Las niñas que llevan una dieta saludable tienen su primera menstruación a una edad más avanzada que aquellas niñas que han seguido una dieta menos saludable durante su infancia. Esta es la conclusión de un nuevo estudio, realizado en Estados Unidos, en el que indican además que los resultados no se vieron afectados por el índice de masa corporal (IMC) ni la estatura de las niñas, factores que se han asociado habitualmente con la aparición temprana de la menstruación.
Este estudio tiene, por tanto, implicaciones para la salud en la edad adulta, ya que es bien sabido que las mujeres que comenzaron a menstruar a una edad temprana pueden tener un mayor riesgo de diabetes, obesidad, cáncer de mama y enfermedades cardíacas y vasculares.
La profesora Holly Harris, quien ha dirigido el estudio, afirma que “estos hallazgos resaltan la necesidad de que todos los niños y adolescentes tengan acceso a opciones de comidas saludables, así como destaca la importancia de que los desayunos y almuerzos escolares se basen en directrices basadas en la evidencia”.
Los hallazgos provienen de un amplio estudio prospectivo con más de 7.500 niñas entre los 9 y 14 años. La primera etapa del estudio comenzó en 1996 y tuvo un seguimiento hasta el año 2001, mientras que el segundo grupo de participantes fue evaluado entre 2004 y 2008.
Por primera vez, los investigadores analizaron la relación entre determinadas dietas y la edad de inicio de la menstruación, conocida como menarquia. Este estudio también fue el primero en examinar si el IMC podría tener un efecto modificador en la asociación entre la dieta y la edad de la menarquia. Cabe recordar que estudios previos solo han considerado el índice de masa corporal como un factor a considerar al analizar los resultados.
La profesora Harris explica lo siguiente: “En un trabajo previo que realizamos en el Nurses’ Health Study II, una cohorte prospectiva en curso, observamos un mayor riesgo de cáncer de mama en personas que consumieron una dieta que promueve la inflamación durante la adolescencia y la adultez temprana. Tras estos resultados, nos interesaba comprender si la ingesta dietética en etapas tempranas de la vida podría influir en el cáncer de mama a través del impacto en los factores de riesgo que se presentan entre la infancia y la edad de la menarquia. Esto condujo al presente estudio, en el que examinamos el impacto de los patrones dietéticos en la edad de la menarquia”.
Tras unirse al estudio (y antes del inicio de sus períodos menstruales), las niñas completaron cuestionarios sobre su dieta, actividad que realizaron posteriormente cada uno a tres años. Así, informaron también de la edad a la que les llegó su primera regla.
Los investigadores evaluaron la dieta de las niñas en función de dos patrones dietéticos establecidos: el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI, por sus siglas en inglés) y el Patrón Inflamatorio Dietético Empírico (EDIP, en inglés también). En este sentido, el AHEI otorga más puntos a los alimentos más saludables, como verduras, legumbres y cereales integrales, mientras que los alimentos poco saludables, como las carnes rojas y procesadas, las grasas trans y la sal, reciben menos puntos. El EDIP, en cambio, puntúa las dietas de forma que refleja su potencial general para causar inflamación. Como es sabido, los alimentos vinculados a una mayor inflamación incluyen la carne roja y procesada, los cereales refinados o las bebidas energéticas.
Un total de 6.992 niñas (el 93 % del grupo total) tuvieron su primera menstruación durante el estudio. El análisis de los datos de los cuestionarios mostró que el 20 % de las niñas con la puntuación más alta en el AHEI y, por lo tanto, con las dietas más saludables, tenían un 8 % menos de probabilidades de tener su primera menstruación durante el mes siguiente, en comparación con el 20 % de las niñas con la puntuación más baja en el AHEI. Por su parte, el 20 % de las niñas participantes con la puntuación EDIP más alta, lo que significa que tenían la dieta más inflamatoria, tenían un 15 % más de probabilidades de tener su primer período en el mes siguiente en comparación con el 20 % que tenía la puntuación EDIP más baja.
Harris añade que su equipo observó que “estos dos patrones dietéticos se asociaban con la edad de la menarquia, lo que indica que una dieta más saludable se relacionaba con el inicio de la menstruación a una edad más avanzada”. Asimismo, agrega “que estos resultados fueron independientes del IMC y la estatura, lo que demuestra la importancia de una dieta saludable, independientemente del tamaño corporal”.
“Dado que una edad de menarquia más temprana se asocia con múltiples consecuencias en la vida posteriormente, como un mayor riesgo de diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares y cáncer de mama, este podría ser un período importante para intentar reducir el riesgo de estas enfermedades crónicas”, enfatiza la profesora y científica.
Por tanto, los investigadores creen que estos resultados sugieren que el tipo de alimentación que consumen las niñas durante la infancia y la adolescencia, y su impacto en la inflamación, podrían ser los factores que influyen en el momento de la menarquia, más aún que la estatura y el IMC.
Ahora bien, “dado que este es el primer estudio que analiza estos patrones dietéticos específicos, es importante examinar la asociación en otras poblaciones”, exclama la profesora. “También hay que destacar que una dieta saludable, que sabemos que se asocia con el desarrollo de enfermedades crónicas en la edad adulta, podría tener beneficios en la adolescencia. En general, consumir frutas, verduras, cereales integrales, pescado azul, frutos secos, legumbres y ácidos grasos poliinsaturados, a la vez que se limita el consumo de carnes rojas y procesadas, cereales refinados, bebidas azucaradas y sal añadida, beneficia a todos, independientemente de la edad”, remata.
En este marco, los investigadores planean analizar los patrones dietéticos y el tamaño corporal en la infancia y la adolescencia para determinar su posible relación con las características de los ciclos menstruales en la edad adulta.
Cabe destacar que las fortalezas de este estudio incluyen la recopilación prospectiva de datos sobre la dieta y la posibilidad de determinar si el IMC y la altura influyeron en la asociación con la edad de la menarquia. Sin embargo, las limitaciones del estudio radican en que la información sobre la dieta, el peso, la altura y la edad de la menarquia, se recopiló mediante cuestionarios y puede estar sujeta a errores. Asimismo, los investigadores no pudieron ajustar directamente la grasa corporal, medida mediante absorciometría de rayos X de energía dual, además de que las niñas participantes eran predominantemente blancas, por lo que los investigadores no pudieron observar si los resultados variaban según la etnia.