En los últimos años, ha habido un rápido aumento en las publicaciones científicas sobre el papel de la microbiota intestinal en la conformación de la salud humana y la relación entre la disbiosis intestinal y varias enfermedades. Se sabe desde hace mucho tiempo que el papel de la microbiota intestinal no se limita a la digestión y absorción de nutrientes.
La microbiota está compuesta principalmente por bacterias, pero también incluye virus, hongos y arqueas, que interactúan entre sí y con el organismo huésped. La investigación emergente sugiere que estos microorganismos también pueden desempeñar un papel en la salud mental, incluidos los trastornos de ansiedad.
Ciertos virus y hongos pueden influir en las respuestas inmunitarias y la inflamación, que están vinculadas a los síntomas de ansiedad, mientras que las arqueas pueden afectar el metabolismo de los neurotransmisores y la señalización intestino-cerebro, lo que podría afectar la regulación del estado de ánimo.
La microbiota intestinal está influenciada por varios factores, entre ellos la genética, la dieta, la edad y la ubicación geográfica, todos los cuales pueden afectar su papel en los trastornos de ansiedad. Los factores genéticos dan forma a la diversidad y estabilidad de la microbiota, lo que podría afectar la producción de neurotransmisores y la función inmunológica, ambos vinculados a la ansiedad.
La dieta es otro determinante clave: los alimentos ricos en fibra y fermentados favorecen la proliferación de bacterias beneficiosas, mientras que las dietas altamente procesadas pueden provocar desequilibrios. La composición de la microbiota también cambia con la edad, y la disminución de las cepas beneficiosas puede aumentar la vulnerabilidad a la ansiedad. Reconocer estas influencias podría ayudar a desarrollar estrategias personalizadas para controlar la ansiedad mediante intervenciones dirigidas a la microbiota.
Existen muchas teorías que explican la influencia de la microbiota intestinal en los procesos neurofisiológicos. Entre otras cosas, se debe prestar atención a las funciones inmunológicas y metabólicas de la microbiota, ya que las alteraciones en estos procesos pueden provocar cambios en el funcionamiento del eje intestino-cerebro, lo que en última instancia conduce a trastornos mentales como la ansiedad o la depresión.
En este contexto, investigadores de Polonia elaboraron una revisión sistemática con el objetivo de presentar el conocimiento actual sobre las diferencias en la estructura de la microbiota en pacientes diagnosticados con trastornos de ansiedad, discutir las posibles relaciones mutuas entre los síntomas presentados por los pacientes con trastornos de ansiedad y las diferencias cuantitativas en la microbiota, así como destacar oportunidades terapéuticas adicionales asociadas con el uso de probióticos.
Los resultados de la revisión sugieren que la disbiosis se observa a menudo en pacientes con diversas formas de trastornos de ansiedad. Los cambios significativos en la composición de la microbiota intestinal están fuertemente asociados con los síntomas de ansiedad.
Los autores señalan que las personas con trastornos de ansiedad exhiben una abundancia reducida de bacterias beneficiosas como Lactobacillus, Bifidobacterium, Faecalibacterium prausnitzii y Blautia, que desempeñan papeles clave en la producción de ácidos grasos de cadena corta, la modulación de neurotransmisores y las respuestas antiinflamatorias.
Por el contrario, “un crecimiento excesivo de bacterias patógenas o proinflamatorias, incluidas Escherichia-Shigella , Fusobacterium y Ruminococcus gnavus , se ha relacionado con una mayor permeabilidad intestinal y una mayor inflamación sistémica, los cuales contribuyen a la gravedad de los síntomas de ansiedad”, desarrolla el estudio.
“Las intervenciones probióticas dirigidas a restablecer el equilibrio microbiano han demostrado ser prometedoras en la reducción de los síntomas de ansiedad, con una eficacia particular observada en cepas como Lactobacillus plantarum , Bifidobacterium longum y Lactobacillus rhamnosus”, mencionan los expertos.
Las investigaciones han demostrado que la suplementación con probióticos puede mejorar la calidad del sueño, el apetito y el bienestar general de los pacientes. Además, señalan acerca del uso potencial de la microbiota intestinal como biomarcador para el diagnóstico diferencial de la ansiedad y los trastornos depresivos, lo que podría permitir un enfoque más específico del tratamiento.
En resumen, la microbiota intestinal desempeña un papel crucial en la salud mental y representa un objetivo importante en la terapia de los trastornos de ansiedad. Se necesitan más investigaciones para comprender mejor los mecanismos a través de los cuales la microbiota intestinal influye en la función cerebral y para desarrollar intervenciones terapéuticas efectivas basadas en la modulación del microbioma.
“Las investigaciones futuras deberían explorar combinaciones de probióticos de múltiples cepas, tratamientos personalizados dirigidos a la microbiota intestinal y la interacción entre las modificaciones dietéticas y la composición de la microbiota en los trastornos de ansiedad”, concluyen.