La profesora Majorie van Duursen, experta en salud ambiental y toxicóloga neerlandesa, tiene la mira puesta en mejorar la salud de las mujeres. ¿Su principal objetivo? Las sustancias conocidas como disruptores endocrinos (DECs), presentes en todas partes, desde el aire y la ropa que se viste hasta los productos que se aplican en la piel.
Van Duursen, jefa de la sección de Salud Ambiental y Toxicología del Instituto de Ámsterdam para la Vida y el Medio Ambiente en los Países Bajos, es parte de un coro creciente de científicos europeos que creen que deben ser examinados más de cerca los DECs y su impacto en la salud.
“Necesitamos una comprensión más profunda de cómo exactamente estos químicos dañan el sistema reproductivo femenino y mejores pruebas para que estos químicos puedan ser identificados antes de que encuentren su camino hacia los productos que usamos”, comenta van Duursen, quien se especializa en toxicología endocrina.
Los DECs se encuentran prácticamente en todas partes: en fragancias para el hogar, productos de limpieza, envases y embalajes de plástico para alimentos (bisfenol A), cosméticos (parabenos), champús y envoltorios de plástico (ftalatos). También están presentes en utensilios de cocina antiadherentes, algunos pesticidas, aparatos electrónicos, muebles y textiles.
"Sus efectos sobre la salud reproductiva, particularmente en las mujeres, pueden ser muy complejos y durar toda la vida, incluso después de la exposición prenatal", expresa Alexandra Scranton, directora de ciencia e investigación del grupo de defensa Voces de Mujeres por la Tierra.
Por ello, un amplio grupo de científicos que analizan los DECs colabora en una alianza internacional llamada EURION. Esta reúne ocho iniciativas de investigación independientes, todas ellas enfocadas en los peligros ocultos de estas sustancias químicas.
El objetivo es mejorar la comprensión de los riesgos que plantean estas sustancias químicas extremadamente frecuentes y desarrollar nuevos métodos de prueba para revelar su presencia y evaluar su seguridad.
Un brazo de EURION fue una iniciativa de investigación de cinco años llamada FREIA, que exploró los riesgos específicos que los DECs representan para la salud de las mujeres.
Aunque todavía no se comprenden del todo los mecanismos exactos por los cuales los DECs dañan la salud, se los ha vinculado a graves problemas de salud, como trastornos reproductivos, problemas de desarrollo y ciertos tipos de cáncer.
Los riesgos son especialmente altos para las mujeres que desean tener hijos, advierte van Duursen, quien coordinó la iniciativa FREIA.
El equipo de investigación reunió a destacados expertos de Bélgica, Dinamarca, Estonia, Francia, Países Bajos, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos. Un objetivo principal de su trabajo fue explorar cómo los DECs afectan la salud reproductiva femenina en diferentes etapas de la vida.
“Sabemos desde hace tiempo que el efecto de la exposición es diferente en fetos femeninos, adolescentes y mujeres adultas, pero teníamos poca idea de lo que estaba sucediendo en los ovarios en estos diferentes puntos”, señala la profesora.
Los investigadores han desarrollado modelos de tejido humano que representan todo el ciclo de vida (desde los tejidos ováricos y suprarrenales fetales hasta los folículos ováricos maduros) para identificar biomarcadores de exposición a DECs.
Durante el estudio del tejido ovárico en el laboratorio, los investigadores han realizado hallazgos significativos. Por ejemplo, descubrieron que la pubertad comienza antes en los ovarios expuestos a DECs. Además, los ovarios expuestos a DECs tienen menos células germinales, que se dividen y producen óvulos, por lo que desempeñan un papel directo en la reproducción.
Los investigadores también encontraron que la fertilización in vitro es menos exitosa en las mujeres cuando se han identificado más DECs en el líquido folicular que rodea los óvulos.
“Todo esto significa que, en teoría, la exposición a estos químicos, incluso en el desarrollo temprano, puede llevar a una menor cantidad de óvulos y luego tal vez a una menopausia temprana y problemas de fertilidad”, advierte van Duursen.
Aunque la iniciativa de investigación FREIA finalizó en 2024, el trabajo del equipo continúa. El próximo gran paso será estudiar la función de los óvulos en mujeres adultas.
Las personas pueden estar expuestas a los DECs a través de los alimentos que consumen, especialmente cuando se calientan en envases de plástico, los productos que se aplican sobre la piel y las toxinas liberadas al aire por muebles y textiles tratados químicamente.
Algunos de estos productos químicos interfieren con el sistema hormonal del cuerpo imitando hormonas como el estrógeno y uniéndose a los receptores hormonales, bloqueando así el correcto funcionamiento de las hormonas naturales.
La directora de ciencia e investigación del grupo de defensa Voces de Mujeres por la Tierra, Alexandra Scranton, enfatiza que las mujeres no necesariamente corren mayor riesgo de sufrir los efectos dañinos de los DECs que los hombres, pero pueden verse afectadas de manera desproporcionada por estos productos químicos como resultado de sesgos de género ocupacionales.
“Cuando trabajas en una peluquería o como limpiadora (ocupaciones a menudo 'invisibles' que son mayoritariamente femeninas), estás en contacto constante con productos de limpieza, champús, tintes para el cabello, relajantes, alisadores, productos de peinado, todos los cuales pueden contener DECs”, ejemplifica Scranton.
Aunque los DECs están cubiertos por REACH, una regulación integral de la Unión Europea (UE) que tiene como objetivo proteger a los seres humanos y al medio ambiente de los efectos de las sustancias químicas, la UE ha reconocido la importancia de regular estas sustancias de manera más estricta.
Las investigaciones que mejoran la capacidad de identificar y detectar DECs sólo pueden ayudar en este sentido.
Hasta la fecha, los ocho proyectos del grupo EURION han compilado una lista de 100 métodos de prueba para mejorar la identificación de DECs. Varias de estas pruebas están siendo validadas por laboratorios independientes. Con el tiempo, se espera que algunas contribuyan a restringir aún más el uso de DECs.
Afortunadamente, ya existen medidas que las personas pueden tomar para protegerse, y el equipo de investigación de FREIA se esfuerza por ayudar a los consumidores a evitar los DECs siempre que sea posible. Con esto en mente, publicaron recomendaciones para minimizar el contacto con estas sustancias químicas peligrosas.
Estos incluyen consejos simples como lavar la ropa nueva antes de usarla, no calentar alimentos en el microondas en recipientes de plástico y aspirar la casa regularmente para eliminar el polvo contaminado con DECs.
“Las mujeres merecen comprender la realidad en la que viven y tenemos la responsabilidad de informarlas”, subraya van Duursen.
“Estamos rodeados de productos químicos, pero algunos que son potencialmente dañinos se pueden evitar con bastante facilidad y a bajo costo”, concluye.