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Hallan que uno de los polifenoles del té verde presenta propiedades hepatoprotectoras

Hallan que uno de los polifenoles del té verde presenta propiedades hepatoprotectoras

Uno de polifenoles presentes en el té verde muestra significativas propiedades hepatoprotectoras, pero su uso clínico enfrenta desafíos de biodisponibilidad que requieren más investigación a futuro
Té verde hepatoprotector
Las catequinas son los principales productos activos presentes en el té.

El hígado es el principal órgano metabólico y desempeña un papel vital en el mantenimiento de la estabilidad fisiológica. A su vez, se ve influenciado por diversos factores externos e internos, algunos de los cuales dañan las células hepáticas y causan enfermedades hepáticas.

 

Las infecciones virales, como el virus de la hepatitis B (VHB) y el virus de la hepatitis C (VHC), son una causa común de enfermedades hepáticas. Pueden generar altos niveles de inflamación hepática y la infección viral persistente puede provocar fibrosis, cirrosis e incluso cáncer de hígado. 

 

Además, el aumento simultáneo de los malos hábitos de vida y la falta de ejercicio suficiente han contribuido a un rápido aumento de la prevalencia de la obesidad. Se pueden acumular grandes cantidades de grasa en las células hepáticas, lo que lleva al desarrollo de un hígado graso. Esto afecta las funciones fisiológicas normales del hígado e induce una respuesta inflamatoria que puede causar más daño hepático. 

 

El carcinoma hepatocelular es una de las neoplasias malignas más letales del mundo y su prevalencia ha aumentado cada año. Además, la hepatitis viral y la esteatohepatitis pueden eventualmente evolucionar a carcinoma hepatocelular si no se tratan a tiempo. Por lo tanto, la identificación de suplementos alimenticios o medicamentos que puedan ayudar a prevenir y tratar las enfermedades hepáticas es un importante foco de investigación en la actualidad.

 

Papel del té verde en la salud del hígado

 

El té verde representa aproximadamente el 20 % del consumo mundial de té y entre sus diferentes metabolitos, los polifenoles están presentes en altos niveles, representando alrededor del 18–36 % de su peso seco. 

 

Los polifenoles del té incluyen principalmente catequinas, flavonoides y glucósidos flavonoides, antocianinas, ácidos fenólicos y ácidos fenólicos condensados. Entre estos, las catequinas son los principales productos activos, representando alrededor del 12–24 % del peso seco de las hojas de té. 

 

Hay cuatro tipos principales de catequina: epicatequina (EC), epigalocatequina (EGC), galato de epicatequina (ECG) y galato de epigalocatequina (EGCG). De estos, el EGCG muestra los niveles más altos, representando el 50–80 % del total de catequinas en el té verde. 

 

En los últimos 20 años, una gran cantidad de estudios in vitro e in vivo y datos epidemiológicos han demostrado que el EGCG tiene útiles funciones antivirales, antibacterianas, antioxidantes, hipoglucémicas e hipolipidémicas. Además, el EGCG también puede prevenir enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares y proteger el hígado, los riñones y el sistema nervioso, lo que lo convierte en un importante agente potenciador de la salud. 

 

Su excelente capacidad antioxidante y actividad fisiológica indican que las catequinas son materias primas ideales para el desarrollo de suplementos diarios, alimentos funcionales y medicamentos.

 

En este contexto, una nueva revisión sistemática evaluó cómo el EGCG modula los efectos reguladores en diversas enfermedades hepáticas, como la hepatitis viral, la hepatitis autoinmune, la enfermedad del hígado graso y el carcinoma hepatocelular. 

 

¿Qué efectos tiene el EGCG sobre el desarrollo y progresión de diferentes patologías hepáticas?

 

Los resultados del análisis dejan ver que, en el contexto de la hepatitis viral, “el galato de epigalocatequina (EGCG) inhibe la invasión de células huésped y la replicación viral del VHB/VHC, reduciendo la carga viral y disminuyendo eficazmente la respuesta proinflamatoria inducida por la infección por el VHC”. 

 

Es decir, este compuesto “no solo inhibe la entrada y replicación de los virus de la hepatitis B y C en los hepatocitos, sino que también mitiga el daño hepatocítico causado por la inflamación inducida por la hepatitis”, aseguran los autores. 

 

En el caso de la hepatitis autoinmune, se comenta que EGCG regula el microambiente inflamatorio hepático y promueve un estado equilibrado de autofagia y apoptosis para mejorar la resistencia del hepatocito al daño. 

 

Los expertos mencionan que este polifenol exhibe un potencial terapéutico significativo contra el carcinoma hepatocelular. Esto último se debe a que “inhibe la proliferación tumoral, la invasión y la angiogénesis, además de lograr una regulación sinérgica al alterar ejes metabólicos y redes proteicas particulares”. 

 

“El uso combinado de EGCG y fármacos contra el carcinoma hepatocelular mejora la sensibilidad de las células cancerosas resistentes a los fármacos quimioterapéuticos, lo que conduce a mejores resultados terapéuticos”, enfatizan. 

 

Según la evidencia observada, en el tratamiento de la enfermedad del hígado graso relacionada con el metabolismo, el EGCG retarda eficazmente la progresión de la fibrosis hepática al intervenir en la reprogramación metabólica de la glucosa, el desequilibrio de la homeostasis lipídica y la toxicidad de los ácidos biliares. 

 

Asimismo, apuntan a que el galato de epigalocatequina (EGCG) podría tener beneficios sobre la función endotelial ya que colaboraría a estabilizar las placas de ateroma presentes en los vasos. “Los efectos pleiotrópicos del EGCG son notables y pueden atribuirse a su singular propiedad de pegamento molecular, que regula dinámicamente múltiples proteínas de señalización mediante interacciones con sus dominios hidrofóbicos”, expone el estudio

 

Complicaciones para la aplicación del galato de epigalocatequina

 

A pesar de las ventajosas propiedades reguladoras multidiana del EGCG, los autores mencionan que “su aplicación clínica se ve obstaculizada por desafíos como la baja biodisponibilidad, la corta vida media metabólica y la inadecuada focalización hepática”. 

 

En resumen, el EGCG posee propiedades hepatoprotectoras contra diversas formas de daño hepático y se perfila como un posible candidato farmacológico para las enfermedades hepáticas.

 

“Sin embargo, solo mediante la investigación exhaustiva del mecanismo y la innovación en las formas farmacéuticas, junto con la validación clínica, el EGCG puede pasar de ser una molécula multifacética en el laboratorio a un agente terapéutico preciso para las enfermedades hepáticas en la práctica clínica. Estos esfuerzos proporcionarán soluciones innovadoras para la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de las enfermedades hepáticas”, concluyen. 

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