El proceso de envejecimiento es un fenómeno biológico natural e inevitable que ejerce una influencia sustancial en la salud y el bienestar general. A medida que las personas envejecen, se vuelven cada vez más susceptibles a una amplia gama de enfermedades crónicas, incluyendo, entre otras, enfermedades cardiovasculares, trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer y el Parkinson, síndromes metabólicos como la diabetes tipo 2 y la obesidad, afecciones musculoesqueléticas, incluyendo la osteoporosis y la sarcopenia, y varios tipos de cáncer.
La creciente esperanza de vida a nivel mundial resalta la necesidad imperiosa de estrategias que promuevan la longevidad y mejoren la calidad de vida. Entre estas estrategias, el manejo dietético efectivo se encuentra a la vanguardia, ofreciendo un enfoque fundamental para mitigar los efectos perjudiciales del envejecimiento y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
Las intervenciones dietéticas y nutricionales ahora son ampliamente reconocidas como medios efectivos para influir en procesos metabólicos y celulares críticos, que abarcan la inflamación, el estrés oxidativo, la función mitocondrial y la composición de la microbiota intestinal. Se ha demostrado que una dieta nutricionalmente equilibrada y meticulosamente adaptada para satisfacer los requisitos específicos de las personas mayores desempeña un papel vital en la prevención de la fragilidad, el deterioro cognitivo, las complicaciones cardiovasculares y la disfunción metabólica, promoviendo así una vida más saludable en la vejez.
En los últimos años, ciertos componentes y patrones dietéticos han llamado la atención debido a su capacidad para aumentar la longevidad y contrarrestar las enfermedades relacionadas con la edad. Es por ello que un reciente estudio examinó los descubrimientos recientes en el campo de la nutrición y sus posibles consecuencias para el manejo de las enfermedades relacionadas con la edad.
La fragilidad es un síndrome geriátrico prevalente que se caracteriza por una disminución de la resiliencia fisiológica, lo que aumenta la vulnerabilidad a resultados adversos para la salud, como discapacidad, hospitalización y mortalidad. Esta afección a menudo se asocia con debilidad muscular, fatiga, movilidad lenta y deterioro funcional general, que afectan significativamente la calidad de vida de los adultos mayores.
Los autores destacan que “un patrón dietético prometedor en este sentido es la dieta mediterránea”, que se ha estudiado ampliamente debido a sus numerosos beneficios para la salud, en particular en las poblaciones que envejecen. En un estudio citado, se encontró que los individuos con mayor adherencia a la dieta mediterránea tenían probabilidades sustancialmente menores de volverse frágiles. “Estos resultados resaltan el papel crucial de la nutrición en el mantenimiento de la fuerza muscular, la reducción de la inflamación sistémica y el apoyo a la salud metabólica general en adultos mayores”, señalan.
Uno de los aspectos relevantes que menciona la investigación es que “si bien las vitaminas son esenciales para varios procesos metabólicos y fisiológicos, su papel en la prevención de la fragilidad puede ser menos pronunciado cuando el estado nutricional general de un individuo es óptimo. Este hallazgo subraya la importancia de centrarse en el equilibrio dietético integral en lugar de confiar únicamente en la suplementación vitamínica como una estrategia preventiva contra la fragilidad”, resaltan los expertos.
Por otra parte, el consumo de huevos ha sido un tema de debate continuo en la ciencia nutricional debido a sus posibles beneficios y preocupaciones relacionadas con la salud cardiovascular y la longevidad. Uno de los estudios incluidos reveló que el consumo moderado de huevos, específicamente entre una y seis veces por semana, se relacionó con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas y cardiovascular. “Estos resultados sugieren que los huevos, al incorporarse a una dieta equilibrada, pueden contribuir a mejorar los resultados de salud en las poblaciones de mayor edad”, comentan.
La función endotelial desempeña un papel fundamental en la salud vascular, influyendo en la regulación del flujo sanguíneo, la inflamación y el riesgo de enfermedad cardiovascular. En este sentido, los autores investigaron el impacto de la suplementación con monohidrato de creatina en la función endotelial en personas mayores.
