Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), que incluyen la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU), se caracterizan por una inflamación crónica a largo plazo del sistema digestivo y tienen una etiología compleja que involucra susceptibilidad genética, factores ambientales y las intrincadas interacciones entre el sistema inmunitario del huésped y la microbiota intestinal.
La microbiota intestinal normal ayuda a proteger la barrera mucosa intestinal y a controlar el sistema inmunitario. También ayuda a descomponer los nutrientes y los medicamentos y a combatir los patógenos. Sin embargo, la investigación emergente destaca que la disbiosis intestinal juega un papel crítico tanto en la aparición como en la progresión de la EII.
Se han utilizado antibióticos, esteroides, moduladores inmunitarios y 5-aminosalicilatos para disminuir los síntomas y mantener la remisión en la EII. No obstante, se ha demostrado que el uso prolongado de estas sustancias causa toxicidades graves, que desalientan a los consumidores. Por lo tanto, encontrar un tratamiento eficaz para restaurar la microbiota intestinal a un estado de eubiosis y reducir las toxicidades de los medicamentos es esencial para abordar la creciente prevalencia de la EII. Una posible estrategia para el tratamiento nutricional de la EII con pocos efectos adversos es el uso de sustancias bioactivas en los alimentos.
Las dietas basadas en plantas se han vuelto cada vez más populares y consumirlas ofrece varias ventajas, incluyendo una mejor función del sistema digestivo e inmunológico. Los componentes dietéticos de las plantas han demostrado el potencial de reducir la colitis en modelos de ratón modificando la microbiota intestinal, disminuyendo las respuestas inmunes y minimizando el daño de la barrera. Estos compuestos mejoran los microbios intestinales beneficiosos y reducen los dañinos. Además, las dietas basadas en plantas son seguras y beneficiosas para todas las etapas de la vida, incluyendo la infancia, la vejez, el embarazo y la lactancia.
Comprender el papel de la disbiosis intestinal en la EII es crucial para explorar terapias adicionales basadas en plantas dirigidas a la modulación intestinal. Por lo tanto, un reciente estudio examinó la función crítica de la microbiota intestinal disbiótica en la EII y trato de demostrar cómo los compuestos dietéticos basados en plantas pueden alterar con éxito el microbioma intestinal disbiótico.
Múltiples estudios incluidos en la revisión indican que la microbiota intestinal puede comprometer la integridad de la barrera intestinal, lo que lleva a la patogénesis de la EII. Además, las bacterias intestinales, los virus y los hongos han demostrado potencial para causar respuestas inmunológicas en la EII. “Estos hallazgos implican que la microbiota intestinal podría participar en la patogénesis de la EII”, explican los autores.
La disbiosis del microbioma intestinal provoca un deterioro del epitelio intestinal y una mayor respuesta inmunitaria, lo que agrava la EII. Asimismo, aumenta la microbiota intestinal perjudicial, lo que induce la generación de citocinas proinflamatorias y altera la función de barrera.
“El potencial de los componentes dietéticos de origen vegetal para revertir estas alteraciones, al aumentar los microorganismos beneficiosos y disminuir los patógenos, puede contribuir a la prevención de la EII”, sugieren.
Dentro de los componentes vegetales que identifican con potencial para el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) son los polifenoles, las fibras dietéticas y los prebióticos.
Numerosos estudios han demostrado que la inulina puede prevenir varios trastornos, incluida la EII. Explican que esta fibra mejora la microbiota beneficiosa y disminuye la microbiota perjudicial, reduciendo asi la disbiosis al reducir la pérdida de Bacteroidetes, inhibir el crecimiento de Firmicutes y mejorar la proporción de Firmicutes a Bacteroidetes. Según los expertos, “estas estrategias mitigan la inflamación y preservan la integridad de la barrera mucosa intestinal”.
Los fructooligosacáridos aliviaron notablemente la colitis en modelos animales dado que aumentaron el número de Bifidobacterium spp. Un aspecto a tener en cuenta es que la combinación de ambos fructanos (FOS e inulina) disminuyó la expresión de los genes de la toxina de Clostridium difficile y del grupo Clostridium, lo que se asoció con una disminución de la inflamación intestinal crónica. Además, la terapia con fructooligosacáridos mejoró la abundancia de Lactobacillus.
