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“Beber siete o más tazas de bebidas azucaradas por semana se asoció con un riesgo cinco veces mayor de depresión”

“Beber siete o más tazas de bebidas azucaradas por semana se asoció con un riesgo cinco veces mayor de depresión”

El estudio revela como los diferentes componentes dietéticos pueden afectar la salud mental de las personas, señalando como los principales "enemigos" a las bebidas azucaradas y al jarabe de maíz de alta fructosa
Bebidas azucaradas salud mental
Las bebidas azucaradas afectaron significativamente la salud mental, aumentando el riesgo de depresión.

La depresión y la ansiedad son trastornos psicológicos altamente comórbidos que contribuyen significativamente a la carga global relacionada con la salud. A pesar de los tratamientos mejorados, la prevalencia e incidencia de ambos trastornos han aumentado en las últimas décadas

 

Existe una gran cantidad de evidencia que respalda la dieta como un factor de riesgo modificable para las enfermedades mentales, particularmente la depresión y la ansiedad. Los estudios que investigan los patrones dietéticos han encontrado que las dietas altas en frutas, verduras, granos integrales, nueces y pescado están asociadas con una mejor salud física y mental. Por el contrario, las dietas altas en azúcares, grasas y sal se han asociado con enfermedades mentales, enfermedades crónicas y deterioro cognitivo. 

 

Si bien los estudios de dieta completa han resaltado los beneficios de estos regímenes dietéticos, los efectos beneficiosos o perjudiciales específicos de los componentes individuales de estas dietas no se comprenden tan bien.

 

El azúcar y la fibra, dos nutrientes claves en la salud mental 

 

Dos nutrientes que se asocian más consistentemente con la salud mental son el azúcar y la fibra. Una de las principales teorías detrás de los impactos de estos componentes dietéticos se relaciona con su influencia en el microbioma intestinal.

 

El consumo de azúcar puede alterar la diversidad microbiana intestinal, dañando el revestimiento intestinal y provocando inflamación sistémica y neuroinflamación, que se cree que es la causa de las secuelas mentales. Sin embargo, los estudios en humanos sobre el consumo de azúcar han sido inconsistentes, pero varios estudios han encontrado que el consumo frecuente de bebidas azucaradas (SSBs, por sus siglas en inglés) aumentó el riesgo de depresión e ideación suicida. 

 

Más frecuentemente identificada en investigaciones previas es la relación entre la fibra y la salud mental. Se ha demostrado que una mayor ingesta de fibra dietética restaura una microbiota intestinal saludable y reduce los síntomas de depresión y ansiedad. Se recomienda que los adultos consuman alrededor de 25 g de fibra dietética por día, o alrededor de 14 g por cada 1000 kilocalorías. A pesar de ello, teniendo en cuenta los índices de consumo de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, es poco probable que la mayoría de las personas consuma las cantidades adecuadas de fibra dietética

 

Otros componentes dietéticos que han tenido hallazgos contradictorios en términos de su relación con la salud mental son la cafeína y el alcohol. El alcohol se ha asociado tradicionalmente con un aumento de la depresión y la ansiedad, pero esto puede estar relacionado con la presencia comórbida del consumo de alcohol con la depresión y la ansiedad, en lugar de una relación causal. 

 

Existe un consenso general sobre los beneficios de patrones dietéticos amplios, como la dieta mediterránea o la nórdica. Sin embargo, los estudios que investigan el impacto de macronutrientes individuales y componentes dietéticos en la depresión y la ansiedad han arrojado resultados contradictorios. 

 

Frente a este panorama, para abordar la brecha de conocimiento, un reciente estudio tuvo como objetivo investigar e identificar los posibles efectos beneficiosos o perjudiciales de diferentes componentes dietéticos en la depresión y la ansiedad, controlando al mismo tiempo los factores sociodemográficos que influyen en el estado de ánimo. Para ello, se realizó un estudio transversal de 129 adultos sanos utilizando un cuestionario en línea sobre frecuencia alimentaria y medidas de depresión, ansiedad y experiencias de vida tempranas.

