Estudios recientes destacan el papel potencial de los ácidos grasos omega-3 en la protección de la salud cerebral, especialmente entre los adultos mayores. Estas grasas esenciales, presentes en pescados grasos como el salmón, ofrecen beneficios para la salud cardiaca, la inflamación y la función cerebral.
Ahora, dos estudios sugieren que también pueden beneficiar a las personas con mayor riesgo de deterioro cognitivo, como los portadores del alelo ε4 del gen de la apolipoproteína E (APOE4). Los portadores de APOE4 tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía, aunque la enfermedad no está garantizada y los factores de estilo de vida también influyen en el riesgo.
Los ácidos grasos omega-3 son grasas saludables que son fundamentales para el organismo. Los tres tipos principales son:
ALA (ácido alfa-linolénico): se encuentra en aceites vegetales como el de linaza y el de nueces.
EPA (ácido eicosapentaenoico): se encuentra en pescados grasos y favorece la salud del corazón y el cerebro.
DHA (ácido docosahexaenoico): un componente clave de las membranas de las células cerebrales, el DHA también se encuentra en los mariscos y es particularmente importante para la función cognitiva.
Los médicos recomiendan comer pescado rico en omega-3 dos veces por semana o tomar suplementos para mantener niveles óptimos.
Las personas con la variante del gen APOE4 pueden experimentar una alteración del transporte de colesterol en el cerebro y una mayor acumulación de placa amiloide, lo que aumenta el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Los cerebros de los portadores de APOE4 tienen necesidades específicas. Requieren más DHA, un tipo de ácido graso omega-3, para funcionar con normalidad. El DHA ayuda a mantener las membranas neuronales, reduce la inflamación y favorece la comunicación nerviosa.
Los estudios sugieren que la suplementación con DHA puede compensar las deficiencias de DHA comunes en los portadores de APOE4. La suplementación con DHA podría favorecer la función cerebral, retrasar el deterioro cognitivo y proteger la salud cerebral.
Un estudio exploró los efectos de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (PUFA, por sus siglas en inglés) en la salud cerebral de los adultos mayores.
El estudio fue un ensayo clínico aleatorizado, controlado con placebo y cuádruple ciego en el que participaron 102 personas. Los participantes eran adultos de 75 años o más sin demencia, pero con niveles de PUFA plasmáticos subóptimos y lesiones en la sustancia blanca (daño a la sustancia blanca del cerebro) que indicaban un posible aumento del riesgo de deterioro cognitivo. Recibieron 1,65 gramos por día de PUFA omega-3 (975 mg de EPA y 650 mg de DHA) o un placebo de aceite de soja con el mismo sabor, olor y apariencia durante tres años. Los participantes eran homogéneos desde el punto de vista demográfico y geográfico, lo que puede limitar la generalización de los hallazgos a otras poblaciones.
El principal hallazgo del estudio fue que diferentes combinaciones de EPA y DHA resultaron eficaces para diferentes grupos. Los investigadores descubrieron que un suplemento de omega-3 con predominio de EPA puede proporcionar algún beneficio a los portadores de APOE4 que no tienen demencia ni lesiones en la sustancia blanca, y un suplemento de omega-3 con predominio de DHA puede beneficiar a los no portadores de APOE4 con enfermedad de Alzheimer de leve a moderada.
El ensayo clínico PreventE4 examinó el impacto del DHA en la salud cerebral. El estudio se presentó en la reunión anual de Ensayos Clínicos sobre la Enfermedad de Alzheimer en Madrid el 31 de octubre de 2024.
El estudio fue un ensayo doble ciego, de un solo centro, en el que participaron personas con deterioro cognitivo, al menos un factor de riesgo de demencia vascular y un consumo limitado de mariscos. Por diseño, la mitad de la población del estudio tenía al menos un alelo APOE4. La edad media de los participantes era de 66 años y el 59 % eran mujeres. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a suplementos de DHA de dos gramos por día o placebo durante dos años. Todos los participantes recibieron un suplemento de complejo de vitamina B. 225 personas completaron el ensayo. El ensayo finalizó recientemente y los análisis de datos están en curso.
Los resultados mostraron que la suplementación con dosis altas de DHA mejoró los niveles de DHA en el cerebro de los portadores de APOE4, y los niveles más altos de DHA se relacionaron con mejores puntajes en pruebas cognitivas.
Estos hallazgos resaltan la importancia del DHA para apoyar la función cerebral antes de que aparezcan los síntomas de demencia.
La dosis es importante: la dosis adecuada varía para cada persona. Los expertos recomiendan consultar con un médico antes de comenzar a tomar suplementos de omega-3.
El momento es clave: los beneficios son mayores cuando la suplementación con omega-3 comienza temprano, antes de un deterioro cognitivo notable.
Tratamiento personalizado: las pruebas genéticas pueden ayudar a determinar si los suplementos de omega-3 podrían beneficiarlo.
Los ácidos grasos omega-3, en particular el DHA, tienen potencial para proteger la salud cerebral, especialmente en el caso de los portadores de APOE4. Añadir alimentos ricos en omega-3, como el salmón, la caballa y las nueces a su dieta, puede favorecer la función cerebral a medida que envejece. Si le preocupa su salud cognitiva, consulte con su médico para hablar sobre suplementos de omega-3 y pruebas genéticas.
Estos nuevos estudios se suman a las evidencias previas de que los ácidos grasos omega-3 preservan la salud cerebral. También se le brindó apoyó a otro análisis sobre el impacto de la testosterona o el aceite de pescado (DHA) versus placebo en la aparición de placa amiloide asociada con la enfermedad de Alzheimer en hombres con problemas de memoria.
Si bien los datos de estos últimos estudios son prometedores, se necesitan más estudios para confirmar los hallazgos y refinar las estrategias de tratamiento. Los ensayos clínicos a gran escala ayudarán a determinar las mejores dosis y formas de suplementos de omega-3 para las personas en riesgo.
Al comprender las necesidades únicas del cerebro, se pueden tomar medidas proactivas para mantener la salud cognitiva y disfrutar de una mejor calidad de vida a medida que envejecemos.