La fragilidad es una condición geriátrica compleja que se caracteriza por un deterioro en múltiples sistemas fisiológicos, lo que aumenta el riesgo de consecuencias adversas para la salud, como discapacidad, hospitalización y muerte.
A medida que la población mundial envejece y aumenta el número de adultos mayores, la fragilidad se convertirá en un problema cada vez más importante en la sociedad. La condición impone cargas tanto individuales como sociales, como una menor calidad de vida, soledad y una mayor demanda de cuidados a largo plazo.
La dieta se considera un determinante importante del desarrollo de la fragilidad en los adultos mayores. Los estudios han demostrado que las intervenciones nutricionales destinadas a mejorar la calidad de la dieta pueden ayudar a prevenir o retrasar la aparición de la fragilidad.
El café es un componente dietético común que se ha asociado con varios beneficios para la salud, incluido un riesgo reducido de diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y una mortalidad reducida. Los beneficios para la salud asociados con el consumo de café a menudo se atribuyen a la presencia de varios compuestos bioactivos en el café, como la cafeína y los polifenoles, que tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Considerando la participación de la inflamación y la desregulación neuroendocrina en la fisiopatología de la fragilidad, el consumo de café también puede estar relacionado con un menor riesgo de fragilidad. Sin embargo, la investigación sobre la asociación entre el consumo de café y la fragilidad es inconsistente, y la relación longitudinal entre el consumo de café y el riesgo de fragilidad no se ha estudiado con frecuencia.
Por lo tanto, aprovechando este vacío de información, un nuevo estudio examinó las asociaciones del consumo habitual de café con la prevalencia de fragilidad y prefragilidad en adultos mayores que participaron en el Estudio Longitudinal del Envejecimiento de Ámsterdam (LASA).
Luego de analizar los resultados, los autores observaron que el consumo habitual de café de 4-6 tazas (1 taza = 125 ml) y más de seis tazas al día se asoció con una menor probabilidad de fragilidad en comparación con el consumo de 0-2 tazas/día.
Asimismo, señalan que el vínculo entre el consumo de café evaluado retrospectivamente durante la mediana edad (edades 40-65) y el estado de fragilidad, y entre el consumo habitual de café y la incidencia de fragilidad a lo largo de tres y siete años fueron de magnitud similar, pero no alcanzaron la significación estadística, excepto por un riesgo 59 % menor de fragilidad después de siete años para aquellos que consumieron 2-4 tazas/día en comparación con aquellos que consumieron 0-2 tazas/día.
No se encontraron asociaciones entre el consumo de café y la prefragilidad, con la excepción de probabilidades más bajas para aquellos que consumían 2–4 tazas/día en comparación con 0–2 tazas/día.
Sin embargo, la magnitud de las asociaciones entre el consumo de café en la mediana edad y el estado de fragilidad observada fue comparable a la reportada en estudios que tuvieron un tamaño de muestra mucho mayor. “Esto sugiere que una falta de potencia estadística podría explicar la no significancia de nuestros resultados, en lugar de una verdadera ausencia de una asociación”, mencionan.
Los investigadores aclaran que no se realizó un ajuste por actividad física para minimizar el riesgo de sobreajuste, dada la posible correlación entre actividad física y fragilidad.
La estratificación de los resultados por tipo de café (descafeinado vs. con cafeína) mostró que un mayor consumo de café descafeinado se asoció con un menor riesgo de prefragilidad o fragilidad después de tres años, mientras que un mayor consumo de café con cafeína no se asoció con la incidencia de prefragilidad o fragilidad.
Aunque los mecanismos exactos por los cuales el consumo de café puede influir en el desarrollo de la fragilidad siguen sin estar claros, los expertos han identificado varios factores potenciales. Primero, el café es rico en antioxidantes, incluyendo cafeína, polifenoles y otros compuestos bioactivos que pueden reducir el estrés oxidativo y la inflamación, ambos asociados con la fragilidad. Además, explican que “el consumo de café puede reducir la progresión de la sarcopenia, una condición relacionada con la edad asociada con la fragilidad”.
Según el nuevo estudio, los polifenoles del café pueden inducir la autofagia, esencial para la renovación mitocondrial y la prevención del daño muscular, contribuyendo así al mantenimiento muscular. “De esta manera, el consumo de café puede reducir potencialmente el riesgo de fragilidad física al retrasar la sarcopenia relacionada con la edad y mejorar la integridad muscular”, enfatizan.
En resumen, los resultados del estudio indican que un mayor consumo habitual de café se asocia beneficiosamente con el estado de fragilidad en adultos mayores. Sin embargo, finalizan sugiriendo que “se necesita más investigación para confirmar nuestros hallazgos, establecer una posible relación causal e identificar los posibles mecanismos subyacentes por los cuales el café o el tipo de café podrían influir en el desarrollo de la fragilidad”.