La comunidad endocrina europea e internacional ha enviado esta semana recomendaciones sobre la necesidad de reducir de inmediato la exposición a los disruptores endocrinos (EDC) en las poblaciones humanas y silvestres europeas mediante una carta abierta a los gobiernos nacionales de los Estados miembros de la UE-27.
Concretamente, la Sociedad Europea de Endocrinología, junto con la Sociedad de Endocrinología y la Sociedad Europea de Endocrinología Pediátrica, así como las sociedades nacionales de endocrinología pediátrica y de adultos de toda Europa, se han puesto en contacto con los ministerios nacionales de salud y medio ambiente de los Estados miembros de la Unión Europea (UE) mediante una carta abierta en la que se exponen las preocupaciones y prioridades de la comunidad endocrina para un futuro marco regulatorio que aborde eficazmente los EDC. La carta se centra específicamente en la próxima revisión del Registro de sustancias y mezclas químicas en la UE (Reglamento REACH) y la propuesta de restricción de PFAS en curso.
Como se destaca en la carta, los médicos y científicos que trabajan en el campo de la endocrinología están sumamente preocupados por el aumento en la incidencia de trastornos endocrinos, como la infertilidad, la obesidad, la diabetes, los trastornos del sistema inmunitario y del neurodesarrollo, y el cáncer, observados en las últimas décadas. Cabe destacar que estudios científicos revisados por pares demuestran sistemáticamente que los disruptores endocrinos contribuyen a estas enfermedades.
En la carta abierta, los profesionales advierten que las regulaciones vigentes de la UE han sido “claramente incapaces de prevenir la creciente exposición a EDCs y la creciente incidencia de enfermedades crónicas”, tendencia que tendrá “importantes implicaciones sanitarias, ambientales y financieras”.
En este sentido, advierten que “todas las poblaciones corren el riesgo de exposición a EDCs, pero los grupos vulnerables, como las mujeres embarazadas, los niños y los adolescentes, son particularmente susceptibles debido a sus sensibles etapas de desarrollo”. Además, las personas con niveles de exposición más altos o complejos, como los agricultores y los trabajadores agrícolas, requieren una consideración especial. Asimismo, el uso generalizado de PFAS en diversos productos industriales y de consumo, junto con su persistencia y movilidad, ha provocado contaminación ambiental global y bioacumulación humana.
Acerca de esto último, enfatizan que “más allá de las enfermedades y la salud pública, los EDC pueden causar daños ecológicos y tener consecuencias adversas para los sistemas alimentarios y agrícolas”. A modo de ejemplo, “las PFAS son extraordinariamente prevalentes y persistentes en el medio ambiente y ya están contaminando ecosistemas, poniendo en peligro tanto a los seres humanos como a la vida silvestre”.
En la carta, también recalcan que “los disruptores endocrinos están asociados a costes económicos significativos, estimados en cientos de miles de millones de euros anuales en la UE, con una carga financiera sustancialmente mayor a nivel mundial”.
Finalmente, emiten algunas recomendaciones, como son las siguientes: realizar pruebas para obtener datos e identificar los disruptores endocrinos; restricciones de grupo para controlar sustancias químicas similares; abordar los riesgos derivados de la exposición combinada a sustancias químicas; y prohibir los disruptores endocrinos en todos los productos de consumo.