Parece evidente que una dieta rica en grasas suele provocar un aumento de peso. Sin embargo, un nuevo estudio ha descubierto una laguna biológica inesperada que convierte el almacenamiento de grasa en consumo de grasa.
En dicho estudio, los ratones desarrollaron obesidad al consumir alimentos ricos en grasas, tal y como se esperaba. Ahora bien, cuando los investigadores eliminaron un aminoácido, llamado cisteína, de la dieta de los animales y bloquearon su capacidad para producirlo internamente, los ratones obesos recuperaron un peso saludable con menor inflamación, todo ello sin dejar de consumir la misma cantidad de alimentos ricos en grasas.
Los investigadores descubrieron que este efecto se debía a un cambio drástico en el tejido adiposo de los ratones: una vez eliminada la cisteína de su dieta, casi toda la grasa blanca (la que almacena energía) se convirtió en grasa parda, que disipa energía en forma de calor, un proceso conocido como "pardeamiento". Los ratones, en esencia, quemaban las calorías adicionales a medida que consumían.
Por tanto, los hallazgos revelan que la disminución de un solo aminoácido en una dieta, que es por lo demás normal, activa un mecanismo que quema grasa sin degradar la masa muscular. En suma, esto nos da una pista sobre cómo podría aprovecharse este descubrimiento para mejorar la salud y la longevidad en humanos.
La cisteína se impuso como una molécula intrigante para la longevidad humana en el ensayo clínico Evaluación Integral de los Efectos a Largo Plazo de la Reducción de la Ingesta de Energía (CALERIE-II), el primer estudio controlado de restricción calórica en humanos sanos. Una parte de los participantes del ensayo redujo su consumo total de alimentos, disminuyendo su ingesta calórica habitual en aproximadamente un 15 % durante dos años. Posteriormente, los investigadores evaluaron los efectos a largo plazo sobre la salud.
En general, el ensayo reveló que esta restricción calórica moderada redujo significativamente varios factores de riesgo cardiovascular y metabólico, lo que mejoró la salud. Desde la finalización de este ensayo, los investigadores han estado indagando en qué factores biológicos podrían estar impulsando estos efectos. Así, descubrieron que una vía metabólica que regula la cantidad de cisteína disponible en el cuerpo se comportó de manera diferente en los participantes que redujeron su ingesta calórica.
Para el nuevo estudio, los investigadores midieron miles de metabolitos y niveles de aminoácidos en el tejido adiposo de los participantes de CALERIE-II. De esta forma, descubrieron que quienes redujeron su ingesta calórica presentaban niveles más bajos de cisteína y un sistema metabólico reprogramado.
En este punto, los científicos querían comprender si la cisteína impulsaba algunos de los efectos beneficiosos que la restricción calórica tenía sobre el sistema inmunitario, la inflamación y el metabolismo. Para ello, recurrieron a un modelo animal, en el que observaron que la privación de cisteína provoca este cambio fundamental en el tejido adiposo.
Así, descubrieron que, en los ratones, la privación de cisteína convertía la grasa blanca en grasa parda. Cabe destacar que la grasa parda genera calor, algo que no necesitamos actualmente, ya que pasamos gran parte de nuestra vida en entornos con temperaturas reguladas. Sin embargo, este es un mecanismo de protección evolutivo crucial, ya que, si nuestra temperatura corporal central cae incluso tres o cuatro grados por debajo de lo normal, puede ser fatal. Esto es así para todos los animales de sangre caliente, por lo que la grasa parda, que produce calor al quemar grasa, está diseñada para nuestra supervivencia.
En conclusión, los investigadores descubrieron que la eliminación completa de la cisteína del cuerpo aceleraba la quema de grasa, lo que suprimía esencialmente los frenos del metabolismo. Este hallazgo abre la puerta, según los investigadores, a la restricción controlada de cisteína como un posible enfoque dietético para mejorar la salud y la esperanza de vida al reducir el exceso de grasa.
Para comprender mejor este drástico cambio, los investigadores midieron la activación cerebral, buscando áreas que estuvieran más o menos activas de lo habitual cuando no había acceso a la cisteína. Encontraron así varias regiones con actividad excesiva, todas ellas implicadas en la activación del sistema nervioso simpático, que regula gran parte de los procesos corporales que no están bajo nuestro control consciente, como la temperatura corporal y el metabolismo.
Los nervios del sistema nervioso simpático, una vez activados, liberaban una sustancia química -llamada norepinefrina- en el tejido adiposo, lo que inducía la transformación de la grasa blanca a la parda, según descubrieron los investigadores. Al bloquear el receptor de norepinefrina, este oscurecimiento se detuvo, deteniendo así la pérdida de grasa.
Los científicos del estudio continúan investigando esta función de la cisteína, con el objetivo de identificar cómo se activan las mitocondrias de las células grasas para generar calor en lugar de las moléculas de energía que suelen producir.
Ahora bien, eliminar la cisteína por completo es esencial para comprender su función, pero no es representativo de lo que ocurriría en la vida real. Sin embargo, la evidencia sugiere que la reducción de la ingesta de cisteína también tiene efectos fisiológicos que parecen ser en gran medida beneficiosos.
Por ejemplo, otros investigadores han descubierto que una dieta con restricción de la cisteína y un aminoácido similar, llamado metionina, solo prolonga la vida de los ratones hasta un 50 % y, en las personas, provoca pérdida de peso y mejora la salud metabólica. Esto podría deberse en parte a cómo responde el cuerpo a una disminución de la cisteína.
Finalmente, en el estudio CALERIE-II, los participantes redujeron su ingesta calórica de forma generalizada, consumiendo menos de todo tipo de componentes alimenticios, incluyendo proteínas. Y, aunque tenían menos cisteína en el tejido adiposo, esa vía productora de cisteína, generalmente latente, se activó en estos participantes.