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¿Cómo afectan las vitaminas B a la salud del cerebro y el corazón?

¿Cómo afectan las vitaminas B a la salud del cerebro y el corazón?

Los ocho nutrientes que componen el conjunto de vitaminas B pueden tener impacto en la demencia, las enfermedades cardiovasculares y otras patologías
Vitamina B
Cinco de las vitaminas B más investigadas impactan o mejoran la salud cognitiva y cardiovascular.

Ocho nutrientes esenciales componen el conjunto de vitaminas B, también conocidas como complejo B. Según las investigaciones, se ha descubierto que estas vitaminas B influyen en un amplio espectro de la salud y enfermedades, incluyendo la función cognitiva, la salud cardiovascular, la recuperación del bypass gástrico, los defectos del tubo neural e, incluso, el cáncer.

 

“Es difícil estudiar las vitaminas B de forma aislada”, afirma el gastroenterólogo Joel Mason. “Cuatro de estas vitaminas B cooperan como cofactores en muchas actividades críticas de las células en lo que llamamos metabolismo de un carbono”, añade.

 

El metabolismo de un carbono consiste en una serie de vías que permiten la transferencia de unidades de un solo carbono a las células para procesos esenciales como la síntesis de ADN, el metabolismo de aminoácidos y otros. Su papel en todas estas funciones biológicas cruciales es lo que hace que las vitaminas B sean tan importantes, y que sea tan difícil determinar cómo contribuyen, tanto positiva como negativamente, a la salud humana.

 

Mason, junto a otros dos investigadores que han dedicado su carrera al estudio de una o más vitaminas B, han explicado lo que sabemos actualmente sobre cómo cinco de las vitaminas B más investigadas impactan o mejoran la salud cognitiva y cardiovascular.

 

Salud cognitiva, vitamina B12 y folato

 

Una de las áreas de investigación más activas sobre la vitamina B es la salud cognitiva. Según Mason, entre los 75 y los 80 años, el 40 % de las personas presenta una capacidad reducida para absorber la vitamina B12 presente en los alimentos. Esta deficiencia conlleva un deterioro de la salud nerviosa, especialmente en la columna vertebral y el cerebro, lo que puede contribuir al riesgo de desarrollar demencia en adultos mayores.

 

Cabe mencionar que, durante décadas, médicos e investigadores consideraron que la medición de la vitamina B12 plasmática era lo suficientemente precisa como para determinar si era necesaria la suplementación. Sin embargo, Mason señala que, aunque muchas personas mayores pueden tener niveles de B12 que están en el rango "bajo a normal", simultáneamente están desarrollando déficits neurológicos relacionados con la deficiencia de vitamina B12.

 

La contribución de la deficiencia de vitamina B12 al deterioro cognitivo y a la enfermedad vascular que provoca muchos casos de demencia está infradiagnosticada y subnotificada”, afirma por su parte el profesor Irwin H. Rosenberg.

 

“El deterioro cognitivo relacionado con la edad no se limita al Alzheimer”, añade Rosenberg antes de explicar lo siguiente: “Hemos agrupado muchos tipos de disfunción cerebral bajo un mismo nombre. Y al hacerlo, hemos pasado por alto la importancia de los vasos sanguíneos —y, por extensión, de la nutrición— para preservar la función cerebral”.

 

Tratamientos de Alzheimer

 

La patología de la enfermedad de Alzheimer describe la acumulación anormal de dos proteínas en el cerebro (amiloide y tau) que se agrupan formando placas y ovillos y que, según se cree, alteran la función neuronal.

 

Sin embargo, Rosenberg afirma que la enfermedad cerebrovascular y la microvasculopatía, que en algunos casos se relacionan con la deficiencia de vitamina B, son más prevalentes en el deterioro cognitivo y la demencia que la acumulación de proteínas dañinas en el cerebro, que ha sido el foco de tanta investigación y desarrollo de fármacos para tratar la enfermedad de Alzheimer. En este sentido, tratar a las personas con fármacos destinados a abordar la acumulación de proteínas no funcionará si la causa de los síntomas de demencia es una deficiencia de vitamina B12.

