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Una bebida de bayas negras mejoró función vascular y ciertos marcadores de riesgo de enfermedad cardiovascular

Una bebida de bayas negras mejoró función vascular y ciertos marcadores de riesgo de enfermedad cardiovascular

Los datos del nuevo estudio sugieren que las antocianinas pueden atenuar los efectos nocivos de una dieta rica en grasas y podrían representar un factor mitigante eficaz para la prevención de enfermedades cardiovasculares
Grosella negra
Los metabolitos de las antocianinas serían los responsables de los efectos benéficos sobre la función vascular

Las antocianinas son abundantes en las bayas y pertenecen al grupo de los flavonoides, enmarcado en el grupo de los polifenoles. En varios estudios se ha demostrado un beneficio cardioprotector de los alimentos ricos en flavonoides. Sin embargo, la evidencia clínica más convincente solo existe para unos pocos productos ricos en ellos (chocolate, té negro y verde), que se han estudiado ampliamente. 

 

Se ha informado que el consumo de estas fuentes de flavonoides ejerce efectos beneficiosos sobre algunos factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), como el colesterol de lipoproteínas de baja densidad, la presión arterial (PA) y también sobre la función vascular y la agregación plaquetaria. 

 

La evidencia epidemiológica también ha vinculado el consumo de antocianinas con un menor riesgo de ECV y marcadores de riesgo de ECV, pero solo unos pocos ensayos de intervención clínica han investigado el efecto de las intervenciones ricas en antocianinas sobre los marcadores de riesgo de ECV

 

Se ha demostrado que los polifenoles del arándano mejoran la función vascular (dilatación mediada por flujo, DMF) en hombres sanos. El aumento bifásico de la DMF observado 1-2 y 6 horas después del tratamiento fue paralelo a la aparición de compuestos fenólicos en plasma. Sin embargo, la intervención con arándanos proporcionó otras clases de polifenoles (principalmente procianidinas y ácido clorogénico) además de las antocianinas, y la naturaleza de su bioactividad no está clara.

 

Un número elevado de vesículas extracelulares (EV) circulantes, que son pequeñas vesículas de membrana plasmática desprendidas de la superficie de una variedad de células estimuladas y/o apoptóticas, sugirió indicar lesión vascular e inflamación como un marcador de riesgo emergente para ECV. Hasta el momento, ningún ensayo clínico ha investigado el efecto de las antocianinas en el número de EV circulantes. También hay poca información sobre los efectos de las antocianinas después de un desafío vascular, como una comida rica en grasas. 

 

En este contexto, un nuevo estudio se propuso como objetivo comparar en una población sana de mediana edad los efectos de una bebida de grosella (bayas) negra rica en antocianinas con una bebida de control, en una variedad de marcadores de riesgo de ECV después de una comida rica en grasas.

 

Se incluyeron 23, los cuales consumieron 200 ml de bebida de grosella negra (744 mg de polifenoles, 711 mg de antocianinas y 32 mg de procianidinas) o un placebo, junto con un desayuno rico en grasas (52,3 g de grasa) seguido de un almuerzo (30 g de grasa) a las 3 horas. Se comparó la respuesta vascular posprandial. Los criterios de valoración principales fueron la evaluación de la función vascular mediante dilatación mediada por flujo (DMF) y la inhibición de la agregación plaquetaria inducida por colágeno y adenosín difosfato.

 

Los efectos del consumo de la bebida en los marcadores vasculares 

 

Luego de analizar los resultados, se demostró una mejora acumulativa significativa en el criterio de valoración principal, la función vascular, tras el consumo de una bebida de grosella (bayas) negra rica en antocianinas, en comparación con un placebo equivalente, junto con una prueba posprandial con una comida rica en grasas. 

 

“Se observó una tendencia a un efecto inhibidor de la bebida de grosella negra sobre la agregación plaquetaria inducida por agonistas, así como efectos significativos en los criterios de valoración secundarios, la presión arterial sistólica (PAS) y la IL-8, aunque estos fueron exploratorios y no se ajustaron a múltiples pruebas”, comentan los autores.

