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Últimos hallazgos sobre el impacto de las bacterias intestinales en la salud

Últimos hallazgos sobre el impacto de las bacterias intestinales en la salud

Las investigadoras suecas Frida Hållenius y Åsa Håkansson exponen las principales conclusiones de las últimas investigaciones sobre bacterias intestinales
Frida Hållenius y Åsa Håkansson
Las investigadoras suecas Frida Hållenius y Åsa Håkansson.

Hace apenas 10 o 15 años, la idea de mantener una conversación sobre bacterias intestinales hubiera parecido extraña. Sin embargo, hoy en día es común hablar de dietas antiinflamatorias, prebióticos y probióticos, eje intestino-cerebro, fermentación casera y otros temas relacionados, al menos entre quienes se preocupan por la salud.

 

Lo cierto es que las bacterias intestinales parecen desempeñar un papel aún mayor de lo que se pensaba. De hecho, estas bacterias pueden influir en el estado de ánimo y actuar como centro de comunicación, tal y como destacan las investigadoras suecas Frida Hållenius, profesora de nutrición molecular, y Åsa Håkansson, quien lleva varios años investigando la relación entre la microbiota intestinal y la dieta. “En este momento hay una explosión de nuevos conocimientos en esta área. Al mismo tiempo, todavía hay muchas cosas que no sabemos”, afirma la profesora Håkansson.

 

Papel de las bacterias intestinales

 

En general, cada vez está más claro que la función de la microbiota intestinal no es sólo digerir los alimentos para que el cuerpo pueda absorber los nutrientes. También se puede considerar como una especie de centro de comunicaciones

 

Y es que, cuando las bacterias intestinales descomponen los alimentos, se producen hormonas de la saciedad y otras sustancias que envían señales a otras partes del cuerpo a través del sistema nervioso o el torrente sanguíneo. Estas bacterias también pueden comunicarse directamente, por ejemplo, con los glóbulos blancos de la sangre o del sistema linfático. En este punto, es revelador que alrededor del 80 % del sistema inmunológico se encuentre dentro y alrededor del intestino. 

 

En consecuencia, la microbiota intestinal también puede indicar enfermedades. Por ejemplo, se ha descubierto que las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer y diabetes tienen una composición bacteriana anormal en el intestino. De hecho, se están realizando estudios para identificar relaciones causales y determinar si la dieta puede prevenir o al menos mitigar los síntomas.

 

La microbiota y el estado de ánimo

 

Según la profesora Hållenius, la microbiota intestinal también puede influir en el estado de ánimo. “Hasta el 90 % de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino. Esta hormona regula nuestro estado de ánimo y el sueño, entre otras cosas. Por el contrario, el estrés y el comportamiento sedentario pueden perjudicar nuestra microbiota intestinal, mientras que el ejercicio y el bienestar mental pueden mejorarla”, destaca. En este sentido, se están realizando estudios para identificar la relación entre la dieta y los niveles de serotonina para comprobar si la dieta también tiene un impacto a través de nuestra microbiota intestinal. 

 

Cabe destacar que estudios más recientes han demostrado que la microbiota intestinal también interactúa con otros órganos además del cerebro, como los pulmones, ya que la flora intestinal parece influir en las respuestas inmunitarias en los pulmones

 

Nuevas investigaciones

 

En general, según las dos investigadoras, actualmente se están publicando “un gran número” de estudios científicos sobre la microbiota intestinal y los probióticos. Un factor que contribuye a ello es el rápido desarrollo de la tecnología, que permite realizar análisis de datos exhaustivos. 

 

Asimismo, las profesoras indican que recientemente ha habido más hallazgos, como el descubrimiento de que “nuestra microbiota intestinal es única y adaptable”. En el pasado, se pensaba que cambiar radicalmente la microbiota intestinal era bastante sencillo. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que en realidad se estabiliza en las primeras etapas de la vida, basándose principalmente en factores ambientales y en el estilo de vida, pero los genes también parecen desempeñar algún papel. En otras palabras, "tenemos una microbiota intestinal básica que llevamos con nosotros durante toda nuestra vida", apuntan. 

 

“La primera transferencia de microorganismos al lactante se produce principalmente al nacer. Posteriormente, el bebé es colonizado por la flora intestinal y vaginal de la madre y los microbios del entorno circundante. Dependiendo de los genes que tenga, cada individuo tiene su propia microbiota intestinal única”, explica Åsa Håkansson.

