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¿Cómo afectan los factores dietéticos al desarrollo y la progresión del melanoma?

¿Cómo afectan los factores dietéticos al desarrollo y la progresión del melanoma?

La dieta podría influir en el desarrollo y la progresión del melanoma a través de mecanismos como el estrés oxidativo, la inflamación crónica y la composición del microbioma intestinal, aunque todavía faltan estudios que confirmen su impacto
Melanoma
La prevalencia de melanoma se ha incrementado en los últimos años y se espera la misma tendencia hacia el futuro.

El melanoma cutáneo es una neoplasia maligna que surge de los melanocitos, las células productoras de pigmento en la piel. La patogénesis del melanoma es multifactorial, con factores de riesgo bien establecidos que incluyen la exposición a la radiación UV, antecedentes familiares y antecedentes personales de melanoma. En la literatura reciente, la microbiota gastrointestinal ha surgido como un factor ambiental potencial que influye en el desarrollo y la progresión del melanoma La alteración del ecosistema microbiano gastrointestinal puede contribuir a un estado proinflamatorio, lo que podría influir en la patogénesis del melanoma.

 

Si bien los factores genéticos y ambientales que contribuyen al melanoma están bien establecidos, existe un creciente interés en el papel potencial de los factores dietéticos en la modificación del riesgo y los resultados del cáncer. Las modificaciones dietéticas se han asociado con un menor riesgo de otras neoplasias malignas, como el cáncer colorrectal y de mama. Sin embargo, la evidencia que vincula la dieta con el desarrollo y la progresión del melanoma sigue siendo limitada. 

 

Los pacientes y los cuidadores a menudo buscan orientación dietética para optimizar los resultados del cáncer, pero la falta de datos clínicos específicos del melanoma presenta un desafío para los proveedores en la provisión de recomendaciones dietéticas basadas en la evidencia. 

 

En este contexto, una reciente revisión se propuso como objetivo evaluar la literatura sobre la influencia de los factores dietéticos en el desarrollo y la progresión del melanoma, tratando de identificar posibles intervenciones dietéticas que puedan contribuir a mejorar los resultados del melanoma. 

 

Influencia de la dieta en la patogénesis del melanoma

 

El estrés oxidativo, definido como un desequilibrio entre la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés) y la capacidad del sistema de defensa antioxidante, desempeña un papel crítico en la patogénesis y progresión del melanoma. Los autores explican que, durante la biosíntesis de melanina, los melanocitos producen niveles significativos de peróxido de hidrógeno (H 2 O 2) mientras que simultáneamente agotan el glutatión reducido (GSH), un antioxidante crítico responsable de neutralizar ROS. 

 

Este estado prooxidante intrínseco se ve exacerbado aún más por la exposición a la radiación UV, que no solo induce daño directo al ADN, sino que también promueve la formación excesiva de ROS, agravando el estrés oxidativo dentro de los melanocitos. “Dada esta vulnerabilidad biológica, las estrategias dirigidas a reducir el estrés oxidativo pueden tener potencial terapéutico para mitigar el desarrollo y progresión del melanoma”, mencionan. 

 

Además de promover la iniciación del melanoma, el estrés oxidativo juega un papel significativo en la progresión de la enfermedad. El exceso de ROS altera la homeostasis celular, promueve la inestabilidad genómica y activa las vías de señalización procarcinogénicas, lo que en última instancia mejora el crecimiento del tumor y el potencial metastásico

 

La literatura reciente también sugiere que los factores dietéticos pueden influir en la carga de estrés oxidativo dentro del cuerpo, lo que podría afectar el riesgo y la progresión del melanoma. Se ha demostrado que las dietas ricas en antioxidantes, como las vitaminas C, E y polifenoles, reducen el estrés oxidativo al neutralizar las ROS, protegiendo así a las células del daño oxidativo. 

 

Por otra parte, estudios incluidos en la revisión han demostrado que la ingesta dietética de ácidos grasos omega-3 tiene efectos antiinflamatorios y antioxidantes, que pueden contrarrestar el microambiente proinflamatorio que fomenta la progresión del melanoma. Por el contrario, las dietas altas en carnes procesadas, carbohidratos refinados y grasas saturadas fueron asociadas con un mayor estrés oxidativo e inflamación, lo que podría acelerar la progresión tumoral. 

