El pasado fin de semana se celebró en Estados Unidos el congreso ENDO 2025, organizado por la Sociedad de Endocrinología. Dentro de los trabajos presentados durante el evento, se encuentra un estudio que señala que el consumo de ciertos edulcorantes presentes comúnmente en alimentos y bebidas podría aumentar el riesgo de pubertad precoz.
Así, los autores de este estudio descubrieron que el consumo de aspartamo, sucralosa, glicirricina y azúcares añadidos se asociaba significativamente con un mayor riesgo de pubertad precoz, especialmente en niños con ciertas predisposiciones genéticas. Por tanto, cuanto mayor era el consumo de estos edulcorantes en los adolescentes, mayor era el riesgo de pubertad precoz central.
“Este estudio es uno de los primeros en vincular los hábitos alimentarios modernos, en particular el consumo de edulcorantes, con factores genéticos y el desarrollo puberal precoz en una amplia cohorte de la vida real”, afirma la doctora Yang-Ching Chen. “También destacan las diferencias de género en el efecto de los edulcorantes sobre niños y niñas, lo que amplía significativamente nuestra comprensión de los riesgos individuales para la salud”, agrega.
Hay que advertir que la pubertad precoz central, un tipo de pubertad precoz, es cada vez más común. Esta puede provocar angustia emocional, menor estatura adulta y un mayor riesgo de futuros trastornos metabólicos y reproductivos.
Investigaciones previas de la doctora Chen revelaron que ciertos edulcorantes pueden influir directamente en las hormonas y las bacterias intestinales relacionadas con la pubertad precoz. Por ejemplo, se demostró que un edulcorante artificial, llamado acesulfamo de potasio o AceK, desencadena la liberación de hormonas relacionadas con la pubertad al activar las vías del "sabor dulce" en las neuronas y aumentar las moléculas relacionadas con el estrés.
Otro edulcorante, la glicirricina (presente en el regaliz), alteraba el equilibrio de las bacterias intestinales y reducía la actividad de los genes implicados en el inicio de la pubertad. "Esto sugiere que lo que los niños comen y beben, especialmente los productos con edulcorantes, puede tener un impacto sorprendente y significativo en su desarrollo", alerta la autora del estudio.
Los nuevos hallazgos provienen del Estudio Longitudinal Puberal de Taiwán, iniciado en 2018. En el estudio, que incluyó datos de 1.407 adolescentes, se diagnosticó pubertad precoz central en 481 adolescentes. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores evaluaron el consumo de edulcorantes en los adolescentes mediante cuestionarios validados y análisis de muestras de orina.
La predisposición genética se cuantificó mediante puntuaciones de riesgo poligénico derivadas de 19 genes relacionados con la pubertad precoz central. Asimismo, el diagnóstico de pubertad precoz se basó en exámenes médicos, niveles hormonales y ecografías.
Finalmente, el consumo de sucralosa se relacionó con un mayor riesgo de pubertad precoz central en niños, mientras que el consumo de glicirricina, sucralosa y azúcares añadidos se asoció con un mayor riesgo de pubertad precoz central en niñas.
“Los hallazgos son directamente relevantes para las familias, los pediatras y las autoridades de salud pública”, exclama Chen. “Sugieren que la detección del riesgo genético y la moderación del consumo de edulcorantes podrían ayudar a prevenir la pubertad precoz y sus consecuencias a largo plazo para la salud. Esto podría dar lugar a nuevas directrices dietéticas o herramientas de evaluación de riesgos para los niños, lo que favorecería un desarrollo más saludable”, remata.