La sarcopenia se define como una enfermedad progresiva y sistémica del músculo esquelético caracterizada por la pérdida de masa y función muscular. Los estudios han demostrado que su prevalencia alcanza el 5-13 % entre las personas de 60 a 70 años y aumenta al 11-50 % en las personas de 80 años o más, lo que plantea un desafío significativo.
Más allá de su asociación con un mayor riesgo de mortalidad, la sarcopenia se ha identificado como un indicador pronóstico crítico para la supervivencia y las complicaciones clínicas en pacientes con cáncer, disfunción renal, enfermedad hepática y trastornos metabólicos.
La prevención de la sarcopenia ha sido un área clave de enfoque, con investigaciones que identifican la edad, la inactividad física, los desequilibrios metabólicos y la disfunción neuromuscular como los principales factores de riesgo. En cuanto a los factores del estilo de vida, numerosos estudios han explorado los resultados musculares relacionados con los patrones dietéticos, lo que sugiere que la actividad física y el estado nutricional, influenciados por la ingesta dietética o la suplementación, están vinculados al riesgo de sarcopenia.
La composición de la microbiota intestinal está asociada con varios aspectos de la salud humana, y la dieta sirve como un determinante clave de la estructura y función de las comunidades microbianas intestinales. Las investigaciones han indicado que la disbiosis puede conducir a alteraciones significativas en el metabolismo del músculo esquelético a través del "eje intestino-músculo". Evidencia previa sugirió que los probióticos pueden regular el daño muscular relacionado con la edad.
Recientemente, se propuso el índice dietético para la Microbiota Intestinal (DI-GM, por sus siglas en inglés). A diferencia de los índices existentes, DI-GM incorpora alimentos específicos en lugar de grupos de alimentos e incluye productos lácteos fermentados, que son un componente dietético único crítico para la salud de la microbiota intestinal.
El Índice Inflamatorio Dietético (DII, por sus siglas en inglés) se introdujo en 2014 para cuantificar el efecto de los componentes dietéticos en seis biomarcadores inflamatorios (IL-1β, IL-4, IL-6, IL-10, TNF-α y proteína C reactiva). La inflamación crónica está relacionada con el desarrollo de varias enfermedades crónicas no transmisibles, y la dieta puede influir en estas enfermedades a través de mecanismos como la regulación de la microbiota intestinal. La bibliografía reciente que investigó la relación entre el DII y los problemas musculoesqueléticos en adultos encontró que las dietas proinflamatorias pueden estar asociadas con tales problemas. Esto podría deberse a los niveles elevados de citocinas inflamatorias séricas, que están relacionadas con una menor masa muscular y una función muscular más deficiente.
Sin embargo, a pesar de la creciente investigación sobre DI-GM, DII y sarcopenia los estudios sistemáticos que exploran esta asociación siguen siendo escasos. Como respuesta a esta brecha del conocimiento, un nuevo estudio investigó la asociación entre DI-GM y la sarcopenia, centrándose específicamente en el posible papel mediador del DII en esta relación.
Dada la creciente evidencia que sugiere que la dieta influye en la sarcopenia tanto directa como indirectamente a través de su impacto en la microbiota intestinal y la inflamación sistémica, plantearon la hipótesis de que DI-GM está inversamente asociada con la sarcopenia y que el DII media parcialmente esta asociación. Para comprobar estas hipótesis, utilizaron datos de 9470 personas obtenidos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) de 2005 a 2018.
Los resultados del análisis revelaron una correlación negativa entre el índice dietético para la Microbiota Intestinal (DI-GM) y la prevalencia de sarcopenia, mientras que DII mostro una correlación positiva con la misma.
“Los cambios en la composición de la microbiota intestinal pueden en realidad promover la inflamación crónica y la resistencia metabólica, lo que en última instancia conduce a un tamaño muscular reducido, una función muscular deteriorada y resultados clínicos adversos”, explican los autores.
Señalan que los metabolitos producidos por la microbiota intestinal tienen efectos potenciales sobre el músculo esquelético, a través de mecanismos como la acción de los ácidos grasos de cadena corta (SCFA). “Los SCFA, en particular el butirato, el propionato y el acetato, ejercen efectos antiinflamatorios, lo que reduce las citocinas proinflamatorias. Además, mejoran la masa muscular y la función al activar la vía de señalización mTOR en ratones con reducción muscular para mitigar la pérdida y disfunción muscular relacionada con la edad”, mencionan.
Comentan que un estudio de cohorte previo indicó que la diversidad microbiana intestinal reducida en los hombres está asociada con un índice de masa muscular esquelética bajo, lo que se alineo con sus hallazgos sobre la asociación entre DI-GM y sarcopenia.
El Índice Inflamatorio Dietético (DII) refleja efectivamente la relación entre la dieta y la inflamación. “La relación entre este índice y la masa muscular esquelética puede atribuirse a factores inflamatorios (incluidos PCR, IL-6 y TNF-α) que inhiben la actividad del factor de crecimiento similar a la insulina 1 (IGF-1), activando el sistema ubiquitina-proteasoma y provocando resistencia metabólica y pérdida de la homeostasis muscular”, comentan los expertos.
Este estudio proporciona más conocimientos sobre los posibles mecanismos por los cuales los patrones dietéticos influyen en el desarrollo de la sarcopenia. Según los autores, las dietas con altos puntajes DII, como las ricas en carnes rojas y procesadas, alimentos altos en grasas y azúcares, están estrechamente asociadas con estados proinflamatorios. Por el contrario, las dietas con bajos puntajes DII, incluidas las ricas en frutas, verduras y nueces, exhiben propiedades antiinflamatorias.
Las dietas con altos puntajes DI-GM, caracterizadas por alimentos ricos en fibra dietética y componentes beneficiosos (por ejemplo: granos integrales, legumbres, verduras y lácteos fermentados), pueden modular la composición y función de la microbiota intestinal, influyendo indirectamente en los niveles de inflamación. Las dietas altas en fibra dietética y componentes beneficiosos sirven como sustratos para la fermentación de la microbiota intestinal, lo que lleva a la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC). “Estos patrones dietéticos pueden desempeñar un papel protector contra la sarcopenia al reducir la inflamación y mejorar la salud de la microbiota intestinal”, aseveran.
“Con base en estos hallazgos, recomendamos adoptar patrones dietéticos antiinflamatorios y ricos en prebióticos, como la dieta mediterránea y la dieta DASH, como posibles estrategias para la prevención y el tratamiento de la sarcopenia. Combinar estas intervenciones dietéticas con suplementación de proteínas y entrenamiento de resistencia puede mejorar aún más su efectividad”, enfatiza el artículo.
En resumen, seguir las recomendaciones dietéticas basadas en índice dietético para la Microbiota Intestinal (DI-GM) puede reducir la prevalencia de sarcopenia. Además, el análisis de mediación con DII indica que una dieta antiinflamatoria puede contribuir a la reducción de la prevalencia de sarcopenia a través de sus efectos sobre DI-GM.
Este conocimiento resulta beneficioso para futuras recomendaciones dietéticas destinadas a prevenir enfermedades relacionadas con la salud del músculo esquelético.
“Al monitorear los hábitos dietéticos de una persona, el uso de la puntuación de DI-GM puede ayudar a evaluar el impacto de la dieta en la salud de la microbiota intestinal. Este enfoque es particularmente valioso para nutricionistas clínicos, profesionales de la salud pública e investigadores, ya que proporciona estrategias importantes para la prevención y el manejo clínico de la sarcopenia”, concluyen.