La manipulación de la ingesta de carbohidratos (CHO) para apoyar las adaptaciones a la capacidad de resistencia es una consideración común para los atletas, aunque sigue habiendo un debate considerable con respecto a su practicidad y eficacia.
Los líderes de opinión clave están divididos, con algunos declarando consenso para la adaptación a una dieta baja en CHO mientras que otros están más a favor de un enfoque periodizado.
Un enfoque periodizado asegura que varios componentes de la dieta del atleta, incluyendo la ingesta de CHO, estén estrechamente alineados con el objetivo o resultado de entrenamiento deseado basado en factores incluyendo el volumen de entrenamiento, la intensidad del mismo, los objetivos de la sesión y las estrategias específicas.
Dentro de este enfoque, también se reconoce que puede haber algún beneficio en el uso de prácticas dietéticas que conduzcan a una reducción en la disponibilidad de CHO, ya que pueden conducir a la regulación positiva de las vías de señalización involucradas en adaptaciones positivas para el fenotipo de resistencia, incluyendo la biogénesis mitocondrial y el aumento de la utilización y oxidación de grasas.
Sin embargo, en cuento a esto última falta evidencia de un beneficio de rendimiento asociado en atletas de élite, y algunos muestran un impacto negativo en el rendimiento y el bienestar de los mismos. Ante la falta de consenso en la literatura científica, esto puede resultar en la adopción de varios enfoques para reducir la ingesta de CHO por parte de atletas y entrenadores.
La salud ósea y el riesgo de lesión ósea son consideraciones importantes al contemplar el uso de tales estrategias nutricionales, en particular para aquellos atletas que ya están en riesgo de lesiones y resultados adversos para la salud.
Hay varios factores de riesgo conocidos que influyen en la salud ósea y el riesgo de lesiones óseas, en este punto es importante considerar que el tejido óseo está modulado nutricionalmente, y hay varias consideraciones que son relevantes para los atletas incluyendo tanto la energía como la disponibilidad de CHO.
El entrenamiento de resistencia tiene una alta demanda de energía, y muchos deportes basados en la resistencia están categorizados por peso o son sensibles al peso, ambos pueden aumentar el riesgo de baja disponibilidad de energía (LEA, por sus siglas en inglés).
La aparición de LEA en atletas entrenados en resistencia se ha asociado con la aparición de disminución de densidad mineral ósea y fracturas por estrés. De hecho, la evidencia consideró que el principal impulsor de LEA era la baja ingesta de energía y CHO en relación con el gasto energético debido a las altas demandas de entrenamiento.
En este contexto, un reciente estudio se propuso como objetivo determinar la prevalencia reportada y la justificación percibida para el uso de la reducción intencional en la ingesta de CHO y el entrenamiento en ayunas por parte de atletas de resistencia de élite. Posteriormente, se buscó determinar si existe una asociación entre el uso de estas prácticas y la incidencia de lesiones óseas o afecciones que potencialmente puedan influir en la salud ósea y/o el rendimiento atlético.
Para ello, incluyeron 327 respuestas de atletas masculinos y femeninos (146 hombres y 181 mujeres) de entre 18 y 35 años que participaran en entrenamientos de al menos 8 horas por semana y que hubieran competido como mínimo a nivel de campeonato nacional.
Los resultados del análisis muestran que la prevalencia del uso autoinformado de reducir intencionalmente la ingesta general de carbohidratos (CHO) durante un período de semanas a meses en atletas de resistencia de élite fue del 28 %. “El uso del entrenamiento en ayunas también es frecuente entre nuestra cohorte”, señalan los autores.
Solo el 20 % de los participantes que informaron haber reducido la ingesta de CHO pudieron informar la cantidad de CHO (g) y energía (kcal) que consumen durante un período de restricción de carbohidratos y durante un período sin restricción. Además, cuatro participantes indicaron que consumían >7 g kg masa corporal al día de CHO cuando reducían la ingesta de CHO, lo que aún se consideraría una ingesta alta de este macronutriente.
“Esto resalta una brecha entre la percepción de un atleta de reducir intencionalmente la ingesta de CHO y si la dieta es realmente baja en CHO”, destaca el estudio. Asi tambien, dejan ver que esto pone en vistas una posible falta de comprensión por parte del atleta en cuanto a los requisitos de CHO de su deporte y cómo periodizar adecuadamente la nutrición en función del volumen y la intensidad de una sesión de entrenamiento determinada.
Comentan que, en comparación con la reducción informada de la ingesta general de CHO, la prevalencia del entrenamiento en ayunas fue mayor (38 %) y la justificación para su uso se distribuyó de manera uniforme entre el control de la composición corporal y la promoción de una respuesta adaptativa; algunos también sugirieron limitaciones de tiempo y molestias gastrointestinales como una razón para entrenar en ayunas.
El 44 % de los encuestados reportaron una lesión ósea en algún momento de su carrera, siendo el pie la zona del cuerpo más común donde se produce una lesión, una fractura fue el tipo de lesión más común y la causa de la lesión se distribuyó de manera bastante uniforme entre el impacto y el sobreuso/sobrecarga.
En este punto, “hemos demostrado que la tasa de incidencia de lesiones óseas en aquellos que informaron reducir la ingesta de CHO fue similar a aquellos que informaron nunca reducirla o aquellos que informaron haberla reducido en el pasado”, subrayan los expertos.
Sin embargo, por las razones mencionadas anteriormente, es difícil determinar si los participantes que indicaron que reducen los CHO de hecho los están reduciendo y si las cantidades de ingesta de CHO informadas por los participantes son apropiadas para su disciplina de entrenamiento y competición. “Esto puede explicar en parte por qué el estudio actual no pudo identificar una asociación significativa entre el uso informado de esta práctica y la incidencia de lesiones óseas”, exponen.
“La incidencia de lesiones óseas fue 1,61 veces mayor en aquellos que actualmente utilizan el entrenamiento en ayunas en comparación con aquellos que nunca lo han utilizado”, subrayan. Sin embargo, resaltan que "no tenemos datos para confirmar si estos atletas estaban entrenando en ayunas en el momento de la lesión y esta asociación no implica causalidad”.
En resumen, el estudio ha demostrado que “la reducción intencional de la ingesta de CHO y el entrenamiento en ayunas son prevalentes en atletas de resistencia. Si bien no se puede establecer una relación causal directa entre las prácticas dietéticas que reducen la disponibilidad de CHO y la incidencia de lesiones óseas, esto proporciona una buena base para futuras investigaciones sobre los posibles mecanismos que podrían explicar dicho efecto”.
“Los profesionales de la práctica deportiva deberían procurar que los atletas comprendan mejor las demandas nutricionales, especialmente de CHO, del deporte de resistencia de élite. Esto proporciona una dirección futura tanto para la práctica deportiva como para los estudios interesados en el conocimiento de la nutrición y la elección de alimentos en los atletas”, concluyen.