 

“A pesar del creciente reconocimiento del estrés oxidativo como factor desencadenante de la patogénesis del melanoma, las intervenciones dietéticas dirigidas a dicho estrés siguen siendo poco exploradas en la investigación del melanoma. Los datos que vinculan los factores dietéticos con la prevención o progresión del melanoma siguen siendo limitados”, advierten. 

 

Inflamación

 

La inflamación crónica desempeña un papel fundamental en el desarrollo y la progresión del melanoma al fomentar un microambiente tumoral inmunosupresor que favorece el crecimiento, la invasión y la evasión inmunitaria del tumor. La mayor secreción de citocinas proinflamatorias promueve un estado de inflamación crónica de bajo grado, que se ha asociado con fenotipos de melanoma más agresivos y peores resultados clínicos

 

El nuevo estudio deja ver que cada vez hay más pruebas que sugieren que la dieta influye significativamente en la inflamación sistémica y la función inmunitaria, lo que representa “un posible factor modificable en la prevención y el tratamiento del melanoma”. La evidencia sintetizada muestra que el exceso de tejido adiposo, comúnmente asociado a dietas ricas en grasas saturadas, alimentos procesados ​​y azúcares refinados, induce un estado inflamatorio crónico que promueve un microambiente favorable para el crecimiento tumoral y la supresión inmunitaria. 

 

Microbiota intestinal 

 

Un mecanismo clave a través del cual el microbioma intestinal regula la función inmune es a través de la producción de productos de fermentación bacteriana, como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Los AGCC promueven la expansión y función de las células T reguladoras en el intestino, facilitando la tolerancia inmune y reduciendo la inflamación. 

 

Este efecto inmunomodulador contribuye a la homeostasis inmune pero también puede suprimir las respuestas inmunes antitumorales en el melanoma, permitiendo que los tumores evadan la vigilancia inmune. Más allá de los AGCC, aclaran que “ciertas especies bacterianas dentro del microbioma intestinal pueden impulsar la inmunosupresión sistémica a través de distintas vías moleculares”. 

 

Nutrientes y alimentos

 

Una dieta rica en frutas y verduras se ha relacionado sistemáticamente con un menor riesgo de varios tipos de cáncer, incluido el melanoma. Los estudios incluidos por los autores sugieren que “las personas con una mayor ingesta de frutas y verduras tienden a tener tasas de cáncer más bajas y mejores resultados generales de salud”. Este efecto protector se atribuye en gran medida a compuestos bioactivos como polifenoles, flavonoides, carotenoides y antioxidantes, que ayudan a reducir el estrés oxidativo, regular la inflamación y apoyar la función inmunológica. 

 

Los polifenoles, que se encuentran en las bayas, el té verde y los cítricos, demostraron efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores que pueden ayudar a prevenir el melanoma. Al inhibir las citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral (TNF)-α y la IL-6, estos compuestos pueden reducir la inflamación crónica que impulsa el crecimiento del tumor. De manera similar, los carotenoides como el betacaroteno, abundante en zanahorias, batatas y verduras de hoja verde, actúan como poderosos antioxidantes, neutralizando las ROS y protegiendo las células del daño del ADN inducido por los rayos UV. 

 

Grasas y ácidos grasos

 

El tipo y la cantidad de ingesta de grasas en la dieta también pueden desempeñar un papel significativo en el desarrollo y la progresión del melanoma. Si bien el consumo total de grasas ha demostrado asociaciones contradictorias con el riesgo de melanoma, la composición de la grasa en la dieta, en particular la proporción de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) omega-6 y omega-3, parece tener una influencia más directa en los resultados del melanoma.

 

Los PUFA omega-6, que se encuentran predominantemente en aceites vegetales, alimentos procesados ​​y carnes rojas, se han relacionado con una mayor señalización proinflamatoria, progresión tumoral y supresión inmunitaria en varios tipos de cáncer, incluido el melanoma. Por su parte, los omega-3, particularmente el DHA, han llamado la atención por sus propiedades anticancerígenas, que se extienden más allá de la reducción general de la inflamación e incluyen la modulación específica del microambiente tumoral y la respuesta inmunitaria. 