 

El efecto de los compuestos alimentarios en la salud mental 

 

Luego del análisis, observaron que las bebidas azucaradas, la fibra dietética y la cafeína fueron los únicos componentes dietéticos asociados con el estado de ánimo. “Beber siete o más tazas de bebidas azucaradas por semana se asoció con un riesgo casi cinco veces mayor de depresión”, destacan los autores. 

 

El presente estudio también respaldó la literatura previa que ha identificado relaciones entre la fibra y la ansiedad, encontrando que las puntuaciones de ansiedad disminuyeron en 2,3 por cada porcentaje adicional de energía consumida como fibra. El estudio no encontró asociación entre el consumo de fibra y la depresión. Explican que “esto podría deberse potencialmente al papel de la actividad física, que se ha relacionado con reducciones en la depresión, así como mejoras en la diversidad microbiana intestinal”. 

 

Uno de los aspectos que los investigadores consideran importante señalar es que la información dietética solo se capturó durante un período de 24 horas para cada participante. Aproximadamente el 25% de la muestra informó consumir más o menos que su dieta normal en esta “instantánea” de un solo día, aunque se desconoce en qué medida difirió de su dieta cotidiana. 

 

Además, dado que se utilizó un diseño transversal, no se puede establecer la direccionalidad del efecto y debe reconocerse la posibilidad de causalidad inversa. “Existe cierta evidencia de que la presencia de depresión o ansiedad puede afectar los hábitos alimentarios, lo que lleva a un mayor consumo de alimentos poco saludables y a una reducción del consumo de alimentos saludables”, advierten. 

 

El jarabe de maíz de alta fructosa, uno de los principales componentes perjudiciales para la salud mental 

 

No se encontró asociación entre los azúcares dietéticos totales, las proteínas o el alcohol. Según los expertos, esto puede deberse a que la mayoría de la muestra consumía una dieta baja en alcohol y cafeína, y alta en proteínas y fibra. Pocos participantes bebieron alcohol, y solo un número muy pequeño bebió en niveles excesivos. Los participantes también tenían una dieta relativamente saludable, alta en fibra y proteínas. 

 

“El único factor potencialmente perjudicial que fue consumido en exceso por la muestra en general fue el azúcar. Aunque no se encontró relación entre los azúcares dietéticos totales y el estado de ánimo, esto puede deberse a que la mayoría de los azúcares agregados generalmente se consumen como bebidas azucaradas”, explican. 

 

El nuevo estudio resalta que los jarabes de maíz con alto contenido de fructosa que se encuentran en las bebidas azucaradas pueden ser más perjudiciales para la función neurológica y la salud mental que otros tipos de azúcar. “Los resultados respaldan la idea de que el jarabe de maíz de alta fructosa puede ser perjudicial para la salud mental”, enfatizan los expertos. 

 

Dada la popularidad mundial de las bebidas azucaradas con altos niveles de jarabe de maíz de alta fructosa, consideran que investigar el impacto de estas bebidas en la salud mental y física para fundamentar las políticas de regulación de alimentos y bebidas debería ser una prioridad nacional.

 

El consumo de cafeína se asoció con una reducción de la depresión en niveles moderados. Sin embargo, el consumo de 300 mg o más (aproximadamente tres tazas de café) se asoció con aumentos de la ansiedad. De esta manera, la curva en forma de U para la cafeína indica que una cantidad moderada de cafeína puede ser beneficiosa para la salud mental, mientras que exceder un umbral específico puede provocar un aumento de la ansiedad o la depresión.

 

“Una mayor investigación sobre la direccionalidad y los mecanismos de estas relaciones podría proporcionar alternativas más económicas, accesibles, no invasivas y seguras a los tratamientos farmacéuticos y psiquiátricos”, comentan. 

 

En conclusión, la investigación aporta información fundamental para asesorar sobre políticas como la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas y otros alimentos procesados, así como para fundamentar las regulaciones sobre formulaciones alimentarias con el fin de limitar la cantidad de componentes dietéticos nocivos (como azúcares añadidos, sodio y grasas saturadas), lo que podría mejorar la salud física y mental de la población.

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