Un creciente número de investigaciones concluyen que la clave para mejorar la salud no reside necesariamente en una pastilla, sino en los alimentos que elegimos consumir a diario. Esta es, de hecho, la filosofía que sustenta los estudios que se están llevando a cabo en la Universidad Estatal de Georgia, donde la profesora asociada de Nutrición, Rafaela Feresin, trabaja para comprender cómo ciertos alimentos mejoran nuestra salud y bienestar.
Feresin y su equipo se centran en descubrir qué es lo que confiere a algunos alimentos propiedades tanto medicinales como preventivas. Conocidos como "alimentos funcionales", estos alimentos van más allá de la nutrición básica: no solo aportan nutrientes vitales, sino también otros compuestos beneficiosos para la salud que contribuyen al bienestar general.
"Uno de los principales objetivos de nuestra investigación es comprender el papel de los alimentos, como las bayas y los frutos secos, en la prevención y mejora de las enfermedades, en particular en afecciones como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y la obesidad", afirma Feresin. "También queremos comprender cómo funcionan estos alimentos a nivel molecular. ¿Cuáles son los mecanismos subyacentes a los beneficios para la salud que observamos?" Esta es, concretamente, una rama de estudio conocida como nutrición molecular.
A nivel molecular, afirma Feresin, muchos alimentos contienen compuestos bioactivos, como los polifenoles, que ofrecen importantes beneficios para la salud, además de ser un "combustible para el cuerpo". Se ha demostrado que estos compuestos, presentes en alimentos de origen vegetal, reducen el estrés oxidativo y la inflamación, ambos causantes de muchas enfermedades crónicas.
En esta línea, algunas investigaciones recientes han demostrado que los polifenoles presentes en las bayas, por ejemplo, neutralizan los radicales libres e influyen en las enzimas antioxidantes y otras vías moleculares que contribuyen a la salud.
Además, hay que subrayar que, en un estudio en curso, el equipo de Feresin ha demostrado que la combinación de moras y frambuesas en la dieta produce una mayor reducción de la presión arterial que el consumo de cualquiera de estos alimentos por separado.
“Los beneficios de los polifenoles van más allá de la simple reducción de radicales libres. Interactúan con objetivos moleculares a nivel celular para favorecer las funciones corporales. Por ejemplo, pueden aumentar la biodisponibilidad del óxido nítrico, un potente vasodilatador que reduce la presión arterial y mejora la función endotelial”, afirma Feresin. Además, la investigadora añade que los polifenoles también pueden aumentar la sensibilidad a la insulina, lo que mejora la regulación de la glucosa en sangre y promueve la salud metabólica general.
Cabe destacar que las plantas producen polifenoles en respuesta a factores estresantes como la exposición a la luz solar, la sequía, los contaminantes o las plagas. Estos compuestos vegetales, especialmente los presentes en bayas como los arándanos, las moras y las frambuesas, son conocidos por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Ahora bien, la investigación de Feresin ha profundizado en cómo los polifenoles interactúan con los objetivos en el organismo a nivel molecular.
El cacahuete también es un tema de investigación en el trabajo de Feresin por sus posibles beneficios cardiometabólicos. Este alimento sirve como una fuente rica de grasas saludables, fibra, proteínas y una amplia gama de compuestos bioactivos, como polifenoles y fitoesteroles. Por tanto, su equipo está explorando cómo estas legumbres pueden influir en el control de la glucemia e incluso mejorar la función cerebral.
“Queremos identificar estrategias nutricionales complementarias o alternativas seguras que las personas puedan utilizar para prevenir e, incluso, mejorar enfermedades”, explica. Para ello, trabaja con un equipo de aproximadamente 20 estudiantes de posgrado y licenciatura que realizan investigaciones en el laboratorio.
El laboratorio de Feresin fomenta la mentoría para una amplia gama de estudiantes, desde estudiantes de pregrado hasta doctorados, que cursan carreras en nutrición, química, biología y neurociencia. Asimismo, también trabaja con un equipo interdisciplinario para investigar cómo los alimentos funcionales, en particular los arándanos y el cacahuete, impactan la salud cardiometabólica, intestinal y cerebral, así como el bienestar general. Para ello, ha reunido a investigadores de diversos campos, incluyendo expertos en microbioma, función cognitiva, neuroimagen, función microvascular y estadística.
Así, con la creciente evidencia que demuestra que las bayas, el cacahuete y otros alimentos pueden mejorar significativamente la salud y prevenir enfermedades, esta investigación sienta las bases para nuevas intervenciones basadas en la alimentación que algún día podrían reemplazar el consumo de pastillas.
“No se trata solo de comer más de un alimento u otro”, afirma Feresin. “Se trata de consumir una variedad de alimentos naturales y mínimamente procesados. Una dieta equilibrada es la base de una buena salud, y no se trata solo de nutrientes. También se trata de todos los compuestos bioactivos de origen vegetal que trabajan juntos para favorecer la salud”, remata.