 

El análisis plasmático demostró que los metabolitos específicos de las antocianinas, y no las antocianinas progenitoras, eran probablemente los componentes bioactivos, siendo las concentraciones plasmáticas de ácido hipúrico y ácido isovanilico, en particular, fuertes predictores independientes de la dilatación mediada por flujo (DFM), mientras que el 4-hidroxibenzaldehído y el glucurónido de ácido isoferúlico predijeron la presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD). 

 

La novedosa observación de un efecto acumulativo beneficioso de las antocianinas derivadas de la grosella negra en comparación con un placebo sobre la DFM durante el período posprandial de 6 horas después de una comida rica en grasas en el estudio actual está en línea con hallazgos previos. “Dado que un aumento del 1% de DMF se asocia con una reducción del 13% del riesgo de eventos cardiovasculares, esto podría considerarse clínicamente relevante si los efectos agudos se mantuvieran a largo plazo”, destacan. 

 

Las antocianinas tienden a tener tasas rápidas de absorción, metabolismo y eliminación, lo cual esta en consonancia con la falta de detección de compuestos originales en el análisis de plasma y orina presentados en este artículo. 

 

Los metabolitos de las bayas 

 

Los autores observaron elevaciones significativas en las concentraciones plasmáticas de ácido vainílico, ácido isovanílico, glucurónido de ácido ferúlico, glucurónido de ácido isoferúlico y glucurónido de cianidina, así como en la excreción urinaria de ácido ferúlico, sulfato de ácido ferúlico, glucurónido de ácido ferúlico, floroglucinaldehído, cianidín-3-glucósido, delfinidin-3-glucósido y delfinidin-3-rutinósido tras el consumo de la bebida de grosella negra en comparación con el placebo. 

 

El hecho de que el ácido isovanilico estuviera fuertemente asociado con DMF tanto al inicio como después del consumo de la bebida de grosella negra sugiere que puede tener efectos agudos y crónicos sobre la función vascular. Por el contrario, comentan que el ácido hipúrico solo se asoció con DMF al inicio y, por lo tanto, puede exhibir efectos a más largo plazo

 

“Un efecto crónico, en lugar de agudo, sería consistente con que el ácido hipúrico sea uno de los metabolitos microbianos finales de la biotransformación de polifenoles dietéticos y un biomarcador de la ingesta de frutas y verduras”, desarrollan los investigadores. 

 

Los datos de este estudio indican que una bebida de grosella negra rica en antocianinas mejoró beneficiosamente los cambios en la presión arterial que ocurrieron en respuesta a una comida rica en grasas en comparación con el placebo, siendo el glucurónido de ácido isoferúlico y el 4-hidroxibenzaldehído predictores independientes, aunque solo el primero se elevó significativamente en el plasma. 

 

Los efectos de la bebida de grosella negra en comparación con el placebo emparejado en la concentración plasmática de IL-8 indican, según los autores, su “potencial para reducir la inflamación y el reclutamiento de neutrófilos y mejorar la reparación endotelial y vascular”.

 

En conclusión, el presente estudio demuestra, por primera vez, que una bebida de grosella negra rica en antocianinas puede mejorar beneficiosamente los cambios en la función vascular y los marcadores de riesgo de ECV en respuesta a una comida rica en grasas, en comparación con un placebo equivalente. 

 

Se observaron mejoras en la densidad mineral ósea, la función plaquetaria, las concentraciones de IL-8 y algunos aspectos de la presión arterial sistólica. Las concentraciones plasmáticas de ácido hipúrico y ácido isovanilico predijeron la DMF, mientras que las de 4-hidroxibenzaldehído y glucurónido de ácido isoferúlico predijeron la PAS y la PAD. 

 

“Los datos sugieren que las antocianinas pueden atenuar los efectos nocivos de una dieta rica en grasas y podrían representar un factor mitigante eficaz para la prevención de ECV”, rematan.

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