 

Por lo tanto, es imperativo realizar pruebas para identificar si el deterioro cognitivo y los síntomas de demencia pueden estar causados por una deficiencia de vitamina B12, afirma el profesor.

 

“Las pruebas de vitamina B12 miden toda la vitamina B12 presente en el organismo, aunque aproximadamente el 80 % esté inactiva”, explica el científico y profesor Paul Jacques. Para detectar una deficiencia de vitamina B12 se requieren dos pruebas adicionales. Una de ellas, llamada prueba MMA, mide los niveles de ácido metimalónico, un ácido que se produce durante ciertas etapas del metabolismo que requieren una cantidad adecuada de vitamina B12. “Puede estar elevado incluso con una deficiencia leve de vitamina B12, lo que indica un posible mayor riesgo de demencia”, añade Jacques.

 

Una segunda prueba mide los niveles de un aminoácido, la homocisteína, que también es un subproducto del metabolismo que requiere vitamina B12. Si solo los niveles de homocisteína están elevados, el problema podría ser una deficiencia de folato. Si tanto el MMA como la homocisteína están elevados, es probable que la causa sea una deficiencia de vitamina B12.

 

Por tanto, si un paciente presenta problemas neurológicos o signos de demencia, realizar las tres pruebas permitirá determinar si existe una deficiencia de vitamina B y de qué vitamina B se trata. “A diferencia de los cambios que no podemos observar en pacientes que reciben costosos fármacos antiamiloides para tratar la enfermedad de Alzheimer, existe evidencia de que, en etapas bastante tempranas del deterioro cognitivo, podemos ralentizar el proceso si la causa subyacente es un nivel elevado de homocisteína o una deficiencia relacionada con la vitamina B12”, afirma Rosenberg. Así, “recomiendo que los pacientes, con o sin anemia, se sometan a pruebas de detección de niveles elevados de homocisteína o deficiencia de vitamina B12, ya que este podría ser uno de los factores reversibles de su deterioro cognitivo”.

 

Esta teoría no es nueva. Hace dos décadas, estudios como el Estudio del Corazón de Framingham demostraron que un nivel elevado de homocisteína predecía atrofia cerebral y un mayor riesgo de demencia. Más recientemente, ensayos como VITACOG y FACT han demostrado que la suplementación con vitamina B puede ralentizar la contracción cerebral y mejorar el rendimiento cognitivo en personas en riesgo.

 

“Se necesita mucha educación sobre este tema”, afirma Rosenberg. “Esperamos convencer a cardiólogos, neurólogos e internistas de que midan los niveles de vitamina B12 y homocisteína como parte de la evaluación del deterioro cognitivo. Incluso los efectos moderados de las vitaminas, que cuestan unos pocos centavos al día, pueden ser muy significativos en quienes se beneficiarán, especialmente al comparar la suplementación vitamínica con medicamentos costosos que están recibiendo mucha más atención, pero que pueden tener el mismo o incluso menor beneficio”, añade.

 

B12 y Demencia

 

Jacques y sus colegas lideran actualmente un estudio con datos de aproximadamente 2.500 adultos mayores y de mediana edad del Estudio del Corazón de Framingham. Todos ellos no padecían demencia en la década de 1990 y se sometieron a pruebas de B12, MMA y homocisteína durante los últimos 20 años o más.

 

El riesgo de demencia y Alzheimer en etapa avanzada comienza a aumentar a partir de los 75 años, pero la evidencia sugiere que algunos de los cambios patológicos asociados con la demencia y el Alzheimer pueden comenzar a desarrollarse más de 20 años antes de que se presenten los síntomas clínicos y el diagnóstico”, afirma Jacques. “Este estudio debería proporcionarnos una buena comprensión de si la B12 está relacionada con el deterioro cognitivo y la demencia. De ser así, esperamos poder identificar una intervención sencilla y económica que pueda iniciarse con años de antelación y antes de que se produzcan daños reales”, remata.