 

“Los datos epidemiológicos demuestran de forma consistente una correlación inversa entre la ingesta dietética de omega-3 y el riesgo de cáncer, y los modelos preclínicos han confirmado que el DHA puede suprimir la proliferación, invasión y metástasis tumoral, a la vez que prolonga la supervivencia en animales portadores de tumores”, indican los investigadores. 

 

Vitaminas y minerales

 

Las vitaminas y los minerales también desempeñan un papel fundamental en la modulación del riesgo y la progresión del melanoma. Entre ellos, la vitamina D ha despertado especial interés debido a su función bien establecida en la regulación inmunitaria y la supresión tumoral. 

 

La vitamina D, obtenida a través de la ingesta dietética o la síntesis cutánea mediante radiación UV, ejerce sus efectos anticancerígenos a través del receptor de vitamina D (VDR), que regula la proliferación, diferenciación y apoptosis celular. “Unos niveles séricos más bajos de vitamina D se han asociado con un mayor grosor del melanoma, mayores tasas de metástasis y un peor pronóstico general”, comentan los expertos. Algunos estudios han sugerido que la suplementación con vitamina D en personas con niveles deficientes puede reducir la progresión del melanoma al mejorar la vigilancia inmunitaria y reducir la inflamación crónica. 

 

Además de la vitamina D, identifican otras vitaminas y minerales, como la vitamina A, la vitamina C, la vitamina E y el selenio, las cuales han demostrado tener posibles efectos protectores contra el melanoma.

 

Patrones dietéticos 

 

Cada vez se reconoce más que los patrones dietéticos generales, más que los nutrientes aislados, pueden ejercer una influencia más sustancial en el riesgo y la progresión del melanoma. Entre estos, la dieta mediterránea se ha consolidado como un modelo dietético potencialmente protector. 

 

Los datos epidemiológicos del actual estudio señalan “una asociación inversa entre la adherencia a la dieta mediterránea y la incidencia de melanoma”, independientemente de factores de confusión establecidos como la exposición a la luz ultravioleta, el fototipo de piel y la actividad física.

 

“Mecanísticamente, la dieta mediterránea proporciona una alta densidad de compuestos antiinflamatorios y antioxidantes, como polifenoles, carotenoides, flavonoides y ácidos grasos omega-3, que mitigan el estrés oxidativo, modulan la señalización de citocinas proinflamatorias y apoyan la vigilancia inmunitaria, todos los cuales son relevantes para la patogénesis del melanoma”, justifican.  

 

“Colectivamente, la evidencia actual apoya la hipótesis de que la adherencia a un patrón dietético mediterráneo puede conferir beneficios tanto preventivos como terapéuticos en el melanoma a través de mecanismos que involucran inflamación sistémica, estrés oxidativo e interacciones huésped-microbioma-inmune”, enfatizan los investigadores. 

 

En resumen, la creciente evidencia sugiere que componentes dietéticos específicos, como compuestos bioactivos, antioxidantes y micronutrientes, pueden modular el estrés oxidativo, la inflamación y la respuesta inmunitaria, influyendo así en la patogénesis del melanoma. Además, los datos emergentes que destacan la intrincada relación entre la dieta, la composición del microbioma intestinal y la función inmunitaria enfatizan aún más el papel potencial de las intervenciones dietéticas para mejorar la eficacia del tratamiento del melanoma y los resultados del paciente. 

 

“Si bien los estudios epidemiológicos y experimentales actuales proporcionan evidencia convincente que respalda el papel de la dieta en la prevención del melanoma, aún existen importantes lagunas en el conocimiento sobre el impacto directo de los patrones dietéticos en la progresión, la supervivencia y la respuesta al tratamiento del melanoma. Se requiere mayor investigación para identificar estrategias dietéticas óptimas que puedan mejorar la eficacia de la inmunoterapia y reducir la recurrencia del melanoma”, concluyen. 

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