El término nutracéutico es una expresión híbrida entre nutrición y farmacéutico, que se refiere a cualquier compuesto bioactivo que puede proporcionar valor tanto nutricional como medicinal. La gran mayoría de dichos compuestos en la dieta humana son de origen herbal, es decir, son constituyentes bioactivos de plantas comestibles.
Estos compuestos herbales tienen beneficios en una amplia gama de áreas terapéuticas en muchas formulaciones. Numerosos estudios han destacado el potencial de los nutracéuticos en la prevención y el manejo de enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares, cáncer, osteoartritis, diabetes y trastornos neurológicos.
La barrera hematoencefálica (BHE) es una de las principales interfaces entre la circulación sistémica y el cerebro, manteniendo la homeostasis fundamental de las funciones cerebrales. Las células endoteliales cerebrales que constituyen la base funcional de la BHE son uno de los principales objetivos celulares de los productos naturales dietéticos.
Basándose en estudios recientes, la Sociedad Española de Salud de Precisión (SESAP) describe los mecanismos clave por los que los nutracéuticos actúan sobre la BHE y aporta recomendaciones prácticas basadas en la última evidencia disponible para los profesionales de la salud.
Los nutracéuticos protegen la integridad de la barrera hematoencefálica (BHE) mediante acciones que van desde el refuerzo de las uniones intercelulares hasta la modulación de vías de señalización claves. En este sentido, identifican cuatro mecanismos clave y su relevancia clínica, los cuales serán abordados a continuación.
De acuerdo con lo explicado por los expertos, “la resistencia física de la BHE depende en gran medida de las proteínas de unión estrecha como ZO-1, ocludina y claudinas”. En este sentido, indican que numerosos estudios muestran que nutracéuticos restauran o aumentan la expresión de estos componentes tras lesiones.
Por ejemplo, en modelos animales de hemorragia subaracnoidea, revelan que “la apigenina redujo la permeabilidad de la BHE y elevó los niveles de ZO-1 y ocludina, mitigando edema y daño vascular”. Por otra parte, tras isquemia cerebral, el β-caroteno mejoró la integridad de la barrera aumentando occludina y ZO-1, y disminuyó la generación de peroxinitrito, un radical que degrada uniones estrechas.
Teniendo en cuenta esto, sugieren que, en pacientes con accidente cerebrovascular isquémico, “estos hallazgos destacan un posible rol coadyuvante de carotenoides o flavonoides para frenar la disrupción vascular, siempre en el contexto de tratamientos estándar de reperfusión”.
Más allá de las uniones, la BHE regula el paso de nutrientes y el eflujo de toxinas mediante transportadores (GLUT1, P-gp, BCRP). En modelos preclínicos, nutracéuticos han demostrado que el Borneol, un monoterpeno, aumentó la expresión de receptores a la vez redujo la actividad de bombas de eflujo, lo que mejoró la penetración de fármacos neurológicos en la zona perivascular.
Asimismo, en un modelo de enfermedad de Alzheimer, la combinación de pigmentos de uva (epicatequina, galato de epigalocatequina y resveratrol) potenció la captación y transporte de Aβ1–40, acelerando la eliminación de péptidos neurotóxicos.
Respecto a la aplicación clínica de estos hallazgos, los catedráticos señalan que “en condiciones en que la entrega de fármacos al SNC es limitada, investigar adyuvantes como borneol podría optimizar la eficacia de terapias para Alzheimer u otras enfermedades neurodegenerativas”.
Según la SESAP, “diversos nutracéuticos desencadenan señalización que promueve la supervivencia de las células endoteliales y la estabilidad de la BHE”.
“La ruta PI3K-AKT, clave para impedir la apoptopsis, se activa con compuestos como α-lipoico, quercetina y sulforafano, reduciendo la actividad de GSK-3β y favoreciendo factores pro-vida", explican. Además, agregan que “la señalización WNT/β-catenina, esencial en la formación y mantenimiento de la BHE, se potenció in vitro con astaxantina y pterostilbeno, incrementando la cohesión celular y resistencia al estrés isquémico”.
“Pacientes con traumatismo craneal leve podrían beneficiarse de fórmulas que incluyan estos nutracéuticos, ayudando a preservar la viabilidad endotelial y reducir riesgo de edema secundario”, resaltan los expertos.
La barrera hematoencefálica (BHE) sufre daño por radicales libres y mediadores inflamatorios tras lesiones. En este sentido, comentan que los nutracéuticos intervienen en dos frentes. En primer lugar, participan en la activación de NRF2. “Sulforafano, genisteína y quercetina inducen la translocación de NRF2 al núcleo, estimulando enzimas antioxidantes (SOD, catalasa, GPX) y disminuyendo especies reactivas del oxígeno”, sugieren.
El otro mecanismo incluye la inhibición de NF-κB y MAPKs. Según lo reportado, “los flavonoides como curcumina y chrysin bloquean la vía NF-κB, reduciendo la producción de IL-1β, TNF-α, MMP-9 y moléculas de adhesión (ICAM-1, VCAM-1) que facilitan la extravasación leucocitaria”.
“En esclerosis múltiple o encefalopatías inflamatorias, estos nutracéuticos podrían servir de terapia adyuvante para limitar el daño mediado por inmunocélulas y radicales libres, sin sustituir los inmunomoduladores convencionales”, indican.
“Estos cuatro mecanismos conforman un arsenal multifacético con que los nutracéuticos protegen la BHE. En la práctica clínica, conocer estas vías ayuda a seleccionar suplementos adecuados según la patología: carotenoides o flavonoides tras un ictus, sulforafano o quercetina en trauma o inflamación, y formulaciones con borneol para mejorar la entrega de fármacos al cerebro”, mencionan.
En cada caso, la dosis y la biodisponibilidad son críticas: muchos compuestos (curcumina, resveratrol) tienen baja absorción, por lo que “conviene usar formulaciones mejoradas (nanopartículas, complejos fosfolipídicos)”. Además, destacan que “el acceso temprano tras el evento maximiza el beneficio protector”.
Aunque en general se presentaron como seguros, la SESAP advierte que “los nutracéuticos pueden interactuar con fármacos y presentar toxicidad según dosis o genética”.
“Sustancias como borneol, quercetina y genisteína modulan la farmacocinética de fármacos, alterando su concentración en el SNC y en sangre. Esto se debe a que interaccionan con bombas de eflujo y los CYPs”, revelan.
Aunque los estudios in vitro no mostraron citotoxicidad en concentraciones terapéuticas, aclaran que “las dosis excesivas de fitocompuestos pueden inducir hepatotoxicidad (té verde, ginseng) o cardiotoxicidad (cafeína) y, en casos de multivitamínicos, sobrecarga de micronutrientes con riesgo de interacciones metabólicas”.
De esta manera, recomienda a los profesionales: “documentar siempre el uso de suplementos en la historia clínica, ajustar dosis a rangos seguros y monitorizar posibles efectos adversos o interacciones, especialmente en pacientes polimedicados”.
“En el día a día clínico, un enfoque que combine dietoterapia, suplementos con respaldo preclínico y tratamientos convencionales ofrece la mejor perspectiva para preservar la barrera hematoencefálica y mejorar los resultados en patologías neurológicas”, concluyen.