un papel crucial en la relación entre la ingesta de vitamina B y el estreñimiento”, destacan.
Si bien el presente análisis también sugiere cierta variación en la relación entre la ingesta de vitamina B y el estreñimiento según el género, la etnia, el nivel educativo, las comorbilidades de diabetes e hipertensión, el estado depresivo, las actividades recreativas, el tabaquismo y el consumo de alcohol, estos factores no alteran significativamente la tendencia general de correlación negativa. “Esto respalda la amplia relevancia de las vitaminas B en la prevención y el manejo del estreñimiento”, mencionan.
En resumen, los hallazgos revelan una relación negativa significativa entre la ingesta de vitaminas del complejo B y el estreñimiento, lo que indica que un consumo adecuado de vitaminas del complejo B, en particular niacina, folato y colina, podría ayudar a aliviar los síntomas del estreñimiento.
“Estos resultados ofrecen una base científica para la posible aplicación de las vitaminas del complejo B en el tratamiento del estreñimiento. Los profesionales sanitarios podrían considerar las intervenciones dietéticas como un enfoque no farmacológico para apoyar a los pacientes con estreñimiento crónico”, rematan.