 

Papel del folato

 

Jacques también está estudiando el papel que el folato (B9) puede desempeñar en el desarrollo de problemas cognitivos, específicamente la influencia que los altos niveles de folato podrían tener en la vitamina B12 y la salud cognitiva.

 

En la década de 1950, las personas con anemia eran tratadas con ácido fólico, la forma sintética del folato. Desafortunadamente, se hizo evidente que, si bien el tratamiento con ácido fólico a nivel farmacéutico aliviaba la anemia, a menudo enmascaraba o exacerbaba la deficiencia de B12. "Los científicos observaron que las personas con concentraciones bajas de vitamina B12 y altas de ácido fólico tendían a tener problemas cognitivos", afirma Jacques.

 

Investigaciones más recientes sugieren que el ácido fólico no podría estar afectando las concentraciones totales de vitamina B12, sino quizás solo un componente, el holoTC, que es la forma de vitamina B12 crucial para el transporte y la utilización de la vitamina B12 en las células y se considera un indicador potencialmente más preciso del estado de la misma.

 

Jacques y sus colegas están realizando dos estudios para dilucidar los problemas involucrados: "En el primero, nuestro estudio sobre la vitamina B y el envejecimiento cerebral, analizaremos la influencia que tiene un alto nivel de folato en la relación entre la vitamina B12 y la salud cognitiva. Un segundo estudio, en colaboración con Rutgers, analizará el efecto del alto nivel de ácido fólico en sangre sobre las dos formas de vitamina B12: el holoTC y la cobalamina libre".

 

Enfermedades cardíacas, colesterol y accidentes cerebrovasculares

 

Las vitaminas del complejo B también han generado gran interés entre los investigadores debido a su posible papel en la prevención de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares pero, hasta el momento, su utilidad como tratamiento clínico sigue siendo limitada.

 

A principios de la década del 2000, los científicos descubrieron que la riboflavina (B2) podía reducir la presión arterial de forma muy eficaz. Se cree que la riboflavina mejora una reacción bioquímica mediada por un gen llamado MTHFR (metilentetrahidrofolato reductasa), que ayuda al organismo a utilizar el folato. Sin embargo, la riboflavina solo es eficaz para reducir la presión arterial, específicamente en pacientes con el genotipo MTHFR 677 TT.

 

Por otra parte, las vitaminas B6, B12 y el folato ayudan al cuerpo a eliminar la homocisteína, cuyo exceso se ha relacionado con un mayor riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares, así como demencia. Sin embargo, varios ensayos clínicos realizados en la década de 1980 demostraron que la suplementación con B6, B12 y folato no disminuyó los infartos, pero sí redujo ligeramente el riesgo de accidentes cerebrovasculares.

 

Asimismo, la niacina (B3) puede reducir el colesterol LDL (el llamado "colesterol malo") y aumentar el HDL (el llamado "colesterol bueno"). "Sin embargo, debe tomarse en dosis tan altas que a menudo causa sofocos muy molestos", afirma Mason. "A menudo, las personas no toleran su consumo, y existen otros medicamentos que reducen el colesterol LDL en sangre sin efectos secundarios tan desagradables", explica. 

 

Inflamación crónica y vitamina B6

 

Quizás lo más prometedor para el futuro sea el papel que la vitamina B6 puede desempeñar en la reducción de la inflamación, que se ha identificado como una característica subyacente de muchas enfermedades crónicas, desde enfermedades cardíacas hasta diabetes, artritis y demencia.

 

Varios estudios en animales, además de algunos estudios en humanos, sugieren que la suplementación con vitamina B6 puede reducir la inflamación. "De nuevo, hablamos de administrar vitaminas B a una dosis farmacéutica adecuada bajo la supervisión de un médico", advierte Mason antes de advertir que "la vitamina B6 puede ser tóxica en grandes cantidades". Finalmente, el experto considera que esta investigación será un área a tener en cuenta en los próximos años.

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