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Consumir alimentos ricos en energía y azúcar muestra una fuerte asociación con el bajo estado de ánimo

Consumir alimentos ricos en energía y azúcar muestra una fuerte asociación con el bajo estado de ánimo

El estudio respalda la asociación conocida entre el consumo elevado de energía y azúcar con la depresión y, como nueva evidencia, con la anhedonia, uno de los síntomas principales de dicha enfermedad
Depresion
Se prevé que la depresión represente la mayor carga de enfermedad para 2030.

La prevalencia promedio de la depresión a lo largo de la vida es del 12 % y se prevé que represente la mayor carga de enfermedad para 2030. Si bien varios factores depresógenos, como el sexo femenino y la heredabilidad, no son modificables, otros, como los hábitos alimentarios, sí pueden modificarse. El riesgo de depresión es el doble en personas obesas que en personas con peso normal.  

 

En general, se ha sugerido que comer es uno de los comportamientos hedónicos más importantes y, presumiblemente, las personas con depresión son susceptibles a consumir carbohidratos con el objetivo de auto-calmarse o auto-congraciarse, ya que el rol gratificante de comer alimentos dulces podría resultar en un alivio temporal del bajo estado de ánimo.  

 

Por otro lado, la anhedonia (es decir, falta de motivación, interés y placer), uno de los dos síntomas centrales de la depresión, se correlaciona con una sensibilidad a la recompensa embotada y muestra una asociación inconsistente con la ingesta de alimentos. La pérdida de apetito puede interpretarse como una dimensión anhedónica crítica de la depresión.  

 

Al mismo tiempo, estudios recientes detectaron que las personas con anhedonia autoreportada consumían más bebidas azucaradas en comparación con los participantes sin anhedonia y mostraban una ingesta más central de alimentos con un índice glucémico alto o medio, y que la anhedonia predecía el aumento de peso a largo plazo (durante un año).  

 

Según evidencia reciente, el consumo total de azúcar aumenta el riesgo de depresión, muy probablemente de una manera dosis-respuesta. Sin embargo, estos estudios generalmente se centraron solo en la ingesta total o agregada de azúcar, principalmente en bebidas. Además, ningún estudio ha abordado específicamente la relación entre la anhedonia y los subtipos de azúcar. 

 

Por otro lado, la asociación entre la depresión y la ingesta de carbohidratos puede ser más compleja y bilateral por naturaleza, lo que lleva a un círculo vicioso, ya que la depresión se asocia con un mayor ansia de carbohidratos, ya que los carbohidratos parecen mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas depresivos. La dirección del efecto de la asociación depresión-carbohidratos está poco estudiada y ningún estudio ha abordado este tema probando directamente ambas direcciones del efecto. 

 

Frente a este panorama, un nuevo estudio se propuso como objetivo investigar las asociaciones bidireccionales entre la depresión y la anhedonia, y la ingesta de energía, carbohidratos, azúcar total y subtipos de azúcar en una muestra de mas de 100,000 pacientes con depresión y controles sin depresión. 

 

Para ello, se construyeron modelos de regresión bidireccional para dos variables de depresión de por vida (CIE-10 y CIDI), dos puntuaciones de depresión actual (PHQ-9 y una puntuación de cuatro ítems) y dos ítems de anhedonia como resultados con 14 predictores de nutrientes, y luego en la dirección opuesta, con nutrientes como resultados.   

 

Consumo de azúcares y su vínculo con la depresión  

 

Los principales resultados mostraron que la densidad energética, el azúcar libre, la lactosa, otros azúcares y la ingesta de sacarosa fueron mayores, mientras que la ingesta de fructosa y glucosa fue menor en pacientes deprimidos en comparación con los sujetos de control. “Se encontraron fuertes asociaciones positivas entre las medidas de energía, carbohidratos, azúcar libre, lactosa, maltosa, otros azúcares y la ingesta de sacarosa y casi todas las medidas de depresión, incluyendo la anhedonia”, mencionan los autores.  

 

Por el contrario, la ingesta de fructosa y glucosa mostró asociaciones negativas con la mayoría de las medidas anteriores. El sexo, la edad y el IMC como predictores no mostraron efectos importantes en estas asociaciones.   

 

De acuerdo con los investigadores, aunque los controles tuvieron una mayor ingesta de energía y energía proveniente de bebidas, los pacientes deprimidos aún mostraron una mayor densidad energética y peso total de solo bebidas. Curiosamente, comentan que “no se encontraron diferencias en el consumo de carbohidratos entre las personas deprimidas y los controles”, pero aclaran que “la ingesta de casi todos los subtipos de azúcar medidos mostró diferencias significativas entre los dos grupos”.  

 

En este sentido, la ingesta diaria de la mayoría de los subtipos de azúcar (azúcar libre, lactosa, azúcares extrínsecos no lácteos, otros azúcares y sacarosa) fue elevada en pacientes deprimidos, mientras que la ingesta de tres tipos de azúcar (fructosa, glucosa y maltosa) fue mayor en los controles. “Mirando las asociaciones bidireccionales, observamos resultados casi idénticos en ambas direcciones: es decir, el efecto de los factores de la dieta sobre la depresión y viceversa”, destacan.  

 

Las asociaciones bidireccionales entre las puntuaciones de anhedonia y la energía, los carbohidratos y la ingesta de azúcar fueron en general también positivas. Estas asociaciones también fueron similares en pacientes y controles. Se encontraron asociaciones bidireccionales positivas altamente significativas de las puntuaciones de anhedonia en pacientes y controles con la densidad energética, el azúcar libre, los azúcares extrínsecos no lácteos y la ingesta de sacarosa.  

 

La única diferencia general entre estas asociaciones fue que los coeficientes de regresión en la dirección de la ingesta de nutrientes hacia las puntuaciones (ya sea depresión o anhedonia) fueron algo más altos en los pacientes deprimidos que en los controles; Mientras que en la dirección de las puntuaciones hacia la ingesta, los coeficientes fueron generalmente más altos en los controles que en los pacientes.  

 

Además, el nuevo trabajo explica que hubo algunas excepciones entre los diferentes subtipos de azúcar. “La fructosa mostró asociaciones bidireccionales negativas consistentes con la depresión actual y la anhedonia, mientras que los azúcares intrínsecos y de la leche mostraron una asociación bidireccional positiva con la depresión a lo largo de la vida, pero asociaciones principalmente negativas con la anhedonia y la depresión actual”. La glucosa también mostró una asociación bidireccional positiva con la depresión a lo largo de la vida.  

 

Por lo tanto, los resultados sugieren que “el fácil acceso a bebidas y alimentos azucarados ilimitados podría ser una solución común para muchos, especialmente en caso de bajo estado de ánimo o anhedonia. La estimulación recurrente del sistema de recompensa por alimentos y bebidas azucarados de alto contenido energético puede promover conductas similares a las adictivas y conducen a enfermedades propias de la civilización, como la diabetes tipo II y la obesidad”.  

 

A pesar de los hallazgos, advierten que “se necesitan más estudios para explorar la relación entre la ingesta dietética de subtipos de azúcar y la depresión, así como los síntomas específicos de la depresión, como la anhedonia”.  

 

En resumen, el estudio respalda la asociación conocida entre el consumo elevado de energía y azúcar con la depresión y, como nueva evidencia, con la anhedonia, uno de los síntomas principales de dicha enfermedad.  

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