La industrialización en la producción de alimentos tiene un efecto perjudicial sobre las bacterias del intestino humano, es decir, el microbioma intestinal. Las consecuencias son, a menudo, enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares”, explica Stephan C. Bischoff, autor de un nuevo estudio que ha revelado una estrategia prometedora que ayuda a restaurar el microbioma con la ayuda de una dieta especial.
Se trata de la llamada dieta restauradora, que se basa en los alimentos que se consumen habitualmente en las zonas rurales de Papúa Nueva Guinea, como frijoles, batatas, pepinos y repollo. También contiene alimentos como las alcachofas de Jerusalén, los guisantes y las cebollas, que contienen altos niveles de fibra que las bacterias del intestino grueso pueden utilizar. Asímismo, la dieta evita el trigo y los productos lácteos, así como los alimentos muy procesados.
Inspirándose en esta dieta, "nuestra idea era imitar una dieta original, no industrializada, caracterizada por ingredientes simples, un índice glucémico bajo y una densidad energética baja", explica el autor del estudio Jens Walter.
En un ensayo controlado y aleatorizado, 30 adultos canadienses sanos de entre 18 y 45 años consumieron exclusivamente una dieta restauradora durante tres semanas. "La dieta aportó importantes beneficios para la salud de los participantes", afirma Bischoff. "En particular, los factores de riesgo asociados con enfermedades como la diabetes y los problemas cardiovasculares mejoraron significativamente".
En promedio, los participantes perdieron peso ligeramente: su peso corporal y su índice de masa corporal disminuyeron cada uno un 1,4 %. Al mismo tiempo, el nivel de colesterol total se redujo en un 14 %; el colesterol LDL, particularmente problemático, en casi un 17 %; y el nivel de azúcar en sangre en ayunas, medido después de 12 horas sin comer, en un 6 %. También mejoraron los niveles inflamatorios (PCR), la sensibilidad a la insulina y la resistencia a la insulina, que pueden ser signos de diabetes temprana.
Además, la dieta restauradora tuvo efectos significativos sobre el microbioma intestinal. Aunque la diversidad de bacterias intestinales disminuyó ligeramente, aumentaron los microbios que promueven la salud, como las bifidobacterias.
Al mismo tiempo, el valor del pH en el intestino disminuyó, inhibiendo el crecimiento de bacterias inflamatorias. Además, disminuyó la cantidad de bacterias degradantes de la mucosidad, lo que favoreció el desarrollo y mantenimiento de la mucosa intestinal. También aumentó la producción de enzimas especializadas en el procesamiento de carbohidratos de origen vegetal, un claro indicio de adaptación a una dieta rica en fibra.
"La dieta también condujo a una mayor producción en el plasma sanguíneo de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) que promueven la salud y de sustancias antiinflamatorias y antioxidantes", comenta Benjamin Seethaler, también autor del estudio. "Un ejemplo de esto es el ácido indol-3-propiónico, que se asocia con un menor riesgo de diabetes tipo 2 y aterosclerosis", exclama.
"Nuestro estudio demuestra los efectos positivos sobre los procesos metabólicos e inflamatorios que ya se han observado con otras dietas basadas en plantas", resume Bischoff. "Los resultados del estudio muestran claramente que un cambio específico en la dieta a una dieta original basada en plantas no sólo puede mejorar la composición del microbioma intestinal, sino que también puede contribuir significativamente a la prevención de enfermedades crónicas", finaliza.