Aunque la inflamación cumple una función vital en los sistemas de defensa y reparación del cuerpo, la inflamación crónica puede causar más daño que beneficio. Esto puede generar dudas acerca de qué se puede hacer al respecto.
De hecho, hay muchas cosas que se pueden hacer, y es posible que las personas ya las estén llevando a cabo, ya que algunas de las formas más importantes de combatir la inflamación son medidas que deberían tomarse de forma rutinaria.
En este sentido, Robert H. Shmerling, profesor en la Facultad de Medicina de Harvard, detalló los elementos clave de la lucha contra la inflamación crónica: prevención, detección y tratamiento.
Elegir una dieta saludable. Los alimentos individuales tienen un impacto relativamente pequeño en la inflamación a nivel corporal, por lo que, no, comer más col rizada probablemente no ayude mucho. Sin embargo, asegurarse de consumir muchas frutas y verduras, cereales integrales, grasas saludables y legumbres (a veces llamada dieta antiinflamatoria) puede reducir la inflamación y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardíacas. Estas dietas no solo pueden ayudar a reducir la inflamación por sí solas, sino que también reemplazar los alimentos que la aumentan (como las bebidas azucaradas y los alimentos altamente procesados) beneficia al cuerpo.
Realizar ejercicio con regularidad. La actividad física puede ayudar a contrarrestar algunos tipos de inflamación mediante la regulación del sistema inmunitario. Por ejemplo, el ejercicio tiene efectos antiinflamatorios sobre los glóbulos blancos y los mensajeros químicos llamados citocinas.
Mantener un peso saludable. Debido a que el exceso de grasa en las células estimula la inflamación en todo el cuerpo, evitar el sobrepeso es una forma importante de prevenir la inflamación relacionada con la grasa. Mantener el peso bajo control también reduce el riesgo de diabetes tipo 2, una enfermedad que en sí misma causa inflamación crónica.
Controlar el estrés. La activación repetida de las hormonas del estrés contribuye a la inflamación crónica. El yoga, la respiración profunda, las prácticas de atención plena y otras formas de relajación pueden ayudar a calmar el sistema nervioso.
No fumar. Las toxinas inhaladas a través del humo del cigarrillo provocan inflamación en las vías respiratorias, dañan el tejido pulmonar y aumentan el riesgo de cáncer de pulmón y otros problemas de salud.
Prevenir afecciones inflamatorias, como:
Infecciones: Tomar medidas para evitar infecciones que puedan causar inflamación crónica, como el VIH, la hepatitis C y la COVID-19. Practicar sexo seguro, no compartir agujas y vacunarse de forma habitual son estrategias preventivas eficaces.
Cáncer: Realizar pruebas de detección de cáncer según el cronograma recomendado por los médicos. Por ejemplo, la colonoscopia puede detectar y extirpar pólipos que, más adelante, podrían volverse cancerosos.
Alergias: Evitar los desencadenantes del asma, el eccema o las reacciones alérgicas puede reducir la carga de inflamación en el cuerpo.
Si bien no se recomienda realizar pruebas de inflamación de manera rutinaria, pueden ser útiles en algunas situaciones. Por ejemplo, las pruebas pueden ayudar a diagnosticar ciertas afecciones (como la arteritis temporal) o a monitorear qué tan bien el tratamiento controla una afección inflamatoria (como la enfermedad de Crohn o la artritis reumatoide).
Sin embargo, no existen pruebas perfectas para detectar la inflamación. La mejor manera de saber si hay inflamación es recibir atención médica de rutina. Consultar a un médico de atención primaria, revisar el historial médico y los síntomas, realizar un examen físico y algunas pruebas médicas básicas son puntos de partida razonables. Dicha atención de rutina no suele incluir pruebas específicas para detectar inflamación.
A primera vista, tratar una inflamación crónica no saludable puede parecer tan simple como tomar medicamentos antiinflamatorios, pero en realidad implica mucho más que eso.
Los medicamentos antiinflamatorios pueden ser útiles para tratar una afección inflamatoria. Existen numerosas opciones aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) que están ampliamente disponibles, muchas de ellas en versiones genéricas económicas. Además, estos medicamentos existen desde hace décadas.
Los corticosteroides, como la prednisona, son el tratamiento de referencia. Estos potentes medicamentos antiinflamatorios pueden salvar vidas en diversas afecciones, desde el asma hasta reacciones alérgicas.
Otros medicamentos antiinflamatorios también pueden ser muy eficaces para tratar afecciones inflamatorias. El ibuprofeno, el naproxeno y la aspirina se encuentran entre los aproximadamente 20 medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) que se presentan en diferentes formatos: píldoras, comprimidos, líquidos orales, productos tópicos, inyecciones e incluso supositorios.
Sin embargo, depender únicamente de medicamentos antiinflamatorios para la inflamación crónica no suele ser la mejor opción, ya que estos pueden requerir un uso prolongado y causar efectos secundarios indeseados. Es preferible identificar y tratar la causa subyacente de la inflamación. Adoptar este enfoque puede curar o controlar muchos tipos de inflamación crónica y, en algunos casos, eliminar la necesidad de otros tratamientos antiinflamatorios.
Por ejemplo, la inflamación crónica del hígado debido a la infección por hepatitis C puede provocar cicatrices, cirrosis y, eventualmente, insuficiencia hepática. Los medicamentos antiinflamatorios no resuelven el problema, no son particularmente eficaces y pueden causar efectos secundarios intolerables. En cambio, los tratamientos actuales pueden curar la mayoría de los casos de hepatitis C crónica. Una vez erradicada la infección, no se necesita un tratamiento antiinflamatorio.
De manera similar, en personas con artritis reumatoide, los medicamentos antiinflamatorios como el ibuprofeno o los esteroides pueden proporcionar alivio a corto plazo, pero el daño articular podría seguir avanzando. Controlar la enfermedad con medicamentos como el metotrexato o el etanercept puede proteger las articulaciones y eliminar la necesidad de otros antiinflamatorios.
Si bien la inflamación crónica está estrechamente relacionada con diversas enfermedades crónicas, eliminarla no siempre es el único ni el mejor enfoque.
Afortunadamente, existen medidas para combatir o incluso prevenir la inflamación no saludable. Llevar una "vida antiinflamatoria" no siempre es fácil, pero, si es posible, tiene un beneficio adicional: muchas de las prácticas consideradas antiinflamatorias son, en general, buenas para la salud y sus efectos positivos van mucho más allá de la reducción de la inflamación.