Una de las investigaciones incluidas evaluó marcadores clave como la función vascular, incluida la función macrovascular, las tasas de reperfusión microvascular y los parámetros metabólicos, incluidos los niveles de glucosa y triglicéridos en ayunas. Después de cuatro semanas de suplementación, los participantes mostraron mejoras significativas en la función macrovascular y mayores tasas de reperfusión microvascular, lo que sugiere una “mejor circulación y un mejor suministro de oxígeno a los tejidos”.
“Las reducciones en los niveles de glucosa y triglicéridos en ayunas también sugirieron posibles beneficios metabólicos, que podrían ser particularmente relevantes para los adultos mayores con riesgo de resistencia a la insulina y enfermedad cardiovascular”, explica el nuevo estudio.
Asimismo, otro aspecto que destacan es que la intervención con suplementos nutricionales orales (ONS) condujo a mejoras significativas en el peso corporal, la velocidad al caminar y la calidad de vida general entre los adultos mayores. “Estos resultados subrayan la importancia de brindar apoyo nutricional personalizado a los adultos mayores, en particular a aquellos en riesgo de desnutrición”, dejan ver los autores.
“La incorporación de ONS en las estrategias de cuidado de personas mayores puede ayudar a prevenir el desgaste muscular, mejorar la movilidad y reducir el riesgo de hospitalización debido a complicaciones relacionadas con la desnutrición. Sin embargo, se deben desarrollar planes dietéticos personalizados para garantizar que los ONS se utilicen de manera efectiva, considerando factores como los requerimientos energéticos individuales, las condiciones de salud subyacentes y las preferencias dietéticas”, subrayan.
La sarcopenia, definida como la pérdida de masa y fuerza muscular relacionada con la edad, afecta a millones de personas en todo el mundo y tiene profundas implicaciones para la salud general y la calidad de vida.
Los resultados del análisis destacan la filbertona, un compuesto bioactivo en las avellanas, como una posible solución para preservar la salud muscular. En un estudio reciente, encontraron que la suplementación con filbertona redujo los marcadores de senescencia celular, un factor clave en el envejecimiento muscular, al mismo tiempo que mejoró la expresión de genes relacionados con los músculos. “Estos hallazgos sugieren que la filbertona puede ayudar a mantener la integridad muscular, retrasar el deterioro y apoyar la salud musculoesquelética general”, comentan los investigadores.
A medida que las poblaciones envejecen, el deterioro cognitivo y los trastornos neurodegenerativos, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer, plantean desafíos significativos. En consecuencia, existe un creciente interés en posibles intervenciones dietéticas para apoyar la salud cerebral. En este sentido, identifican a la curcumina como un agente prometedor debido a sus propiedades multifacéticas, que incluyen fuertes efectos antiinflamatorios, antioxidantes y moduladores intestinales. Esto se debe a que estudios citados en la nueva revisión revelaron que “la suplementación con curcumina puede mejorar las deficiencias en la memoria espacial, mejorar el metabolismo hepático y ejercer una influencia favorable en la composición del microbioma intestinal”.
Asimismo, sugieren la posibilidad de un papel protector para la curcumina en la enfermedad de Alzheimer a través de la modulación de vías clave involucradas en la plasticidad sináptica, la neuroinflamación y las interacciones del eje intestino-cerebro.
Conforme las personas envejecen, la composición de la microbiota intestinal cambia significativamente, a menudo llevando a la disbiosis, un desequilibrio microbiano asociado con el aumento de la inflamación, trastornos metabólicos y enfermedades neurodegenerativas. Se ha demostrado que los polifenoles, que están presentes en una variedad de alimentos de origen vegetal como las bayas, el té verde, el cacao y el vino tinto, poseen fuertes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
“Los polifenoles pueden influir favorablemente en la composición del microbioma intestinal al promover el crecimiento de bacterias beneficiosas e inhibir la proliferación de especies potencialmente dañinas. Estos efectos podrían tener implicaciones de gran alcance para la salud relacionada con el envejecimiento, como la reducción de la inflamación sistémica, la mejora de la función metabólica y el aumento de la resiliencia cognitiva”, mencionan.
Teniendo en cuenta esto, los expertos concluyen que “la modulación de la microbiota intestinal por los polifenoles tiene el potencial de contribuir a la prevención de enfermedades relacionadas con la edad, como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, los trastornos neurodegenerativos y el cáncer”.