La obesidad es una condición multifactorial asociada con un riesgo elevado de muchas enfermedades crónicas y mortalidad por todas las causas. Si bien la ingesta calórica excesiva y la actividad física insuficiente son factores de riesgo clave para la obesidad, la exposición ambiental a disruptores endocrinos como los ftalatos también puede desempeñar un papel importante.
Los ftalatos son compuestos lipofílicos orgánicos utilizados principalmente como aditivos para suavizar los plásticos en envases de alimentos, equipos médicos, botellas de agua y productos de cuidado personal, Dado que no se unen covalentemente al plástico, los ftalatos se filtran fácilmente al aire, agua y alimentos circundantes, lo que resulta en inhalación, ingestión y absorción dérmica. Posteriormente, se metabolizan rápidamente y se excretan a través de la orina y las heces.
La exposición a ftalatos es ubicua y su uso industrial es extensivo, con entre 6 y 8 millones de toneladas de ftalatos fabricados globalmente cada año. Esta exposición se ha vinculado con diabetes tipo 2, síndrome metabólico, función tiroidea, bajo peso al nacer, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, endometriosis, disminución de testosterona, disminución de la distancia anogenital y trastornos auditivos.
Estos compuestos pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo de la obesidad, aunque su asociación difiere significativamente entre hombres y mujeres, así como entre la infancia y la adultez. Mientras que, entre los niños, los estudios muestran que la exposición prenatal a ftalatos se asocia positivamente con un mayor índice de masa corporal (IMC) y circunferencia de la cintura (CC), los efectos de la exposición crónica entre los adultos son menos claros debido a la falta de estudios longitudinales, alta heterogeneidad entre estudios y resultados inconsistentes.
Estudios epidemiológicos han reportado asociaciones positivas entre los metabolitos de ftalato de di(2-etilhexilo) (DEHP) y la obesidad en hombres. La exposición al DEHP es alta en la población general, ya que se encuentra en grandes cantidades en envases de alimentos de plástico y productos de cuidado personal. Los ftalatos, incluyendo el DEHP, probablemente actúan interfiriendo con el metabolismo energético y la estructura del tejido adiposo, lo que a su vez contribuye al desarrollo de la obesidad.
Dada la amplia exposición de la población general a los ftalatos y la evidencia contradictoria en la literatura científica actual, se justifica la investigación adicional sobre los efectos obesógenos de los ftalatos en adultos. Es por ello que los investigadores Jordan Akritidis, Diana María Mérida y Pilar Guallar-Castillón, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid; María Morales-Suárez-Varela, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública de Madrid; Carolina Torrijo-Belanche y Belén Moreno-Franco, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza; Sofía Gimeno-Ruiz, de la Facultad de Veterinaria de la misma universidad; y Jimena Rey-García, del Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, indagaron en la asociación entre las concentraciones urinarias de metabolitos de ftalatos y la obesidad abdominal y general en varones adultos españoles.
La hipótesis de la cual partieron fue que los ftalatos se asocian positivamente con la obesidad abdominal y general. Para corroborarla, analizaron datos de 1124 participantes varones del Estudio de Salud de los Trabajadores de Aragón recopilados entre 2011 y 2014 en Zaragoza. Se midieron once metabolitos urinarios de ftalatos y se ajustaron para los niveles de creatinina.
Luego de analizar los resultados, observaron que las concentraciones urinarias de ftalato de mono-(2-etil-5-oxohexilo) (MEOHP), ftalato de mono-(2-etil-5-hidroxihexilo) (MEHHP) y DEHP se asociaron con una mayor prevalencia de obesidad general. “Solo el MEHHP mostró una tendencia monótona, lo que indica una relación dosis-respuesta lineal”, aclaran los autores. Cabe destacar que el ftalato de mono-isobutilo (MiBP) se asoció inversamente con la obesidad abdominal.
“Nuestros hallazgos se alinean con otros estudios transversales clave que evalúan la relación entre las concentraciones de metabolitos de ftalato urinarios y la obesidad entre adultos. A pesar de esto, estos hallazgos no fueron corroborados por algunos estudios”, comentan. Sin embargo, explican que los resultados contradictorios podrían deberse a diferencias metodológicas.
El DEHP se encuentra en altas cantidades en productos alimenticios envasados en plástico, especialmente alimentos grasos. Los alimentos con un alto contenido de grasa (por ejemplo, carne y lácteos) tienen mayor probabilidad de absorber ftalatos del envase. De hecho, el actual estudio encontró que aquellos con mayores concentraciones urinarias de DEHP y sus metabolitos tenían una ingesta calórica significativamente mayor, lo que sugiere que “los alimentos ricos en calorías (especialmente los ultraprocesados) podrían ser la fuente de consumo”.
Estudios incluidos por los investigadores han demostrado que el DEHP exhibe asociaciones antiandrogénicas, y una mayor exposición al DEHP en hombres se ha vinculado con niveles más bajos de testosterona libre, que a su vez se asocian con un aumento de la adiposidad en los hombres. Asimismo, el DEHP también elevó significativamente los niveles de leptina e interfirió con el metabolismo de los ácidos grasos y el almacenamiento de lípidos.
“La asociación inversa observada entre los niveles urinarios de MiBP y la obesidad abdominal puede estar influenciada por factores ocupacionales o conductuales específicos en lugar de indicar un verdadero efecto protector”, advierten.
“Dado que la exposición a los ftalatos es en gran medida involuntaria y, debido a su ubicuidad, afecta a prácticamente todas las poblaciones humanas, es necesario y urgente implementar medidas regulatorias para reducir la exposición involuntaria a estas sustancias potencialmente dañinas”, sugieren los expertos.
En resumen, este estudio proporciona evidencia que respalda los posibles efectos obesógenos del DEHP y sus metabolitos (MEOHP y MEHHP) en varones adultos. Estos hallazgos sugieren que los ftalatos pueden contribuir al desarrollo de la obesidad y resaltan la necesidad de intervenciones políticas para restringir el uso industrial de estas sustancias químicas. “Las investigaciones futuras deberían centrarse en dilucidar los mecanismos por los cuales el DEHP y sus metabolitos influyen en la obesidad más allá del balance energético”, rematan.