En la actualidad, existe una amplia oferta gastronómica, pero no por ello la dieta es más variada, nutritiva y saludable que en el pasado, sino todo lo contrario, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
“Cada vez cocinamos menos en casa y compramos más alimentos procesados y platos preparados, que suelen llevar más azúcar, grasa, sal y aditivos y poca fibra. Consumimos más carne, pescado, productos lácteos y dulces, en detrimento de las muy sanas frutas y verduras frescas”, señala.
Luego de un análisis minucioso del consumo de alimentos de los españoles en la última década corroboraron que “se van alejando de la dieta mediterránea, de la que antaño presumían”. En paralelo, observaron que en el mismo periodo se ha producido un aumento de los índices de exceso de peso y enfermedades estrechamente relacionadas con la alimentación.
Los expertos nutricionistas expertos recomiendan seguir una alimentación que sea: rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales (con unos 400 g diarios de frutas y verduras variadas), pobre en azúcar (menos del 5 % de la ingesta calórica, unos 25 g al día), pobre en sal (menos de 5 g al día y preferiblemente yodada) y con pocas grasas, mejor que sean insaturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos, aceite de oliva y semillas) en lugar de saturadas (carne grasa, aceite de palma y coco) y evitando las grasas trans.
Además, mencionan que “una alimentación saludable ha de ser variada y equilibrada. Y cuidando que al menos tres cuartos de los alimentos sean de origen vegetal, es decir, verduras y hortalizas, cereales integrales y fruta”.
La OCU analizo los hábitos alimentarios de individuos españoles en la última década utilizando los datos del Panel de consumo de alimentos en los hogares del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) entre enero de 2014 y diciembre de 2023. Mostraron los resultados en 3 apartados según las recomendaciones de frecuencia de consumo: alimentos que se deben comer todos los días, alimentos para tomar dos o tres veces a la semana, y alimentos prescindibles, de consumo ocasional.
En la alimentación diaria no pueden faltar: verduras y hortalizas frescas, fruta fresca, frutos secos, pan integral, leche, yogur no azucarado u otras leches fermentadas, quesos no muy grasos y aceite de oliva. “En 2014 el consumo de estos alimentos estaba ya por debajo de las cantidades recomendadas y la evolución ha ido a peor, ha seguido disminuyendo (con la única excepción de los frutos secos)”, afirma la organización.
En el trascurso de la semana no debería faltar: legumbres, patatas, arroz, harinas, pan no integral, pollo fresco, otras carnes frescas, pescado, marisco, conservas de pescado, huevos, aceites vegetales y grasas untables. Sin embargo, contrastan esto con la situación actual al explicar que “con los hábitos actuales no alcanzamos el consumo mínimo recomendado de legumbres, arroz, pasta, pescado y huevos”.
Una característica que resaltan es que la dieta de los españoles se caracteriza por la excesiva presencia de carne, que se traduce en una ingesta elevada de proteínas y grasas saturadas. A pesar de ello, un dato que marcan como “favorable” es que ha descendido el consumo de carne, tanto fresca como procesada (carne ahumada, curada, fiambres, etc.). “Es posible reducirlo aún más recurriendo a las legumbres (combinadas con cereales) como fuente de proteínas. Sería una dieta más sana y, además, más barata y sostenible”, sostienen.
Recuperar el aceite de oliva. El encarecimiento del aceite de oliva se ha traducido al final de la década en un aumento del consumo de mantequilla y margarina, que son grasas menos saludables.
Son de consumo ocasional, tanto en cantidad como en frecuencia: dulces, bebidas alcohólicas y no alcohólicas (que no sean agua), platos preparados y precocinados, carnes procesadas (salchichas, fiambre).
En 2023 observaron la disminución del consumo de las bebidas no alcohólicas (refrescos, zumos, cerveza sin alcohol) y de la sal, lo cual es beneficioso. “En contrapartida, ha aumentado el ya de por sí elevado consumo de platos preparados y el de bebidas alcohólicas”, enfatizan.
Otra de las problemáticas identificadas en los patrones alimentarios actuales fue el aumento en el consumo de alimentos ultraprocesados. “La comodidad que ofrecen las pizzas, rebozados industriales y todos los platos precocinados la pagamos con una ingesta adicional de sal, grasas saturadas y azúcares, además de los aditivos e ingredientes ultraprocesados; no olvidemos que existen dudas sobre la inocuidad de algunos de ellos”, deja ver la OCU.
En los últimos 10 años, en la población española ha aumentado el número de personas con exceso de peso, enfermedades cardiovasculares y con diabetes tipo 2.
Esto pone de relieve la relación que existe entre la dieta y la salud. Explican que si bien esta “correspondencia no es directa (hay otros factores que influyen: actividad física, salud medioambiental, factores genéticos, etc.), no hay duda de que cuidando nuestra alimentación nuestra salud se verá beneficiada”.
Asimismo, desde una arista económica, señalan que seguir una dieta saludable es más barata que una con exceso de carne y productos listos para consumir. Y hay más motivos para apuntarnos a la alimentación saludable. “A pesar de que al final de la década el gasto per cápita en alimentación ha aumentado, un mayor peso en frutas, verduras y productos vegetales en la cesta repercutiría menos en la cartera”, comentan.
Por último, concluyen resaltando la importancia de aumentar el consumo de frutas y verduras: “la de temporada está más apetecible, más rica y jugosa, y al mejor precio de todo el año”.