El reloj circadiano es un sistema endógeno de cronometraje que regula diversos procesos fisiológicos y comportamentales. Recientemente, se ha demostrado que el horario de la actividad física y la ingesta de alimentos pueden influir significativamente en la salud metabólica muscular.
Algunas evidencias clínicas recientes apuntan que la actividad física practicada a última hora de la tarde puede ser más efectiva en términos de rendimiento y fuerza muscular. Estudios preclínicos han puesto de relieve que la explicación de este efecto radica en la diferente expresión diaria en el músculo de los genes del reloj y de los genes controlados por el reloj implicados en el desarrollo y la hipertrofia muscular.
En conjunción con los avances científicos en la comprensión de los mecanismos moleculares que regulan los ritmos circadianos y la trofia muscular, la crononutrición ha ganado resonancia científica y se ha convertido en un campo prometedor, destinado a comprender la regulación del metabolismo corporal.
Estudios clínicos y preclínicos han demostrado que el consumo de proteínas en puntos horarios circadianos específicos durante el día, o precisamente después del ejercicio, puede activar vías de señalización implicadas en la síntesis de proteínas musculares y, por tanto, favorecer el desarrollo de la masa muscular esquelética, así como la biogénesis mitocondrial, mejorando así la producción y la función energética de las células del músculo esquelético.
Frente a estos descubrimientos, un equipo de investigadores internacionales realizó una revisión sistemática en la que se resume la literatura científica actual sobre el cronoejercicio y la crononutrición y la salud muscular, centrándose en los mecanismos moleculares que implican la regulación circadiana de la masa muscular, la fuerza y la salud.
Los resultados del análisis muestran que el pico de efectividad del rendimiento deportivo se produce en las horas correspondientes a la tarde/noche. “Existen fluctuaciones hormonales circadianas fisiológicas que influyen significativamente en el metabolismo de la glucosa y los lípidos musculares”, comentan los autores.
En particular, las variaciones diurnas de la testosterona y el cortisol influyen en gran medida en el rendimiento físico y, en consecuencia, regulan la eficiencia circadiana de la actividad del músculo esquelético.
La testosterona, conocida por su efecto anabólico fisiológico en el músculo esquelético y mayores niveles de secreción en las primeras horas de la mañana, se ve contrarrestada por el efecto catabólico del cortisol, que alcanza un pico en la mañana. Sin embargo, explican que “la máxima actividad biológica de la testosterona tiene lugar en las horas de la tarde, período del día en el que se ha demostrado una mayor efectividad de la respuesta a los deportes de resistencia”.
La distribución de proteínas a lo largo del día influye en el metabolismo muscular teniendo en cuenta que “consumir proteínas de manera uniforme en las comidas, en lugar de en grandes cantidades de una sola vez, puede optimizar la síntesis de proteínas musculares y la salud muscular en general”, señala el estudio.
Aunque en las últimas décadas, la literatura científica sobre la crononutrición se ha fortalecido, el conocimiento molecular sobre el momento de la ingesta de carbohidratos parece ser más pobre en comparación con los estudios realizados sobre la ingesta cronometrada de proteínas.
Sin embargo, el momento del consumo de carbohidratos en relación con el músculo esquelético es una preocupación importante, ya que puede influir en el almacenamiento de glucógeno muscular, la síntesis de proteínas y la adaptación muscular general al ejercicio.
En este sentido, destacan que “el consumo cronometrado de carbohidratos puede apoyar el ejercicio físico al restablecer el equilibrio del glucógeno”.
Las alteraciones del ritmo circadiano, como los patrones de sueño irregulares o el trabajo por turnos, pueden perjudicar la función muscular y contribuir al desgaste muscular. Al mismo tiempo, la alteración de un reloj muscular específico contribuye a la desestructuración y disfunción muscular. Por lo que, “comprender las interacciones entre la cronobiología, la crononutrición y la salud del músculo esquelético tiene implicaciones importantes para prevenir y tratar afecciones como la sarcopenia y el desgaste muscular”, enfatizan los autores.
“Estudios futuros que exploren los mecanismos moleculares que subyacen a estas relaciones guiarán estrategias efectivas para promover la salud y la función muscular a través de horarios de comida optimizados y la alineación del ritmo circadiano”, concluyen.