La ingesta de carne roja, procesada o sin procesar, se ha considerado un factor de riesgo para la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. En este marco, es reseñable destacar que su consumo ha sido criticado desde perspectivas ambientales, sanitarias y éticas.
Además, los consumidores se interesan cada vez más por sus posibles efectos sobre la salud, así como sobre los métodos de producción sostenibles y su origen. Sin embargo, existe evidencia limitada sobre el impacto del consumo de carne en la microbiota intestinal humana.
Ante este panorama, un equipo de investigadores españoles ha evaluado los efectos del consumo de carne de vacuno y pollo en la microbiota intestinal. Los autores del estudio son los siguientes: Isabel Rueda-De Torre (GENUD - Growth, Exercise, Nutrition and Development), Julio Plaza-Diaz (Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición - CIBERObn), María L. Miguel-Berges (GENUD - Growth, Exercise, Nutrition and Development), Angel Gil (Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición - CIBERObn), Laura Grasa (Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón), Luis Mariano Esteban (Escuela Politécnica de La Almunia, Universidad de Zaragoza), Sergio Sabroso-Lasa (Genetic and Molecular Epidemiology Group - GMEG), María M. Campo (Instituto Agroalimentario de Aragón), Pilar Santolaria (Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos, Universidad de Zaragoza), Luis A. Moreno (GENUD - Growth, Exercise, Nutrition and Development) y Alba M. Santaliestra-Pasías (GENUD - Growth, Exercise, Nutrition and Development).
El equipo realizó un ensayo clínico aleatorizado, cruzado y controlado, que incluyó dos fases de intervención. Los participantes fueron adultos jóvenes sanos sin enfermedades endocrinas, metabólicas, crónicas ni nutricionales. Concretamente, la mayoría de los participantes tenían entre 18 y 22 años. Por otra parte, solo 16 individuos que completaron la recolección de muestras de heces en los cuatro puntos temporales fueron incluidos en el análisis final, lo que resultó en hallazgos exploratorios.
A estos participantes, se les asignó aleatoriamente una dieta a base de pollo (carne blanca magra) o una dieta a base de carne de vacuno de raza Pirenaica (carne roja magra de ganado criado en sistemas de ganadería extensiva local).
A continuación, se les indicó que consumieran sus dietas asignadas tres veces por semana y siguieran su dieta habitual. Así, comenzaron con una dieta a base de pollo o carne de vacuno durante ocho semanas y luego cambiaron a la dieta alternativa durante otras ocho semanas, con un período de lavado de cinco semanas entre ambos períodos. El valor nutricional de ambas dietas fue similar.
Asimismo, se calculó el índice de calidad de la dieta (ICD) para evaluar los hábitos alimenticios generales, más allá de los productos asignados. También se recogieron muestras de heces al inicio y al final de cada intervención, además de un cuestionario de frecuencia alimentaria al inicio.
Posteriormente, se extrajo ADN bacteriano de las muestras de heces y se midió su concentración y pureza. La microbiota intestinal se analizó mediante la amplificación y secuenciación de las regiones V3-V4 del ARNr 16S.
En este punto, se calcularon las abundancias relativas y la diversidad alfa. Se utilizó una prueba de rangos con signo de Wilcoxon pareada para evaluar las diferencias en los índices de diversidad alfa y la abundancia relativa entre el inicio y el final de cada período experimental. Los efectos de la intervención se examinaron mediante un modelo lineal de efectos mixtos para medidas repetidas.
Como se ha mencionado previamente, el estudio incluyó a 16 personas, con una edad promedio de 20 años. Hay que señalar que no se observaron diferencias significativas en las características sociodemográficas entre los participantes que comenzaron con una dieta a base de pollo y aquellos que comenzaron con una dieta a base de carne de vacuno. Si bien el índice de calidad de la dieta (ICD) inicial fue comparable entre los grupos, se observó una disminución significativa de este después de la dieta a base de pollo, lo que podría haber influido en los cambios posteriores en la microbiota.
Tras ocho semanas, el grupo que consumió carne de vacuno magra mostró algunas disminuciones en ciertos tipos de bacterias intestinales, pero solo la reducción en Chloroflexota se consideró estadísticamente significativa, lo que significa que es improbable que este cambio se deba al azar. No se observaron cambios notables en la diversidad microbiana intestinal general en este grupo.
En el grupo que consumió pollo, se observaron reducciones significativas en las bacterias Synergistota y Chloroflexota, así como claras disminuciones en los indicadores de riqueza y diversidad microbiana intestinal. La significancia estadística significa que es improbable que estos cambios se deban al azar.
Al analizar con más detalle las bacterias específicas, la dieta a base de carne de vacuno provocó un aumento significativo de Blautia y disminuciones del grupo Eubacterium halli, Roseburia y Coprococcus. La dieta a base de pollo provocó disminuciones de varias bacterias, incluyendo el grupo Eubacterium eligens, Saccharofermentans, Bacteroides, Adlercreutzia y Lachnospira, y aumentos de Blautia, Sphingomonas y el grupo AD3011 de la Familia XIII.
El modelo lineal mixto reveló que ambas intervenciones dietéticas tuvieron una influencia significativa en los filos bacterianos. Ambas dietas se asociaron significativamente con reducciones de Synergistota y Chloroflexota y un aumento de Bacillota. Además, las dos dietas redujeron significativamente la riqueza de especies, el índice de Shannon y el índice de Fisher. Sin embargo, el índice de Simpson inverso mostró una reducción significativa solo después de la introducción de la dieta a base de pollo.
Se observó un efecto significativo relacionado con el período: la abundancia relativa de Synergistota y Chloroflexota aumentó, mientras que la de Bacillota disminuyó durante el segundo período. Además, la diversidad alfa mostró aumentos sustanciales en la riqueza de especies y los índices de Shannon y Fisher durante el segundo período experimental, en comparación con el primero.
La dieta a base de pollo se asoció con una disminución más amplia de la capacidad funcional microbiana, incluyendo reducciones en las vías relacionadas con el inicio de la biosíntesis de ácidos grasos, la gluconeogénesis y la biosíntesis de aminoácidos aromáticos. La actividad funcional microbiana se mantuvo relativamente estable tras la intervención con la dieta a base de carne de res.
En resumen, los hallazgos indican cambios moderados en la composición microbiana a nivel de filo tras dietas basadas en pollo o carne de vacuno, sin diferencias significativas entre ambas intervenciones. Si bien ambas dietas disminuyeron la riqueza y diversidad microbiana, solo se observaron reducciones significativas tras la dieta basada en pollo, lo que sugiere que la dieta basada en carne de vacuno podría tener un impacto relativamente menor en la diversidad microbiana.
Ahora bien, los autores advierten que los resultados deben interpretarse con cautela debido al pequeño tamaño de la muestra y al carácter exploratorio del estudio. Además, el sistema de producción local y extensivo específico de la carne de vacuno Pirenaica puede limitar la generalización a otras carnes rojas.