 

Además, la composición de la flora evoluciona gradualmente en el bebé y permanece relativamente estable en la edad adulta, pero su composición está muy influenciada por los alimentos que se comen y el estilo de vida que se lleva. "A medida que envejecemos, nuestra microbiota intestinal cambia y también nuestro sistema inmunológico", indican. 

 

Mejorar la microbiota intestinal

 

Por otra parte, las científicas recuerdan que, si hay un cambio en la dieta, la microbiota intestinal cambiará rápidamente. Pero si se deja de comer lo que produjo el cambio, la microbiota volverá a su estado original. 

 

En un estudio realizado por Anne Nilsson, Olena Prykhodko y la propia Frida Fåk Hållenius, se pidió a los participantes que cambiaran el pan blanco por pan de centeno en un sándwich, que se consumió por la tarde. A la mañana siguiente, su microbiota intestinal demostró una rápida mejora con niveles más altos de la bacteria Faecalibacterium prausnitzii, que ha demostrado tener efectos antiinflamatorios. El pan de centeno también aumentó la cantidad de Prevotella en el intestino, una bacteria con efectos favorables en la regulación del azúcar en sangre.

 

Una buena alimentación beneficia incluso más a algunas personas

 

La comida sana es buena para todos, pero estudios recientes han demostrado que algunas personas obtienen beneficios para la salud aún mejores dependiendo de sus bacterias intestinales. Esto significa que, por ejemplo, "una manzana puede ser incluso mejor para usted que para su vecino, mientras que su vecino puede obtener más beneficios para la salud al comer legumbres que usted". Tal y como explican las investigadoras, "en este caso, la razón puede ser que su vecino carezca de cierta bacteria que es particularmente buena para descomponer los carbohidratos de las manzanas”.

 

Acerca de esto, destacan que, en el futuro, es posible que podamos obtener asesoramiento dietético individual para maximizar los efectos positivos para la salud, aunque la investigación aún no ha llegado tan lejos.

 

Vínculos con la salud mental

 

Los estudios demuestran que las personas con TDAH y esquizofrenia, por ejemplo, tienen una microbiota intestinal diferente y, a veces, peor. Sin embargo, “esta situación del huevo y la gallina, es decir, cuál es el vínculo causal, sigue sin estar clara”. 

 

En realidad hay varios estudios que demuestran que los ratones tratados genéticamente para desarrollar autismo pueden recuperar sus habilidades sociales y mostrar una reducción de la ansiedad y comportamientos estereotipados cuando su microbiota intestinal mejora con lactobacilos y bifidobacterias. "También se están estudiando en humanos para ver si diferentes tipos de bacterias pueden aliviar los síntomas del deterioro funcional del autismo, pero el microbioma intestinal humano es mucho más complejo que el de los ratones, por lo que se necesita más investigación antes de que se pueda establecer un tratamiento eficaz", exclama Frida Fåk Hallenius.

 

También hay varios ensayos clínicos en curso que está investigando si la dieta y la microbiota intestinal pueden aliviar la depresión, incluida la exploración de la relación entre la dieta, la flora y los niveles de serotonina.

 

Gran variación en la microbiota intestinal sana

 

En términos generales, las personas sanas tienen los mismos grupos de bacterias intestinales, pero pueden diferir a nivel de especie. De todas formas, aún no se comprende completamente el papel de las diferentes especies, destacan las científicas. 

 

Sin embargo, es conocido que la diversidad es algo bueno. De hecho, en una flora desequilibrada, la diversidad ha disminuido drásticamente y ya no hay bacterias buenas que bloqueen el crecimiento de las bacterias malas.

 

Suplementos, ¿sí o no?

 

Los probióticos se han convertido en suplementos populares (normalmente especies y cepas de lactobacilos y bifidobacterias) con la esperanza de estimular el estómago. A menudo se se toman como complementos alimenticios o en forma de alimentos que contienen estos microorganismos vivos, como los vegetales fermentados. 

 

“¡Aquí hay una gran variedad de ofertas! Pero no todos ellos están respaldados por evidencia científica. Si vas a comprar productos, debes elegir aquellos que de alguna manera estén arraigados en la ciencia. Es absolutamente posible que tenga algún efecto, ya que incluso una persona perfectamente sana necesita cuidar su propia microbiota intestinal”, afirma Åsa Håkansson.

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