Los β-glucanos, que son fibras dietéticas solubles, demostraron la capacidad de reducir la EII al influir en la flora intestinal. Cabe destacar que ciertos β-glucanos pueden encapsularse con nanopartículas para aliviar la EII. Por ejemplo, mencionan que en un modelo murino de colitis aguda, la administración oral de un nanocomplejo de β-glucano de levadura recubierto con dopamina bioadhesiva mejoró la eficacia terapéutica al tiempo que restauró las barreras epiteliales, redujo los niveles de especies reactivas del oxígeno y minimiza la exposición sistémica a fármacos.
Por su parte, las fibras dietéticas insolubles, incluyendo la celulosa y los xilanos, han mostrado ser prometedoras en la modulación de la microbiota intestinal para ayudar a prevenir la EII. En este caso, hallaron que las dietas altas en celulosa protegen a los ratones de la colitis mientras que las dietas bajas en celulosa aumentan la inflamación intestinal.
Dentro del grupo de los polifenoles, el estudio actual detalla que la curcumina inhibe una mayor reducción del peso corporal y de la longitud del colon en ratones con EII, al tiempo que mejora el índice de actividad de la enfermedad, el daño de la mucosa colónica y la infiltración inflamatoria. “La curcumina cambia la microbiota intestinal al elevar los niveles de Akkermansia, Muribaculaceae_unclassified y Muribaculum y aumentar notablemente las concentraciones intestinales de propionato, butirato, glicina, triptófano y betaína”, explican los investigadores.
El ácido cafeico demostró ser muy prometedor para ayudar a las personas con EII al cambiar la microbiota intestinal. Por ejemplo, uno de los estudios reveló que previene el aumento en la proporción Firmicute a Bacteroidetes y promueve Akkermansia en ratones con colitis. Además, este polifenol puede disminuir significativamente la liberación de IL-6, TNFα, así como la infiltración colónica de células T y macrófagos.
El té verde es rico en catequinas y flavonoides polifenólicos, siendo la catequina más eficaz la epigalocatequina-3-galato (EGCG). Sin embargo, los autores advierten que estos compuestos pueden tener un papel doble en el manejo de la enfermedad. Esto se debe a que, por un lado, la EGCG oral fortalece la barrera intestinal y reduce la inflamación en ratones con colitis al aumentar la cantidad de Akkermansia y la producción de butirato; mientras que, por otro lado, otro estudio ha demostrado que empeora la inflamación intestinal y la carcinogénesis.
Los flavonoles como la quercetina también han demostrado potencial para mejorar la EII. Debido a la capacidad de la quercetina para inhibir las citocinas proinflamatorias y alterar la microbiota intestinal, la suplementación dietética con quercetina tiene efectos terapéuticos en la colitis.
“En los tejidos del colon, la quercetina aumentó la síntesis de IL-10 mientras inhibía la producción de citocinas proinflamatorias como IL-17, TNF-α e IL-6. La administración de quercetina disminuyó en gran medida las poblaciones de Fusobacterium y Enterococcus, mientras que aumentó las de Bacteroides , Bifidobacterium , Lactobacillus y Clostridia”, señalan.
A pesar de los estudios clínicos limitados sobre el papel de los compuestos dietéticos de origen vegetal en la mitigación de la EII, los expertos indican que otros ensayos clínicos e investigaciones han demostrado el potencial de las dietas de origen vegetal para prevenir diversos trastornos, incluida la EII.
De hecho, remarcan que en un estudio los pacientes sometidos a medicación con infliximab combinada con una dieta lacto-ovo-semivegetariana exhibieron una puntuación media reducida del índice de actividad de la enfermedad de Chron en la semana 6 posterior al ingreso. La tasa de recaída para los casos de episodios iniciales de colitis ulcerosa después de la terapia con una dieta lacto-ovo-semivegetariana fue menor que el tratamiento tradicional, con tasas del 14% al año y del 27% a los 5 años. “Ninguno de los pacientes informó efectos secundarios significativos que una dieta lacto-ovo-semivegetariana pudiera haber causado”, resaltan.
En resumen, el nuevo trabajo científico ha demostrado que los componentes dietéticos de origen vegetal reducen los síntomas de la EII al aumentar las citocinas antiinflamatorias, disminuir las citocinas proinflamatorias, disminuir el estrés oxidativo y mejorar la función barrera. Si bien se ha demostrado que muchos componentes nutricionales de origen vegetal reducen la gravedad de la EII, otros la agravan o causan cáncer. Sin embargo, los expertos concluyen que “sus efectos favorables convierten a los componentes dietéticos de origen vegetal en una alternativa prometedora para el tratamiento de la EII en entornos clínicos”.